Bogotá.- La necesidad de extender el uso en América de la píldora que previene el VIH y los avances hacia nuevos planes de tratamiento de liberación prolongada, con inyecciones mensuales o incluso semestrales, centran el actual debate en el continente ante las metas regionales planteadas para 2020.
“La respuesta al VIH en América ahora tiene a la mano mejores tratamientos pero también otras herramientas” como la píldora que previene la infección o “PrEP (profilaxis preexposición) y los programas de prevención combinada”, afirmó a Efe Massimo Ghidinelli, jefe de la unidad de VIH, Hepatitis, Tuberculosis e Infecciones de Transmisión Sexual de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Tras su participación en el congreso VIH y Hepatitis en América 2019, este fin de semana pasado en Bogotá, el experto italiano destacó a Efe la urgencia de abordar nuevas acciones al señalar que esta “epidemia aún no está bajo control” y en la región se siguen reportando nuevos casos de VIH a un nivel “que no debería estar en este momento”.
Datos de la OPS indican que los nuevos casos anuales de VIH se mantienen en 120.000 desde 2010 en América Latina y el Caribe.
Un 64 % de ellos se presenta en la población gay, trabajadoras sexuales, mujeres trans y otros grupos de riesgo, para quienes las autoridades de salud han recomendado la PrEP, explicó a Efe Ernesto Martínez, presidente del comité de VIH de la Sociedad Colombiana de Infectología y uno de los organizadores del encuentro en Bogotá.
Aunque desde 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se ofrezca la PrEP como una opción a personas con riesgo sustancial de infectarse, este sistema es relativamente nuevo en América, donde pocos países, como Bahamas, Barbados, Brasil, Canadá y Estados Unidos, ya lo incluyen en sus políticas preventivas públicas.
El pasado 3 abril, Cuba también anunció el comienzo de la entrega gratis de esas píldoras dentro de un programa que por el momento se encuentra en fase de prueba.
“Se trata de una tableta diaria que, cuando se administra bien, puede reducir cerca del cien por ciento el riesgo”, asegura Martínez, al expresar que aunque el trabajo para una vacuna sigue avanzando, “la verdad es que aún es un tema lejano”.
En el encuentro, el médico Giovanni Ravasi, especialista en enfermedades infecciosas de la OPS, expuso los avances regionales del programa 90-90-90 para acabar con la epidemia de sida para el año 2030.
Detalló que en el primer objetivo, que se refiere a que para 2020 el 90 % de las personas que viven con el VIH conozca su estado serológico, hay un 77 % de progreso en el diagnóstico.
Mientras que en la meta de que el 90 % de los diagnosticados reciba terapia antirretrovírica continuada para 2020, hay un 79 % en tratamiento; y en la de que el 90 % de los que reciben terapia antirretrovírica tenga supresión viral, hay un cumplimiento del 83 %.
“El cuarto ’90’ que detectamos es la calidad de vida”, sostuvo a Efe el médico internista e infectólogo venezolano Víctor Saravia al indicar que el tratamiento al que se apunta ahora es uno de menor toxicidad, menos eventos adversos y una expectativa de vida similar a la de cualquier otra persona.
Sin embargo, “la reducción de la mortalidad no ha sido tan contundente”, advirtió Ravasi, al instar a la región a unirse al programa Tratamiento para Todos.
La OPS calcula que cerca de dos millones de personas viven con VIH en América Latina y el Caribe y cada año cerca de 50.000 pierden la vida por causas relacionadas con el sida.
De acuerdo con Ghidinelli, aunque la región tiene un nivel de cobertura “alto entre países de ingresos bajos y medios, con un 61 %, aún 4 de cada 10 personas no tienen acceso al tratamiento”
Expertos como Santiago Avila-Rios, investigador en México, subrayaron al respecto la importancia de la optimización del tratamiento y de acelerar el uso del antirretroviral dolutegravir ante la recomendación de la OMS por su eficacia y “alta barrera contra la resistencia”.
Los científicos se refirieron también a los avances hacia esquemas inyectables para mejorar la adherencia al tratamiento y la calidad de vida.
Las investigaciones, de las que se esperan resultados disponibles para finales de este año, según Martínez, apuntan a inyecciones mensuales para mantener a raya la infección, en lugar de comprimidos diarios.
“La perspectiva es llegar luego a inyecciones cada seis meses” que mejoren la calidad de vida y eviten que se abandone el tratamiento, añadió. EFE
Diana Marcela Tinjacá