Madrid, .- Los incendios del Amazonas tienen consecuencias globales, una de ellas que los árboles quemados ya no podrán capturar CO2 de la atmósfera, por lo que todos “nos tendremos que ajustar, todavía más, un cinturón (el de las emisiones) que ya teníamos difícil”, advierte el biólogo Fernando Valladares.
Este investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), mayor centro de investigación público español, recuerda, en una entrevista con Efe, que la comunidad internacional se puso “medianamente de acuerdo”, con el Acuerdo del Clima de París -del que Estados Unidos ha anunciado su retirada-, en una reducción de la emisión de gases con efecto invernadero.
“Tenemos una agenda difícil de cumplir” para recortar las emisiones y limitar el aumento de la temperatura global a dos grados respecto a niveles preindustriales.
Pero ahora, “de repente, un gran contribuyente en positivo” como es el bosque amazónico lo será menos debido a los graves incendios. “Es preocupante”, consideró Valladares, también miembro de la Fundación Gadea Ciencia.
En lo que va de año se han contabilizado cerca de 80.000 focos de fuego en la selva amazónica, con picos durante el mes pasado de hasta 2.500 simultáneos, lo que también supone emisiones adicionales de CO2 a la atmósfera, pero para Valladares esta circunstancia, con ser preocupante, no es lo más grave.
Lo que calificó de “gran problema” es la cantidad de dióxido de carbono que los árboles quemados ya no podrán absorber ni fijar.
Para ayudar a reducir la cantidad de gases “contábamos con un bosque amazónico que hiciera una función, que ya no va a hacer igual, pues nos hemos quedado sin unos millones de hectáreas que no van a funcionar en los próximos diez o doce años captando el CO2”.
El Amazonas es “cada vez más pequeño y funciona peor”, dice el doctor en Ciencias Biológicas, quien cita un estudio que demuestra cómo en los últimos años 30 años ha dejado de fijar la mitad de carbono debido a una combinación de factores no todos bien conocidos.
Algunos de esos factores son la deforestación o el efecto directo de algunas actividades humanas, indica Valladares, pero otros “no terminamos de saber muy bien (cuales son) y posiblemente entre ellos esté el propio cambio climático.
Los fuegos que arrasan el Amazonas han terminado por llamar la atención de medios y sociedad, por eso espera que este nuevo foco mediático y la presión internacional haga que la temporada de incendios acabe de manera menos catastrófica.
Para frenar la plaga de incendios no hay solo que castigar a quien prenda fuego, sino que hay que educar, concienciar, que la gente se dé cuenta de que si conserva la Amazonía puede tener una vida “más amable y próspera”.
Hay que “aprender lo mucho que tenemos que ganar relacionándonos con los recursos naturales de otra manera”, sin embargo hace décadas que movimientos ambientalistas y ecologistas realizan campañas de concienciación que “están muy bien”, pero es “insuficiente”.
La concienciación llega a un techo que es imposible pasar, por lo que “hay que romper ese techo de cristal” y lo tiene que hacer la sociedad en su conjunto.
Cuando los fuegos finalmente se extingan surgirá la pregunta de si el bosque quemado podría algún día recuperarse, lo que hasta cierto punto es posible, pero depende de muchos factores.
El bosque amazónico -explica- “quema mal porque hay mucha humedad. El primer fuego no lo quema del todo, lo que lo terminaría de machacar sería un segundo incendio unos años después. Eso lo convierte en sabana y es irreversible”.
Si las zonas quemadas logran varias décadas de condiciones favorables, “tranquilas” e incluso con medias que ayuden, como prevenir la erosión, es posible que se recuperen en “un porcentaje muy alto”.
El problema, destaca Valladares, es que “no damos tregua. No podemos pensar que la naturaleza va a obrar milagros. La naturaleza bastante hace para regenerar pero no lo hace de forma automática”.