Madrid, (EFE).- La visita de Estado que los reyes de España harán a Cuba desde este lunes es un hito en el vínculo de este país con su antigua colonia, al ser la primera que un monarca protagonizará de manera bilateral, con la que se pretende normalizar una relación marcada por luces y sombras en los últimos 40 años.
Coincidiendo con el 500 aniversario de la fundación de La Habana, Felipe VI, junto a la reina Letizia, va a poner fin a lo que el Gobierno del socialista Pedro Sánchez definió como una “anomalía” por el hecho de que hasta ahora no hubiera tenido lugar el viaje real.
Si la presencia de Sánchez a la isla en noviembre de 2018, la primera visita oficial de un presidente del Gobierno en 32 años, sirvió para “romper el hielo” con el régimen castrista, la de Felipe VI supondrá “la normalización de las relaciones” con un país al que a España le unen numerosos lazos históricos, culturales, sociales y empresariales, según el Ejecutivo español.
No es la primera vez en la que un rey pisa el país caribeño, puesto que Juan Carlos I lo hizo en noviembre de 1999, aunque en un ámbito multilateral, cuando participó en la cumbre iberoamericana junto al entonces jefe del Ejecutivo, el conservador José María Aznar.
En aquel viaje Fidel Castro trató al rey Juan Carlos con deferencia y le agradeció su “presencia amistosa y solidaria”, al tiempo que hizo patente su distanciamiento con Aznar por ser el abanderado del endurecimiento de la política de la Unión Europea hacia el país caribeño y por entrevistarse con la disidencia durante su estancia en La Habana.
A su llegada al poder en mayo de 1996, Aznar suspendió la cooperación con la isla y a final de ese año, haría valer su postura en la UE con la aprobación de la llamada “posición común”, que vinculaba la colaboración con Cuba a su apertura democrática.
“Nos vamos de Cuba pensando en volver, seguros de que a esta tierra llegará muy pronto ese futuro de paz y de concordia, de encuentro y cercanía, en el que Cuba se abra a Cuba”, fueron las palabras que Juan Carlos I, junto a la reina Sofía, pronunció para desear una pronta visita de los reyes.
El entonces ministro de Exteriores, Abel Matutes, llegó a confirmar que irían a Cuba en la primavera de 1999, pero Aznar lo impidió.
“El rey irá a Cuba cuando toque”, zanjó entonces el presidente del Gobierno, quien durante sus ocho años de mandato mantuvo una difícil relación con Fidel Castro.
Uno de los momentos de más tensión diplomática tuvo lugar en 2003, cuando el comandante tachó a Aznar de “führercito de ideas nazi-fascistas” y “payaso” a cuenta de las sanciones aprobadas por la UE como reacción a la represión contra 75 opositores cubanos.
Aunque no exenta de algunos desencuentros, como cuando Castro cuestionó la legitimidad de las monarquías, incluida la española, la etapa del socialista Felipe González (1982-1996) estuvo marcada por la fluidez de las relaciones, lo que llevó al líder revolucionario a protagonizar su primera visita a España en 1984, a las que seguirían otras tres, dos de ellas, con Aznar en el Gobierno.
También González estuvo en la isla en 1986, después de que ocho años antes lo hiciera Adolfo Suárez, con quien se acometió el deshielo de las relaciones tras la falta de trato durante el franquismo.
El regreso del PSOE al poder en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero dio paso a un nuevo acercamiento, al que contribuyó el empeño de su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en enterrar las tiranteces vividas con Aznar.
Moratinos viajó a la isla en 2007 para abrir “un diálogo franco, de respeto mutuo y de avanzar en las relaciones”, pese a las reticencias del Gobierno estadounidense de George Bush y de la disidencia cubana.
Así se lo hizo saber a Raúl Castro, que había asumido la presidencia ante la convalecencia de su hermano y a quien le entregó una carta del rey Juan Carlos para expresarle su “afectuoso saludo” y su deseo de recuperación.
Moratinos revelaría años después que Juan Carlos I, en una comida con Barack Obama, en 2010 en la Casa Blanca, fue “el gran mediador” para convencerle de que normalizara su relación con Cuba, lo que EE.UU. llevó a la práctica cinco años después.
La buena sintonía del Gobierno de Zapatero con La Habana permitió abrir un canal de interlocución y logró que el régimen castrista permitiera el exilio a España de más de un centenar de presos.
Tras su abdicación en 2014, el rey Juan Carlos regresó a la isla para asistir al funeral de Fidel Castro en 2016 y meses después, ya sin “posición común” europea, el entonces titular de Exteriores, Alfonso Dastis, anunció que se trabajaba en la visita real a principios de 2018 al recibir la invitación de Raúl Castro.
Pero la inestabilidad política en España y el relevo en la presidencia en la isla enfriaron los planes.
Una larga espera que, ya sin los Castro en el poder, llegará a su fin la próxima semana.