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Cómo hace Nicolás Maduro para subsistir sin el dinero del petróleo que vendía a EEUU

Washington anunció el 28 de enero la sanción más temida: el bloqueo de las cuentas de PDVSA, que cerró su mercado para el crudo venezolano. Las escasas alternativas del régimen para suplir uno de los pocos ingresos genuinos del país, y una pregunta inquietante: ¿cuánto más puede caer la economía?

Desde 2013, cuando asumió la presidencia tras la muerte de Hugo Chávez, Nicolás Maduro tiene una sola explicación para la debacle que enfrenta la economía venezolana: la “guerra económica” y la mano negra del imperio.

El problema de ese discurso es que lo desmentía la propia información oficial. Hasta comienzos de 2019, la mayor parte de los dólares con los que se financiaba el tesoro provenían de Estados Unidos, principal comprador del petróleo venezolano, que representa más del 90% de los ingresos del país.

Las sanciones estadounidenses aplicadas en los últimos años apuntaban contra funcionarios civiles y militares del gobierno, no al fisco. Recién el 28 de enero pasado, tras desconocer el segundo mandato de Maduro por su origen fraudulento, Washington ejecutó la “opción nuclear”: cortar las compras a PDVSA.

En rigor, lo que hizo fue bloquear sus activos en Estados Unidos y prohibir a sus ciudadanos hacer negocios con la compañía. Citgo, su filial en la potencia del norte, sigue operando, pero el Estado venezolano no puede acceder a sus dividendos. La idea del gobierno de Donald Trump es que las cuentas pasen a manos de Juan Guaidó, proclamado el 26 de enero presidente encargado por la Asamblea Nacional.

El próximo 28 de abril entrará en vigencia el complemento de esta sanción. En una iniciativa que pretende dejar a PDVSA sin clientes, Estados Unidos anunció que no se podrá usar su sistema bancario ni el europeo para transacciones con petróleo venezolano.

A pesar de que recién se cumplió un mes de la activación de la medida más temida por el chavismo, las exportaciones de crudo ya se derrumbaron un 40 por ciento. De un promedio de entre 1.47 y 1.66 millón de barriles diarios en los meses previos, cayeron a 920.000 en febrero, según datos informados por Refinitiv Eikon.

Maduro anunció una serie de acciones de contingencia, pero los analistas coinciden en que el país no tiene forma de conseguir en el corto plazo una fuente alternativa de divisas. El golpe puede ser brutal, porque las exportaciones de PDVSA ya estaban en mínimos históricos, tras años de decadencia por el reemplazo del personal de carrera por militares leales.

La pregunta sin respuesta es cuánto más puede caer una economía que se redujo a la mitad en los últimos cinco años, que cerró 2018 con una hiperinflación de 1.600.000%, y que enfrenta un desabastecimiento de alimentos, medicinas e insumos nunca antes visto.

“La tragedia de la economía es que todo siempre puede estar peor. No hay fondo. Esto va a convertir a Venezuela en un infierno, pero lejos de un estallido social que haga tambalear al régimen, lo que veo es que se va a acentuar el fenómeno migratorio. Hay pronósticos que indican que este año se puede ir un millón más de personas. Algo que termina induciendo el propio gobierno, porque es una válvula de escape: gente que podría estar calentando la calle, se va y le traslada el problema a otros países”, dijo a Infobae el economista Víctor Álvarez, investigador del Centro Internacional Miranda y Premio Nacional de Ciencias.

La destrucción del principal activo del país

Chávez asumió la presidencia de Venezuela con el objetivo de tomar el control de las principales estructuras económicas y políticas del país. Obviamente, eso incluía a PDVSA, una empresa que ya era estatal, pero que tenía un perfil tecnocrático y se manejaba con bastante independencia de los gobiernos.

El teniente coronel entró en una confrontación directa con la gerencia, que resistía sus intromisiones. En diciembre de 2001 se realizó el primero de una serie de paros petroleros, impulsado por Fedecámaras y por parte de los trabajadores de la empresa. Fue el preludio de la huelga que terminó en el fallido golpe de Estado de abril de 2002, que desalojó a Chávez de Miraflores por unas horas.

La escalada final fue el paro que se realizó entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, el más largo de la historia. Tras vencer a los huelguistas, el Presidente tomó definitivamente las riendas de PDVSA: despidió a más de 15.000 empleados de distintos niveles y los reemplazó por funcionarios leales a él.

“La gestión operativa de PDVSA pasó a depender de las alianzas políticas en lugar de los méritos profesionales. Se desviaron recursos de la empresa a actividades gubernamentales no relacionadas con el petróleo, y hubo una mayor distribución discrecional de ingresos al gobierno, a expensas de la inversión. Varias firmas internacionales que se negaron a operar bajo las nuevas normas fueron expropiadas en 2005″, contó Natan Lederman, profesor de economía de la Universidad Metropolitana, en diálogo con Infobae.

En este período, la petrolera colapsó. De un récord de 2.3 millones de barriles diarios exportados en 1998, cayó a un piso de 1.6 en 2003. Si la tendencia hubiera continuado, difícilmente el chavismo habría sido lo que fue. Pero a partir de 2004, el precio internacional del crudo se disparó: de 28 dólares el barril en 2003, llegó a 110 en 2012, según el valor medio establecido por la OPEP.

