La curiosa historia de cómo una cava de vino inspiró el origen del estetoscopio - N Digital
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La curiosa historia de cómo una cava de vino inspiró el origen del estetoscopio

A veces, las ideas surgen en lugares inesperados. En este caso fue la cava de vinos de un hotel en Graz, Austria.

En la década de 1750, el joven Leopold Auenbrugger estaba acostumbrado a ver a su padre dándole golpecitos a los barriles de vino para saber cuán llenos estaban.

Una década después, cuando ya era un médico calificado y trabajaba como doctor en Viena, se le ocurrió que si hacía lo mismo poniendo sus manos en el pecho del paciente y dando suaves golpes con un dedo, podía sentir -o si ponía su oído también en el pecho, escuchar- las vibraciones.

Confirmó que así podía darse cuenta de si estaba saludablemente lleno de aire o peligrosamente repleto de líquido.

¿Cómo? Pues si resonaba mucho, eso significaba que la cavidad estaba vacía; de lo contrario, había algún problema, quizás el pulmón estaba lleno de pus o tal vez había un tumor.

El descubrimiento era tremendamente alentador: abría las puertas a un mundo interior que siempre había estado presente y que potencialmente ayudaría a diagnosticar lo que no se veía, sin necesidad de cirugía un enorme paso adelante.

La práctica de poner la oreja directamente sobre el tórax del paciente se llamó auscultación.

El problema era que no sólo el sonido del interior del cuerpo era muy débil, incluso si presionaba el oído firmemente contra el pecho del paciente, sino que hacer eso en esa época era indecoroso, aunque fueras un doctor muy respetable.

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