Un atentado con dos artefactos explosivos golpeó hoy una humilde mezquita en un pueblo remoto del este de Afganistán, causando al menos 63 muertos, en su mayoría campesinos y niños que se habían congregado para el rezo del viernes.
El ataque ocurrió a primera hora de la tarde en el pueblo de Jawdara, próximo a la frontera paquistaní en la provincia de Nangarhar, una localidad que hasta hace dos años se encontraba bajo el control del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
“Es un pueblo grande y tiene cientos de casas, la mayor parte de agricultores pobres”, explicó a Efe Hasan Khan Usmanzai, un exjefe del distrito de Haska-Mena, donde sucedió el atentado.
La sencilla mezquita de adobe era frecuentada por cientos de vecinos “pobres, incluidos niños”, añadió Usmanzai.
Varias imágenes publicadas por medios locales, como el canal Tolo, y en redes sociales muestran un edificio rectangular reducido a escombros rodeado por campos de cultivo y barro por las constantes lluvias.
También hileras de tumbas recién excavadas, debido a la costumbre islámica de enterrar a los muertos lo antes posible, con cadáveres de hombres y niños con los rostros quemados colocados sobre los tradicionales charpois o camastros de cuerda.
“Uno de los heridos falleció en el hospital debido a sus graves lesiones, así que el balance de víctimas aumentó a 63 muertos y 35 heridos”, dijo a Efe el portavoz de la Policía de la región, Mubariz Atal.
Según la fuente, la mayor parte de los heridos fueron trasladados al hospital de la capital provincial Jalalabad, situada a unos 70 kilómetros, y están fuera de peligro.
“Solo unos pocos” se encuentran en estado crítico, dijo, antes de precisar que “varios jóvenes, con edades de entre 10 y 18 años, figuran entre los muertos y heridos”.
Aunque en un primer momento hubo cierta confusión entre las declaraciones de las autoridades sobre la causa de las explosiones y el número de víctimas, el portavoz de la Policía afirmó después que la investigación inicial sugiere que se produjeron dos detonaciones dentro de la mezquita.
“Dos bombas, colocadas dentro de la mezquita, explotaron una después de otra y provocaron el derrumbe del techo. (Pero) fueron las explosiones las que causaron la mayoría de las víctimas”, señaló.
Sediq Sediqqi, portavoz del presidente afgano, Ashraf Ghani, condenó el atentado contra la mezquita y acusó a “los talibanes y sus socios” de atacar a la población civil en los lugares de culto.
Ningún grupo armado ha reivindicado la autoría del atentado, que tuvo lugar en la provincia bastión del Estado Islámico en Afganistán y donde también controlan amplias zonas los talibanes.
Estos últimos, sin embargo, se desvincularon como suele ser habitual del ataque (es raro que asuman atentados en lugares públicos como mezquitas), algo que sí suele hacer el EI.
“Un ataque con mortero o una explosión contra una mezquita en el distrito de Haska-Mena de la provincia de Nangarhar es un gran crimen. El Emirato Islámico (como se autodefinen los talibanes) condena enérgicamente este crimen cobarde”, aseguró el principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, en un comunicado.
Horas después del ataque, la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) anunció una investigación al respecto “tras recibir múltiples informes creíbles de un gran número de bajas civiles”.
“Los ataques contra lugares de culto suponen violaciones serias de la ley internacional y se consideran crímenes de guerra”, indicó la UNAMA en un comunicado.
Las acciones contra mezquitas no son nuevas en Afganistán, como la cometida en agosto del año pasado contra un lugar de culto de la minoría chií hazara que se saldó con al menos 30 muertos.
La explosión de hoy se produjo un día después de que la UNAMA advirtiese en un informe de que la violencia en Afganistán ha ido en aumento en los últimos meses, coincidiendo con la intensificación de las negociaciones de paz entre representantes de Estados Unidos y los talibanes, que en septiembre cancelaría abruptamente el presidente estadounidense, Donald Trump, tras un atentado en Kabul.
Según los datos de la UNAMA, entre julio y septiembre de este año murieron 1.147 civiles y otros 3.139 resultaron heridos, lo que supone un récord de víctimas civiles en un solo trimestre desde que el organismo empezó a contabilizar estos hechos en 2009. EFE