MUCHOS ASUMIMOS QUE NUESTRA CERCANÍA CON LAS PERSONAS NEGRAS PERMITE QUE PODAMOS DECIR ESA PALABRA, PERO NO ES ASÍ.
El 15 de octubre, la actriz Gina Rodríguez fue muy criticada en las redes sociales después de publicar un breve video en el que aparecía usando “la palabra que empieza con N” (nigger) mientras cantaba un verso de un rap de Lauryn Hill. La estrella de “Jane the Virgin” eliminó rápidamente el video y subió otro clip en el que se disculpaba con los que se habían sentido ofendidos. Además, publicó una nota en Instagram en la que volvía a excusarse y hacía vagas promesas de hacer una autorreflexión en el futuro cercano.
Es posible que esta situación haya tenido una mayor repercusión por el historial de Rodríguez con la comunidad negra, ya que en múltiples ocasiones durante los últimos años ha sido criticada por expresar opiniones en contra de las personas de raza negra y enfrentar a mujeres latinx y a mujeres negras entre sí.
Pero incluso si se ignoran los antecedentes de Rodríguez, el incidente muestra una desagradable verdad: la inquietante comodidad con la que muchas personas latinx dicen la “palabra-N” y el derecho que afirman tener para usarla. También pone de manifiesto una complicada dinámica entre dos grupos marginados, y lo que para ellos significa experimentar la solidaridad y la división.
En los barrios urbanos de todo el país, desde Corona, Queens, donde crecí, hasta Compton, California, las comunidades afroestadounidenses y latinx viven en estrecha convivencia, a menudo segregadas de los blancos a través de prácticas institucionalizadas o históricamente racistas. Por eso, de manera natural, durante décadas ha surgido un intercambio cultural que existe a través de la cooperación empresarial local, la organización comunitaria, la gastronomía y, en particular, el léxico. El inglés vernáculo afroestadounidense y el español coloquial se unen afuera de las tiendas de barrio (llamadas “bodegas” en Estados Unidos) o en los parques.
En esos vecindarios multirraciales resulta inevitable que ambos grupos compartan inquietudes y ansiedades sobre la discriminación y el racismo, especialmente en lo que respecta a la policía y la formulación de políticas. Como a menudo son atacados por las mismas fuerzas que los afroestadounidenses, las personas latinx pueden sentirse igualmente agraviadas hasta el punto de identificar la naturaleza de su maltrato como racismo.
Pero hay aspectos en los que la división se hace más visible, o al menos más complicada. En algunos casos, las personas afrolatinas constituyen una gran parte de la comunidad; al principio de su carrera, la rapera Cardi B, quien se identifica como negra y latina, comenzó a defender su negritud y su derecho a usar “la palabra que empieza con N” tras haber sido criticada.
Y hay grandes sectores de la población latinx que no se identifican como de raza negra (e incluso quizá se identifican como personas blancas). Si bien es posible que quienes se presentan e identifican como personas afrolatinas usen la “palabra-N” sin enfrentar críticas (los ataques contra Cardi B, por ejemplo, se han calmado a medida que su fama ha aumentado), aquellos que se definen como blancos e hispanos en un formulario de censo pertenecen a una categoría completamente diferente.
Esta situación se complica aún más por la ubicuidad del hip-hop estadounidense como la cultura juvenil predominante. Lo que alguna vez fue el sonido de los artistas urbanos dirigiéndose a sus compañeros y vecinos se ha convertido en el género favorito de los jóvenes estadounidenses de todas las razas, por lo que domina las plataformas de emisión en continuo y, en gran medida, las listas de Billboard. La aparición de esa palabra en las canciones funciona como un reclamo del término por parte de los artistas negros y no con la intención de ser usada de manera maliciosa, por lo que muchos jóvenes, independientemente de su color de piel —incluyendo a las personas latinx—, no ven como un problema repetir esa palabra en las letras de rap.
La canción “Otro Trago”, del cantante panameño de reguetón Sech, fue uno de los mayores éxitos del verano en Estados Unidos y cuenta con la participación del rapero puertorriqueño Darell, quien dice dos veces la palabra durante la canción. A unas diecinueve semanas de su lanzamiento en la lista de Billboard Hot 100, resulta evidente que el hecho de que un artista latinx que no es de raza negra use esa palabra en la canción de un artista afrolatinx no ha afectado su popularidad.
Estos factores han generado el surgimiento de una mentalidad que aprueba que las personas latinx usen esa palabra. Sin embargo, cuando se defienden de las críticas, rara vez abordan la funesta historia que conlleva el vocablo. En una entrevista reciente con Buzzfeed, el rapero de SoundCloud, Lil Pump, fingió que la controversia no existía y durante toda la conversación utilizó libremente la palabra.
Y durante una reciente aparición en Hot 97, la estación neoyorquina de radio especializada en hip-hop, el rapero puertorriqueño y cubano-estadounidense Fat Joe equiparó a los afroestadounidenses con las personas latinx, agregando que estas últimas “incluso pueden identificarse más con la cultura africana y negra que las personas negras”. El comentario provocó un debate en línea, en parte porque su largo historial de uso casual de “la palabra que empieza con N” básicamente pasa por alto cómo se usa ese insulto contra los negros de una manera en que no puede utilizarse contra personas latinas que no son de raza negra, como es el caso de Fat Joe.
Lo mismo puede decirse de Rodríguez y Jennifer López, otra intérprete latinx, quien enfrentó una reacción similar hace casi 20 años por usar la palabra en el remix de “I’m Real”, una canción suya de 2001.
López, una puertorriqueña criada en el Bronx, había asumido que sus orígenes culturales la protegerían de las críticas. Siendo una puertorriqueña criada en Chicago, Rodríguez supuso que cantar, sin censura, una de sus canciones favoritas de hip-hop era un acto inofensivo que millones de estadounidenses hacen cada semana en sus hogares, en las reuniones con amigos o en masa cuando acuden a los conciertos de rap.
Quizás en sus círculos íntimos, y entre sus amigos negros, puedan usar la palabra sin problemas: el rapero Ja Rule, quien tuvo una participación especial en “I’m Real”, la defendió. (López también afirmó, en medio de las protestas y la oposición de las principales personalidades de la radio por el sencillo, que fue él quien escribió la letra para ella). Pero siendo figuras públicas cuyas elecciones lingüísticas afectan a un mayor número de personas con diferentes experiencias y perspectivas, esto proyecta una mala imagen. Y todas estas estrellas no lograron entender la gravedad de la palabra ni su relación con el dolor de la comunidad negra, por lo que respondieron con disculpas falsas y defensivas.
No hay justificación para que una persona latinx que se define como blanca continúe usando la “palabra-N” sabiendo lo dañina que es para sus compañeros afrolatinos y afroestadounidenses, quienes mantienen un debate más amplio y controvertido sobre su uso como reclamo coloquial.
Solo la erradicación de la “palabra-N” del vocabulario latinx realmente podrá rectificar las cosas en el futuro. Las personas latinx sufrimos nuestra parte de prejuicios y demonización, y debemos adoptar una postura empática en nuestros propios círculos para dejar de participar en la amplificación del sufrimiento de nuestros vecinos.
(Gary Suárez es un escritor y crítico musical nacido y criado en Queens, Nueva York, donde vive actualmente).
c.2019 The New York Times Company