Nicolás Maduro tiene oficialmente un nuevo enemigo: el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro. El Ejecutivo venezolano denunció este miércoles que desde Estados Unidos se prepara un supuesto plan de magnicidio con la complicidad los Gobiernos brasileño y colombiano. “Hoy vengo, otra vez, a denunciar el complot que desde la Casa Blanca se prepara para violentar la democracia, asesinarme e imponer un gobierno dictatorial en Venezuela”, dijo. “Nadie en Brasil quiere que el gobierno entrante de Jair Bolsonaro se meta en una aventura militar contra el pueblo de Venezuela”.
El mandatario acusó directamente a John Bolton, asesor de seguridad de la Casa Blanca, de encabezar el supuesto complot. Y aprovechó su denuncia pública para dedicar una serie de descalificaciones a su homólogo colombiano, Iván Duque: “No quiere relaciones diplomáticas, ni políticas, ni de comunicación con el Gobierno legítimo de Venezuela”.
El discurso del enemigo foráneo es reiterativo en el chavismo. Maduro pidió a la Fuerza Armada estar “preparados” ante un ataque extranjero. “Que no se equivoquen nunca porque les vamos a dar una lección”, advirtió. El lunes, el gobernante había alardeado de dos bombarderos rusos, con capacidad para transportar armas nucleares, y maniobras militares en el aeropuerto Simón Bolívar, en el Estado de Vargas (en el litoral venezolano). Las relaciones entre Rusia y Venezuela son estrechas desde que el chavismo asumió el poder, hace justo 20 años. Su alianza se basa en el intercambio de armas y equipos militares a cambio de petróleo.
La demostración de fuerza desagradó a la Administración de Donald Trump. El secretario de Estado, Mike Pompeo, lo calificó como un acto de “dos gobiernos corruptos despilfarrando dinero público”. Entretanto, el Gobierno de Vladimir Putin respondió que las palabras del estadounidenses eran “inapropiadas”.
El heredero político de Chávez no solo se apoya en su homólogo Vladímir Putin. Hace unos días presumió del respaldo de Turquía, país con el que firmó acuerdos por 5.100 millones de dólares. Se trata de una estrategia para demostrar que no está plenamente aislado ante la proximidad del 10 de enero. Ese día está previsto que asuma su segundo mandato y también que varios gobiernos democráticos hagan declaraciones poniendo en duda su legitimidad. Lo culpan de ser reelecto en unos comicios “fraudulentos” y no admitidos por la oposición el pasado 20 de mayo. “Los gobiernos que hagan lo que quieran. ¡Si se quieren ir de Venezuela con sus embajadores, que se vayan todos, ya!”, aseguró el mandatario.
Nunca antes un presidente venezolano había contado con tanta desaprobación en América. Pero la baja popularidad y el rechazo no detiene a Maduro, que sostiene que las “más importantes potencias” internacionales “respetan, apoyan y quieren” a su Gobierno.