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El Ártico puede estar sin hielo en septiembre si el planeta se calienta dos grados

El hielo marino del océano Ártico podría desaparecer por completo cada verano hasta septiembre si el promedio de las temperaturas globales aumentan dos grados en comparación con el de la era preindustrial, un objetivo a evitar que aparece recogido en el Acuerdo de París para evitar efectos perniciosos del cambio climático.

Así se recoge en un estudio realizado por seis investigadores pertenecientes a instituciones de Australia, Corea del Sur y Estados Unidos, y publicado en la revista Nature Communications.

El estudio indica que el Ártico podría estar completamente libre de hielo en el mes de septiembre con tan sólo dos grados centígrados de calentamiento global desde los niveles preindustriales. Históricamente, septiembre es el mes en el que se observa la menor capa anual de hielo en el Ártico y supone un periodo de transición entre el verano y el invierno en esa zona del planeta.

“El hielo retrocede de junio a septiembre y luego, en septiembre, comienza a crecer nuevamente en un ciclo estacional. Y estamos diciendo que no podríamos tener hielo en septiembre”, advierte Won Chang, coautor del estudio. Cuanto menos hielo tenga el Ártico en verano, más tiempo tardará ese océano en volver a congelarse durante el invierno polar.

Ello podría suponer malas noticias para la vida silvestre de la región, como focas y osos polares que dependen del hielo marino para criar y cazar, respectivamente. Alarma entre los expertos Los fenómenos extremos recientes en el Ártico, con altas temperaturas, sequía y aceleración del deshielo, preocupan a los expertos, que apuntan a la alarmante evolución en los últimos años y la vinculan con el cambio climático.

En toda Groenlandia, que posee la segunda capa de hielo más grande del mundo después de la antártica, se han registrado temperaturas superiores a la media en junio y julio, a la vez que las precipitaciones se han situado en mínimos históricos.

“Estos fenómenos se producen de vez en cuando, pero la ola de calor procedente de Europa a finales de julio supuso un empujón adicional”, explica Ruth Mottram, climatóloga del Instituto Meteorológico Danés (DMI), que tiene varias estaciones en Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca. Un período largo, desde abril, con calor persiste y sequía, precedido por un invierno seco, hizo que la nieve se derritiese más rápido y que cuando llegó la ola de calor se acelerase el deshielo.

Consecuencias de la última ola de calor El casquete glaciar groenlandés perdió en un día a principios de este mes 11.000 millones de toneladas, cifra récord, más del doble de la media diaria en la época de deshielo; y aunque se ha reducido progresivamente el ritmo, aún supera lo habitual en la época.

“Según los modelos que utilizamos, no esperamos que se supere el récord absoluto de 2012, pero sí que entre en el ‘top 5′”, afirma Mottram, quien resalta que nueve de los diez años con más deshielo en el casquete groenlandés han ocurrido en la última década y media.

Mottram admite que, aunque a corto o medio plazo las variaciones meteorológicas pueden fluctuar de un año a otro, las predicciones apuntan a que estos fenómenos ocurrirán más a menudo y que continuará aumentando el derretimiento de la capa de hielo ártica. Los datos de la capa de hielo marino son aún peores: desde mitad de julio su extensión es un 4% menor que la del año récord de 2012 y todo apunta a que se mantendrá esa línea cuando finalice el deshielo en mes y medio, asegura Sebastian Mernild, climatólogo y líder del noruego Centro Medioambiental Nansen.

Fenómenos extremos en los últimos años Más que esos datos a Mernild le preocupa la tendencia de las últimas tres décadas, aunque la aparición de fenómenos extremos es “la primera señal” de que hay un cambio climático en marcha. “Las consecuencias son graves, vamos a peores condiciones. Hay un balance negativo en la placa de hielo que contribuye a la subida del nivel del mar. Y eso es problemático.

Lo que hemos visto este año es probable que lo veamos con más frecuencia, los fenómenos extremos pasarán a ser normales, como ha ocurrido antes”, señala. El cambio climático tiene efectos “claros” en los pobladores del Ártico, debido a que la nieve llega más tarde y desaparece antes.

En Tasiilaq, localidad más poblada del este de Groenlandia (que Mernild acaba de visitar), se ha reducido en unas décadas el número de trineos de unos miles a un par de cientos, ya que el deshielo ha provocado que los períodos de caza sean mucho más cortos.

El Instituto Polar Noruego alertó a finales del mes pasado del hallazgo récord de doscientos cadáveres de renos en el archipiélago ártico de Svalbard, muertos de hambre porque ya no encuentran comida suficiente en invierno, ya que el aumento de las precipitaciones de lluvia en vez de nieve en la zona ha acabado con la vegetación.

Efectos en Finlandia Los efectos del cambio climático también se hacen notar en otros países de la zona ártica como Finlandia, con veranos marcados por la escasez de lluvias y temperaturas inusualmente altas, mientras los inviernos son cada vez menos fríos y con menos cantidad de nieve.

Este verano, Helsinki, batió un nuevo récord desde que hay registros, al alcanzar el 28 de julio los 33,2 grados centígrados, y gran parte del país sufrió una larga sequía que favoreció la aparición de centenares de pequeños incendios forestales.

Los expertos finlandeses calculan que la temperatura media nacional ha aumentado 2,3 grados desde mediados del siglo XIX, con una subida especialmente pronunciada en las últimas tres décadas. Según el Instituto Meteorológico de Finlandia, el cambio climático provocará que las temperaturas sigan aumentando en este país nórdico más que la media global del planeta.

En concreto, este organismo estima que para finales del siglo XXI la temperatura media anual en Finlandia habrá aumentado entre 2,3 y 6 grados centígrados en relación con el periodo 1986-2005, dependiendo de la evolución de las emisiones de gases contaminantes.

Las autoridades locales están tan preocupadas por los efectos del calentamiento global que han adoptado un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, con el objetivo de convertirse en un país neutro en carbono antes de 2035 y con emisiones de carbono claramente negativas a partir de entonces.

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