NUEVA YORK — Ray Santos, quien tocó con las estrellas más grandes del jazz latino y compuso arreglos reconocidos por su economía y claridad, murió el 17 de octubre en un hospital cerca de su casa en el Bronx. Tenía 90 años.
Su hija Rhynna Santos dijo que la causa del deceso fueron complicaciones por una insuficiencia cardiaca congestiva.
En la década de los cincuenta y sesenta, si estabas en el Palladium o en alguno de los clubes nocturnos de Nueva York donde tocaban jazz latino y los elegantes bailarines practicaban los nuevos pasos de inspiración cubana, hay muy buenas posibilidades de que hayas escuchado a Santos. Era un miembro fundamental de las bandas lideradas por luminarias como Tito Puente, Machito y Tito Rodríguez, conocidos como los Tres Grandes del mambo.
En una entrevista para el blog Jazz Wax en 2009, Santos dijo que esos tres directores de orquesta podían “ponerse como locos” cuando sentían que los músicos no estaban dando lo mejor de sí. “Machito era discreto cuando estaba molesto. Pero Puente y Rodríguez sacaban el látigo. A todos les tocaba”, dijo.
Como arreglista, conductor y profesor —lo apodaban El Maestro— Santos era más mesurado.
Wynton Marsalis, director ejecutivo y artístico de Jazz en el Lincoln Center, quien invitó a Santos a conducir conciertos en los noventa, en una entrevista lo describió como “un músico extremadamente astuto” capaz de percibir el más mínimo error de un ensamble, pero que trataba a los músicos “con equidad”.
“Era un gran conductor de músicos improvisadores. No es estricto. Quiere escuchar la libertad”, afirmó Marsalis. Y añadió, “Él simplemente representaba la calidad, la visión y la dignidad de todo un idioma, y no me refiero al de la música afrolatina, sino de la música estadounidense”, añadió.
Santos escribió arreglos para Chico O’Farrill, Mario Bauzá, Noro Morales, Celia Cruz y Eddie Palmieri. Tocó el saxofón tenor en el influyente álbum de jazz afrocubano titulado “Kenya” (1958), donde Cannonball Adderley interpretó el saxofón alto.
En 1992, arregló muchas de las canciones para la banda sonora de la película “The Mambo Kings”, así como “Frenesí” (1992), el álbum de Linda Ronstadt de canciones de pop latino, por el cual ganó el Grammy Latino a mejor álbum tropical tradicional.
Durante casi tres décadas Santos enseñó en el City College de Nueva York donde, además de estar al frente de la banda de música latina, transmitía su larga experiencia a las nuevas generaciones de músicos.
Uno de ellos fue Arturo O’Farrill, el pianista, compositor y director de la Orquesta Afro Latin Jazz. O’Farrill, hijo del viejo colega de Santos, Chico O’Farrill, comentó en una entrevista que Santos, “jamás fue exagerado ni al tocar ni al componer” y que “su contribución al género fue una inconfundible claridad y determinación”.
“Por ejemplo, para tocar sus partes para piano no era necesario ser experto en física”, continuó O’ Farrill. “Se tocaban solas. Su música se tocaba sola; estaba tan bien escrita, era tan clara que era inevitable que te movieras”.
Raymond Santos nació en Manhattan el 28 de diciembre de 1928. Sus padres, Carmen y Ramón Santos, eran de Puerto Rico. Su madre hacía muñecas y su padre era un portero. Primero creció en el East Harlem y luego en el Bronx, inmerso en la música puertorriqueña y en el jazz de grandes orquestas, sobre todo las del tipo de Benny Goodman, Glenn Miller y Count Basie.
Comenzó a estudiar el saxofón de adolescente y se graduó de la preparatoria Haaren High School en Manhattan antes de estudiar música clásica en The Juilliard School. Ahí, entre sus contemporáneos estaban Teo Macero, quien se convertiría en un aclamado productor musical, y la soprano Leontyne Price. Se graduó a inicios de los cincuenta.
“Estuve en contacto con la música clásica y me maravilló cuánto de la armonía del jazz provenía de Stravinsky y Ravel”, dijo Santos en 2009. “Analizábamos las partituras de obras clásicas, y así empecé a hacer arreglos. Eventualmente le dedicaba tanto tiempo a la teoría musical y a la composición como a practicar el saxofón”.
El matrimonio de Santos con María Santos terminó en divorcio.
Además de su hija Rhynna, lo sobreviven otras tres hijas, Virna Santos, Cynthia Santos-DeCure y Carmen Santos-Robson, una mezzosoprano; además tuvo un hijo, Raymond Jr.; y ocho nietos.
En 2011 la Academia Latina de la Grabación reconoció a Santos con el Premio del Consejo Directivo por su trayectoria profesional. En 2016, el Berklee College of Music en Boston le confirió un doctorado honoris causa.
Siguió trabajando casi hasta el final. Su último proyecto fueron los arreglos que compuso para el álbum de Eddie Palmieri titulado “Mi Luz Mayor”.
c.2019 The New York Times Company