John Walker Lindh, conocido como el “talibán estadounidense” tras ser capturado mientras luchaba con los insurgentes islamistas en noviembre de 2001, salió de prisión este jueves. Estuvo 17 años encarcelado y su liberación generó preocupaciones, ya que sugieren que no ha abandonado la ideología que lo llevó a Afganistán.
“Es inexplicable e irrazonable”, consideró el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, tras recibir la noticia.
Conocido como “Detenido 001” durante la guerra contra el terrorismo emprendida por Washington, la liberación de Lindh resucita los recuerdos de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y destaca el hecho de que, casi dos décadas después, Estados Unidos continúa batallando a los talibanes sin que se vislumbre un final.
“Por lo que entiendo, todavía amenaza a Estados Unidos de América y aún sigue comprometido con la misma yihad a la que se unió y que mató a un gran estadounidense y un gran oficial”, el agente de élite de la CIA Johnny Spann, dijo Pompeo al canal Fox News. “Hay algo profundamente preocupante y malo en ello”, agregó.
Las imágenes de Lindh tras su captura -con barba, sucio, despeinado y atado a una camilla- simbolizaron al enemigo del país.
Mientras su familia y cercanos aseguran que jamás utilizó las armas contra su propio país,otros dicen que sigue siendo un yihadista comprometido y un peligro para la sociedad.
En una carta dirigida a la Agencia Federal de Prisiones, dos senadores citaron esta semana acusaciones no comprobadas de que Lindh apoya la violencia extremista “abiertamente” y se preguntaron cómo se logrará contener esa supuesta amenaza.
“Debemos considerar las implicaciones de seguridad y protección para nuestros ciudadanos y las comunidades que recibirán a individuos como John Walker Lindh”, dijeron.
Liberación temprana
Lindh, de 38 años, fue sentenciado a dos décadas de cárcel, pero por buena conductasalió de la prisión de alta seguridad de Terre Haute, en Indiana, tres años antes.
Hijo de una pareja de clase media que vivía en el norte de San Francisco, Lindh se convirtió al islam a los 16 años y viajó en 1998 a Yemen a estudiar árabe.
Después de regresar a casa por varios meses, regresó a Yemen en 2000 y luego a Pakistán para seguir estudiando.
A mediados de 2001, aparentemente atraído por las historias de maltrato a los afganos, se unió a la lucha de los talibanes contra la Alianza del Norte, grupo opositor local que recibió luego el apoyo de Estados Unidos.
Después de que Estados Unidos interviniera en Afganistán tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, Lindh fue uno de los cientos de combatientes capturados por las fuerzas de la Alianza del Norte, el 25 de noviembre.
Le reveló su identidad estadounidense a dos agentes de la CIA.
Uno de ellos, Johnny Micheal Spann, murió en una revuelta de prisioneros horas después de haber interrogado a Lindh, lo que lo convirtió en el primer estadounidense asesinado en el conflicto posterior al 11 de septiembre en Afganistán.
Una vez de regreso en Estados Unidos, fue acusado de múltiples cargos de terrorismo y conspiración para matar estadounidenses. Políticos y generales demandaron entonces que se condenara a la pena de muerte.
Pero en julio de 2002, se declaró culpable de cargos mucho más reducidos relacionados con ayudar ilegalmente a los talibanes y de portar armas y explosivos.
Su sentencia de 20 años fue declarada una “victoria para el pueblo estadounidense en la batalla contra el terrorismo”. Pero también planteó dudas sobre el trato físico y legal que estaban recibiendo los detenidos de la guerra contra el terrorismo.
Un devoto musulmán
Según la mayoría de las versiones, Lindh se ha aferrado firmemente al Islam a lo largo de su encarcelamiento.
Pasó años con unos pocos prisioneros musulmanes en la Unidad de Gestión de Comunicaciones de la prisión de Terre Haute, donde sus contactos con personas y medios externos están estrictamente controlados.
Un informe interno de 2017 del Centro Nacional de Contraterrorismo de Estados Unidos, obtenidos por el sitio web de Foreign Policy, se decía que Lindh “continuó abogando por la yihad global y escribiendo y traduciendo textos extremistas violentos”.
La acusación no fue respaldada por ninguna evidencia pública y los documentos judiciales nunca retrataron a Lindh como un partidario de la “yihad global”.
Pero Alexander Meleagrou-Hitchens, investigador en el Centro para el Extremismo de la Universidad George Washington, asegura que durante su tiempo en prisión, Lindh se hizo cercano a Ahmad Musa Jibril, un árabe-estadounidense que desde su liberación en 2012 continúa predicando una versión extremadamente conservadora del Islam, popular entre los yihadistas.
Destino desconocido
La familia de Lindh y su abogado permanecieron en silencio antes de su liberación, sin dar ninguna pista de dónde irá o qué hará, ni tampoco hablaron al momento en el que dejó la prisión.
Pero enfrentará condiciones extremadamente difíciles en sus tres años de libertad condicional. Lindh, que también es un ciudadano irlandés, no puede obtener un pasaporte o viajar al extranjero.
Solo puede poseer o usar una computadora o teléfono con acceso a Internet con permiso oficial, y el dispositivo debe ser monitoreado continuamente por las autoridades.
A comienzos de esta semana, el padre de Spann pidió al tribunal que revisara la liberación de Lindh, basándose en el informe del Centro Nacional de Contraterrorismo de 2017.
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