Ese impulso le permitió recuperar el volumen de ventas al exterior. Aunque nunca llegaron al nivel anterior, se acercaron bastante: 2.2 millones en 2008 y 2,1 en 2012. Sin embargo, la bonanza se terminó en 2013, justo cuando asumió Maduro.

Junto con la caída de la cotización del crudo, PDVSA acentuó su deterioro por su paulatina militarización. El vuelco definitivo se produjo en noviembre de 2017, cuando el mandatario le entregó el control a la Fuerza Armada, como pago por su fidelidad tras el golpe institucional que perpetró contra la Asamblea Nacional.

A pesar de no tener ninguna experiencia en nada parecido al petróleo ni a la gestión empresarial, el mayor general Manuel Quevedo fue designado presidente de la compañía y ministro del área energética. Las exportaciones cayeron de 1.9 millones de barriles en 2013 a 1.2 en 2018.

“La hecatombe económica por la que atraviesa el país no es consecuencia de las recientes sanciones —dijo Lederman—. El Fondo Monetario Internacional estima que el ingreso real per cápita ha caído aproximadamente 63,5% en los últimos seis años. Venezuela está sufriendo el colapso típico de un país que ha estado sujeto a todo tipo de intervenciones estatales. La caída en los precios del petróleo en junio de 2014 fue el shock externo que reveló el vergonzoso resultado de años de controles de precios, nacionalizaciones, falta de protección de derechos de propiedad, controles cambiarios, creación monetaria descontrolada y corrupción, entre otras políticas equivocadas”.

En este contexto, las sanciones del 28 de enero fueron la estocada final para una empresa y una economía sometidas a un largo proceso de autodestrucción. El efecto fue casi inmediato: las ventas a Estados Unidos descendieron de 484.000 barriles por día en enero a 149.000 en febrero, lo que hizo caer el volumen total a 920.000 barriles.

“El petróleo venezolano es sumamente pesado y necesita ser refinado. Como una parte es procesada en refinerías estadounidenses, la logística de buscar dónde transformar ese petróleo va a llevar un tiempo y va a significar un costo. Las sanciones no sólo impiden a las empresas estadounidenses pagarle a PDVSA, sino que tampoco pueden venderle los diluyentes que necesita el petróleo venezolano para refinarse. Todo eso genera problemas muy importantes”, explicó Dany Bahar, investigador del programa de Economía Global y Desarrollo en The Brookings Institution, consultado por Infobae.

El único comprador que le aporta hoy una cantidad significativa de divisas a PDVSA es India, que en febrero se convirtió en su principal cliente, con 360.000 barriles diarios. Pero las perspectivas de que pueda acercarse a los 749.000 que compraba Estados Unidos en 2017 son casi nulas.

“Son cosas que no se dan de la noche a la mañana —continuó Bahar—. Es más lejos y los costos de transporte son mayores, así que los márgenes de ganancia van a bajar. Por otro lado, venderle más a China no está claro si podría generar más cash, porque los barriles que compra son repago de lo que Venezuela le debe. Hay varios escenarios, pero en cualquiera pierde PDVSA”.

Desesperado ante la falta de divisas, Maduro ordenó al Banco Central vender lingotes de oro. La empresa Noor Capital de Emiratos Árabes confirmó el mes pasado que compró tres toneladas de oro, pero se estima que al menos ocho toneladas fueron distribuidas en el país asiático. De todos modos, más allá de que le pueda dar algo de oxígeno, es una estrategia que se agota en el corto plazo y cuyos dividendos están muy lejos de los que ofrece el petróleo.

Efectos sobre una economía devastada

“El Banco Central se está quedando seco —dijo Álvarez—. Por eso se están produciendo cambios bruscos en la política cambiaria. Inexplicablemente, el tipo de cambio oficial, el DICOM, superó por primera vez la tasa de cambio del mercado ilegal, que siempre es mayor. El Gobierno se vio obligado a liberar la cotización, ofreciendo un precio más atractivo que el ilegal para estimular al sector privado a vender sus dólares”.

La expectativa del régimen es incentivar las inversiones en el sector energético, estimular la repatriación de capitales privados que se fueron porque los forzaban a vender sus divisas a un precio irreal, y que las remesas de los millones de venezolanos en el exterior sean enviadas por canales formales. Con la precariedad institucional que exhibe, y las dudas sobre su estabilidad futura, es muy difícil que pueda convencer al público.

“Esas medidas no han podido compensar el descalabro en el ingreso de divisas, y se espera que la tasa de cambio se siga disparando —continuó Álvarez—. Como la economía depende mucho de bienes e insumos importados, el alza sostenida va a repercutir en la espiral hiperinflacionaria. El FMI pronosticó una suba de 10.000.000% para este año, pero se ha quedado corto. Si este deterioro sigue y no hay un acuerdo político, va a ser 23 millones por ciento, casi 2.000.000% mensual”.

Al mismo tiempo, la escasez de dólares se traducirá automáticamente en un mayor desabastecimiento de alimentos y medicamentos. Es decir que se va a agravar la crisis humanitaria.

“Según la encuesta Encovi, 51% de los hogares se encuentra en situación de pobreza, la pérdida de cobertura educativa alcanza al 70% de la población, la insuficiencia de ingresos para la compra de alimentos afecta al 89%, y el sistema de salud pública está paralizado”, dijo Lederman. “La situación se vislumbra catastrófica. Pero no por las sanciones, sino porque no se ve en un horizonte cercano un cambio político que permita realizar las reformas necesarias para estabilizar la economía”.

Fuente: INFOBAE

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