Carlos Ghosn, venerado en Japón por haber salvado a Nissan de la quiebra, fue arrestado este lunes en Tokio por presunta malversación tras una investigación interna del fabricante de automóviles, que quiere destituirle cuanto antes.
La noticia cayó al final de la tarde en Japón. Los medios de comunicación anunciaron primero que el consejero delegado de Renault y presidente de los consejos de administración de Nissan y Mitsubishi estaba declarando ante la fiscalía de Tokio y más tarde que había sido detenido bajo sospechas de haber ocultado ingresos al fisco.
En un comunicado publicado poco después, Nissan dio detalles abrumadores para el franco-líbano-brasileño de 64 años que erigió en apenas dos décadas un imperio automovilístico, acumulando cargos como ningún otro dirigente de empresas de este tamaño había hecho antes que él.
Carlos Ghosn “declaró durante años ingresos inferiores al montante real”, afirmó Nissan, que llevó a cabo una investigación interna a raíz del informe de un denunciante.
“Además, se descubrieron otras malversaciones, como el uso de bienes de la empresa con fines personales”, agregó el grupo diciendo que iba a proponer al consejo de administración que le “destituya de su cargo rápidamente”.
El consejo de administración se reunirá el jueves.
Otro dirigente de Nissan, Greg Kelly, también está acusado, precisó la empresa.
La información fue transmitida a la fiscalía de Tokio, que hasta el momento no ha confirmado el interrogatorio de Ghosn.
Según la cadena de televisión pública NHK, las autoridades registraron al anochecer la sede de Nissan en Yokohama, cerca de Tokio.
“Cost killer”
Carlos Ghosn llegó a Tokio en la primavera de 1999 para salvar a Nissan, que acababa de unirse al grupo francés Renault. Fue nombrado presidente dos años después.
Apodado “cost killer” (“asesino de costes”), transformó un grupo en plena debacle en una empresa muy rentable con una facturación anual de cerca de 100.000 millones de euros, lo que le valió una cierta veneración en el archipiélago.
En abril de 2017 pasó el testigo a su delfín, Hiroto Saikawa, aunque siguió al frente del consejo de administración para concentrarse más en la alianza con Renault y Mitsubishi Motors.
Como presidente de Nissan, cobró entre abril de 2016 y marzo de 2017 cerca de 1.100 millones de yenes (8,8 millones de euros al cambio de entonces). Ganaba también más de 7 millones de euros anuales como consejero delegado de Renault, que dirige desde 2009 (antes había sido director general desde 2005).
Carlos Ghosn preside también el consejo de administración de Mitsubishi Motors, empresa que salvó a finales de 2016 al adquirir a través de Nissan una participación del 34% en el grupo, entonces enzarzado en un escándalo de falsificación de datos.
La asociación Renault-Nissan-Mitsubishi es hoy una construcción con equilibrios complejos, constituida por empresas distintas ligadas por participaciones cruzadas no mayoritarias.
Renault posee un 43% de Nissan, que a su vez tiene un 15% de Renault y un 34% de Mitsubishi Motors. Recientemente circularon rumores de fusión.
Las acusaciones contra Carlos Ghosn, que forjó solo esta alianza, suponen un duro golpe para el trío franco-japonés que reivindica el título de primer conjunto automovilístico mundial, con 10,6 millones de vehículos vendidos el año pasado, más que Toyota o Volkswagen.
“Si está detenido, esto alterará la alianza de la que es la piedra angular”, comentó antes de que la prensa informara de su arresto Satoru Takada, un analista en la consultoría TIW.
Desde Bruselas, el presidente francés Emmanuel Macron declaró que el Estado francés será “sumamente vigilante en cuanto a la estabilidad” de Renault y de la alianza con Nissan.
En la Bolsa de París, la acción Renault perdía más del 10% a mitad de sesión. La plaza japonesa ya había cerrado cuando se filtraron las primeras informaciones.