Muchas de las regiones fronterizas de Latinoamérica han sido históricamente desatendidas por el Estado y son propensas a todo tipo de actividades relacionadas con el crimen organizado, desde pandillas criminales que abusan de los inmigrantes hasta el tráfico de drogas y el contrabando. A continuación, sin ningún orden en particular, InSight Crime presenta su lista de las cinco fronteras más peligrosas de Latinoamérica.
Colombia – Venezuela
Uno de los mayores factores que influye en la inseguridad a lo largo de esta frontera son los grupos neoparamilitares de Colombia, conocidos como Bacrim (acrónimo de “bandas criminales”). Las Bacrim están presentes en varios estados fronterizos de Venezuela y presuntamente participan en actividades como secuestro, extorsión y narcotráfico. Los Rastrojos fueron en un tiempo la Bacrim más prominente en esta área, pero han sido remplazados en gran medida por sus rivales, Los Urabeños. Los continuos enfrentamientos entre estos dos grupos dieron lugar a varias masacres el año pasado.
El grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) también mantiene al menos tres divisiones en el lado venezolano de la frontera. Estados como Táchira, Apure y Zulia son ejes para las operaciones de narcotráfico transfronterizo de las FARC, dado que el grupo guerrillero se expone a menos presión por parte de las fuerzas de seguridad venezolanas. La segunda guerrilla de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), supuestamente también ha llevado a cabo secuestros en departamentos fronterizos colombianos como Arauca y Norte de Santander.
La presencia de grupos guerrilleros y Bacrim ha hecho de esta frontera una de las más peligrosas del mundo, según un listado reciente.
Además, debido a las políticas económicas venezolanas, esta frontera también es conocida por su floreciente actividad de contrabando, que incluye una amplia gama de productos, desde gasolina venezolana subsidiada por el Estado hasta crema dental.
Estados Unidos – México
Durante años, muchos de los estados del norte de México fueron el centro de feroces batallas entre grupos criminales mexicanos que luchaban por el control de las rutas de narcotráfico hacia Estados Unidos. Sin embargo, las tasas de homicidio han descendido drásticamente en Ciudad Juárez, una de las zonas de mayor conflicto. Hay varias explicaciones para esta disminución de la violencia, incluida la derrota del Cartel de Juárez a manos de sus rivales, el Cartel de Sinaloa.
El turbulento estado de Tamaulipas también ha experimentado un descenso significativo en los homicidios desde 2012, gracias al debilitamiento de los grupos criminales Los Zetas y el Cartel del Golfo. Sin embargo, la violencia continúa en partes del norte de México, dado que facciones de las que antes fueron poderosas organizaciones narcotraficantes luchan por el control de valiosos territorios fronterizos.
Aunque en términos generales casi no hay violencia en el lado estadounidense, las fuerzas de seguridad de la frontera de Estados Unidos no han sido inmunes a la influencia corruptora de los grupos narcotraficantes.
México – Guatemala
Los Zetas también han sido un factor importante para la violencia a lo largo de la frontera sur de México con Guatemala. Los Zetas llegaron a Guatemala alrededor de 2007, donde hicieron uso de la violencia extrema para controlar las rutas del narcotráfico; por ejemplo, según los informes, fueron los responsables de una masacre de 27 personas en 2011, como represalia por el robo de un cargamento de cocaína.
Sin embargo, la influencia de Los Zetas en esta región ha disminuido significativamente, dado que muchos altos comandantes han sido asesinados o arrestados en los últimos años. No obstante, la violencia del narcotráfico en el departamento norteño de Petén, Guatemala, indica que otros grupos narcotraficantes están dispuestos a continuar con la brutalidad que generalmente ha sido asociada a Los Zetas.
Paraguay – Brasil
Con una tasa de homicidios que según los informes es de 66,7 por cada 100.000 habitantes, el departamento fronterizo de Amambay, Paraguay, casi iguala los niveles de homicidios en los países más violentos de Latinoamérica, como Honduras y El Salvador. Esto es particularmente llamativo dada la tasa oficial de homicidios de Paraguay en 2014, que según informes se situó en solo 8 por cada 100.000 habitantes.
La abundante actividad de narcotráfico al oriente de Paraguay es probablemente un factor que contribuye a esta violencia. Amambay es una de las regiones principales para el cultivo de marihuana en Paraguay, el principal productor de esta droga en Suramérica.
Los grupos narcotraficantes brasileños han estado establecidos en la región oriental de Paraguay por varios años. Una oleada de asesinatos el año pasadosugiere que su influencia puede estar creciendo en la región. Según se ha informado, algunos de estos grupos les han pagado a funcionarios del gobierno local y de la policía para recibir protección. Sin embargo, como lo indica el reciente robo de un cargamento de cocaína por la policía de Amambay, hay algunos funcionarios de seguridad que están asumiendo un papel más activo en el comercio local de drogas.
El oriente de Paraguay es también una zona clave para el tránsito de cocaína hacia Brasil, que cuenta con el mayor mercado de consumidores de esta droga en Latinoamérica.
Guatemala – Honduras
La mayor parte de la violencia en Guatemala se concentra a lo largo de su frontera sureste con Honduras. En 2013, los departamentos de Zacapa y Chiquimula tuvieron tasas de homicidios de más del doble que la media nacional, según un informe publicado el año pasado por el International Crisis Group (ICG). Por su parte, en Honduras, los departamentos fronterizos de Copán y Ocotepeque registraron en 2012 una asombrosa tasa de homicidios que en conjunto suma más de 100 por cada 100.000 habitantes.
El ICG considera que este alto índice de violencia se debe a una creciente cantidad de narcotráfico a través de Centroamérica y a una mayor cantidad de drogas transportadas por la frontera terrestre, debido a los exitosos esfuerzos de interdicción aérea en Guatemala. El informe del ICG también señaló que los departamentos en ambos lados de la frontera sufren de altos niveles de pobreza y muestran poco respeto por la ley.