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Cómo no sentir nada ahora para sentir más después

SAN FRANCISCO — Les estaba yendo muy bien a los hombres de la calle Tennessee. Las mujeres querían hablar con ellos, los inversionistas querían invertir, su nuevo sitio tenía mucho tráfico, recibían llamadas en sus celulares y sus cartas de Magic: The Gathering eran valiosas. Precisamente todo eso era el problema.

Intentaron reducir el placer. No comían durante días (ayuno intermitente). Se abstenían de usar pantallas (desintoxicación digital). No era suficiente. La vida todavía era buena y placentera.

Por eso llegaron a la raíz del asunto: la dopamina, un neurotransmisor que participa en la manera en que sentimos placer. Los tres hombres —todos de veintitantos y fundadores de SleepWell, una empresa emergente de análisis del sueño— debían someterse a una privación de dopamina.

“Somos adictos a la dopamina”, dijo James Sinka, el más exuberante de los tres en cuanto a su nueva práctica. “Como recibimos tanta dopamina todo el tiempo, terminamos queriendo más y más, así que las actividades que solían ser placenteras ahora ya no lo son. Las estimulación frecuente de la dopamina hace que el límite inferior del cerebro sea más alto”.

Hay una comunidad creciente que se dedica a evitar la dopamina en la ciudad, y el concepto ha cautivado rápidamente a los medios.

Cameron Sepah es inversionista de la empresa emergente, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, campus San Francisco y también practica la privación de dopamina. Sepah afirma que utiliza esa técnica en el consultorio médico con sus pacientes, que sobre todo son trabajadores del sector tecnológico e inversores de capital de riesgo.

El nombre que le han dado —privación de dopamina— es un poco erróneo. Es más una privación de estimulación. Pero el nombre funciona bastante bien, dijo Sepah.

“La privación de dopamina simplemente es un mecanismo que explica cómo pueden reforzarse las adicciones y además es un título pegajoso”, escribió en un correo electrónico. “No hay que tomárselo literalmente”.

En una fría mañana reciente, Sinka y Andrew Fleischer, cofundador de la empresa emergente, ambos de 24 años, comenzaban su proceso de privación mientras Alberto Scicali, de 26 años, otro fundador, gestionaba la empresa emergente desde su dormitorio.

Sinka, que tiene una melena de cabello rizado, llevaba zapatos antiresbalantes y un suéter tejido para poder hacer un poco de su rutina de estiramientos en la mañana. Fleischer estaba leyendo un libro.

La privación de dopamina es sencilla porque básicamente es una privación de todo.

No comían. No veían ninguna pantalla. No escuchaban música. No hacían ejercicio. No tocaban otros cuerpos por ningún motivo, especialmente el sexo. No trabajaban. No tenían contacto visual. No hablaban más de lo estrictamente necesario. El fotógrafo podía tomarles una foto, pero sin flash.

La cantidad de cosas que no hacen es potencialmente interminable.

La mejor privación de dopamina es la privación sensorial total, como flotar en un contenedor de agua sin luz, por ejemplo, o encerrarse en un armario. Sin embargo, quienes practican esta privación en San Francisco esperan seguir existiendo en el mundo normal.

“Cualquier tipo de privación se practica según una gama”, dijo Sinka mientras cambiaba de posiciones lentamente para realizar distintos saludos al sol, con cuidado de no subir demasiado su frecuencia cardiaca, y preocupado por estar hablando demasiado esa mañana.

Los tres se graduaron hace poco del Instituto Rochester de Tecnología en Nueva York, donde se conocieron y comenzaron a trabajar juntos. Al transcurrir unos meses, su empresa emergente se sometió a algunos cambios. Comenzó como una empresa de extracción de café que se transformó en una compañía de extracción de canabinoides (algo mucho más rentable) que a su vez se convirtió en una empresa de síntesis de canabinoides para dormir mejor, que ahora se transformó en una compañía de entrenamiento del sueño.

Su trabajo es colocarles a sus clientes varios dispositivos de sueño —el casco para dormir Dreem, el anillo para dormir Oura, el tapete para dormir Withings— y probar sus intervenciones.

Su apartamento está limpio y es moderno: tienen un frigorífico para vinos vacío y pocas decoraciones, como un póster de “Breaking Bad”.

Su horario habitual de trabajar todo el día y todos los días en proyectos distintos era demasiado. Los inversionistas y los clientes les exigían cosas. Sus iteraciones de la empresa emergente se habían convertido en un trabajo de verdad.

“Jamás pensé en privarnos del trabajo”, dijo Sinka. “Pero en cuanto comenzamos a presionarnos por el trabajo, se volvió menos divertido, y creí que sería buena idea privarnos del trabajo”.

¿Como hacemos durante un fin de semana? No, dijo en referencia a que no pueden dejar de trabajar durante tanto tiempo.

Silicon Valley no es la primera comunidad en descubrir que moderar las emociones o pasar tiempo tratando de sentir menos puede ser la clave de la felicidad. En su búsqueda, están adoptando la actitud de dos comunidades muy antiguas: los que meditan en silencio y los amish.

Steven Nolt, profesor en Elizabethtown College en Pensilvania y autor de “A History of the Amish”, dijo que algunos aspectos de la privación de dopamina recuerdan el estilo de vida amish.

“En comparación con muchos de nosotros, los amish sienten de manera más tenue”, dijo Nolt. “La idea de los límites en la vida, que debe haber límites y señales de productividad, es un concepto esencial para los amish”.

Sin embargo, los amish no verían con buenos ojos a los que se privan de dopamina.

“No confían mucho en que las personas por sí mismas toman buenas decisiones”, comentó.

Karen Donovan, que está desarrollando un nuevo centro de meditación silenciosa Vipassana en Silicon Valley, dijo que considera que esta tendencia se acerca más a la mejor privación de dopamina: sentarse en el piso en un lugar oscuro con los ojos cerrados durante diez días.

“Hay una conciencia creciente de lo que en términos de Vipassana llamaríamos sufrimiento”, comentó.

A Sinka le parece que, después de la privación, las actividades cotidianas se vuelven más emocionantes y divertidas. El trabajo vuelve a ser placentero. La comida es más deliciosa.

“Podemos manipular la biología”, dijo Sinka, y señaló que “los primeros homo sapiens” no tenían muchos alimentos dulces, como moras azules y cosas así.

A veces a las personas les parece difícil o molesto encontrarse a los hombres de la calle Tennessee cuando están privándose de dopamina.

El otro día, Sinka se topó con una vieja amiga pero tuvo que decirle que no podían seguir hablando.

“No la había visto en seis meses, y fue muy emocionante, muy estimulante, y podía sentir lo emocionado que estaba”, comentó. “Así que tuve que detenerla y simplemente le dije: ‘Oye, no eres tú, soy yo: estoy privándome de dopamina’”.

c.2019 The New York Times Company

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