Santo Domingo .- República Dominicana pasa en esta Semana Santa su particular vía crucis a causa de una de las peores sequías de las últimas décadas, mientras las autoridades tratan de crear conciencia sobre la importancia de hacer un uso racional del agua en una época en la que su consumo se dispara.
En estas fechas de asueto, en las que se vive uno de los principales éxodos vacacionales del año, es habitual una reducción de las reservas de este recurso a nivel nacional. Con el calor caribeño, ocio y agua van de la mano.
“En estos días la gente tiende al derroche y a realizar actividades con agua potable”, por eso, en estas fechas es especialmente importante que la población “tenga presente que el agua es vida y que hagan un uso racional de ese recurso”, señaló a Efe el responsable de comunicación de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd), Fidel Sánchez.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) correspondientes al miércoles, víspera de los días de mayor consumo, el volumen de agua embalsada en las principales nueve presas del país (de un total de 34) es de 743 millones de metros cúbicos (mmc), un 40,6 % de su capacidad de 1.830 mmc.
Las condiciones del tiempo durante la Semana Santa se presentan con escasas lluvias, según las predicciones de la Oficina Nacional de Meteorología, que solo anuncia chubascos focalizados en puntos aislados de la geografía nacional, y que en cada boletín insiste en exhortar a la población a usar racionalmente el liquido elemento.
Mientras en otras partes del mundo, como en España, se mira al cielo rezando para que un chubasco no arruine las procesiones, en el campo dominicano las plegarias piden todo lo contrario, que las precipitaciones, con permiso de quienes disfrutan de las playas, den un respiro a la agricultura y la ganadería.
Si bien en fechas recientes se han producido precipitaciones en diversos puntos del país, las lluvias no han bastado para paliar la crisis hídrica y sigue siendo necesario proteger las fuentes acuíferas del país debido a su reducción progresiva, señalaba la semana pasada el director general de la Caasd, Alejandro Montás.
Mientras las piscinas están rebosantes para quienes disfrutan de los días festivos, los productores agropecuarios están a la espera de recibir permiso de las autoridades para hacer nuevas siembras una vez recogida la cosecha debido a la sequía.
Según el Ministerio de Economía, la provisión de agua para consumo humano, así como la dotación para industrias, comercio y turismo no están resultado tan afectadas como el campo dominicano, pero las medidas que se están adoptando son variadas y afectan a diferentes segmentos.
Por ejemplo, a final de marzo se suspendió de manera provisional el corte y transporte de madera procedente de plantaciones y planes de manejo forestales de todo el país, mientras las autoridades anunciaban que someterán a la justicia a todo aquel que sea sorprendido dedicándose al lavado informal de vehículos o a quien se conecte de forma ilegal a los canales de suministro.
Antes de eso, también en marzo, fue necesario ejecutar un plan de emergencia para llevar ayuda a la zona noroeste del país, donde la agropecuaria es la principal actividad económica de la región y que, junto a la suroeste, es la más afectada por la sequía.
Más de un millar de cabezas de ganado fallecieron y diferentes cosechas se han visto afectadas, pero de momento no es posible medir las perdidas por el fenómeno natural, puesto que el país sigue bajo sus efectos, ante el cual la Administración ha prometido compensaciones a través de un fondo millonario.
Así que, más que llover café, como deseaba el cantautor Juan Luis Guerra en su archiconocido éxito, ojalá que llueva en el campo, pero agua, a la forma tradicional, para que la República Dominicana salga de la crisis hídrica, que puede verse agravada en estos días. EFE