San Francisco, EE.UU.- Una línea de alta tensión eléctrica operada por la compañía PG&E fue la causante del incendio más mortífero de la historia de California (EE.UU.), que el año pasado cobró la vida de 85 personas al arrasar en su totalidad un pueblo de 26.000 habitantes, informaron este miércoles las autoridades locales.
El Departamento Forestal y de Protección contra Incendios del estado, Calfire, reveló ayer los resultados de una investigación que ha durado varios meses (el fuego se declaró el 8 de noviembre pasado) y que responsabiliza al tendido eléctrico del origen de las llamas.
Pacific Gas and Electric (PG&E), la mayor empresa eléctrica del oeste de EE.UU., ya admitió en febrero que sus instalaciones eran la causa “probable” del conocido como incendio de Camp Fire, que arrasó 62.053 hectáreas y destruyó más de 18.000 edificios, además de causar 85 muertos.
El informe de Calfire determinó que las chispas provenientes de un cable roto perteneciente a una línea de alta tensión cercana a la población de Pulga originaron las primeras llamas y que la vegetación seca, las altas temperaturas y el fuerte viento de ese día contribuyeron a expandir el fuego a un ritmo “extremo”.
El incendio descendió por la ladera de la Sierra Nevada y alcanzó en cuestión de minutos las poblaciones de Magalia, Paradise (la mayor de todas ellas y donde causó el mayor número de fallecidos) y Concow.
En los alrededores de esta última localidad, el viento impulsó la vegetación contra otro tendido eléctrico y se declaró un segundo fuego, que fue “engullido” por el primero y contribuyó todavía más a su rápida expansión.
Las especulaciones sobre la posible responsabilidad de PG&E en el incendio empezaron a los pocos días de haberse declarado el fuego, cuando la empresa informó a las autoridades de que una avioneta había identificado minutos antes de que se iniciasen las llamas una “anomalía” en la línea de transmisión cerca de Pulga.
PG&E, que proporciona servicio de gas y electricidad a unos 16 millones de residentes en California, se declaró en bancarrota el pasado 29 de enero, cuando se acogió al capítulo 11 de la ley de bancarrotas de EE.UU. ante la “imposibilidad” de hacer frente a las enormes cantidades de dinero que le exigen los afectados.
A finales de febrero, PG&E ya había recibido varias demandas como presunta responsable del fuego cuya cuantía supera en total los 10.000 millones de dólares, y la firma aseguró que preveía que con la llegada de nuevas querellas y la adición de otras como responsable de incendios declarados en 2017, en total podría tener que pagar 30.000 millones en compensaciones.