La mononucleosis es una enfermedad muy contagiosa que se transmite, principalmente, de persona a persona a través de los besos. Por esta razón, también es conocida como ‘la enfermedad del beso’ y su prevalencia es mucho más frecuente entre adolescentes y jóvenes adultos.
El virus responsable de esta enfermedad es el Epstein Barr (VEB) y se caracteriza por ser asintomático, en muchas ocasiones. Esto hace que se pueda propagar con mayor facilidad.
Además, como indica la Asociación Española de Pediatría (AEPED): “La mononucleosis se presenta durante todo el año, sin predilección por una temporada o estación del año concretas”.
¿Cómo se diagnostica la mononucleosis?
La forma más clara de diagnosticar la mononucleosis es a través de su sintomatología. Aunque, algunas veces, puede confundirse con una faringitis bacteriana, acudir al médico lo antes posible será indispensable para realizar un diagnóstico veraz.
Algunos de los síntomas más significativos de esta enfermedad que recogen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC) son los siguientes:
- Fatiga extrema: el paciente con mononucleosis es incapaz de seguir con sus actividades normales debido a que su cuerpo manifiesta un cansancio extremo. Cualquier movimiento o desplazamiento lo agrava.
- Fiebre: es habitual que se presente fiebre que puede estar relacionada con el dolor de cabeza que, también, puede aparecer.
- Dolor de garganta: es intenso y puede evitar que la persona hable con normalidad. Los ganglios de la garganta suelen estar bastante inflamados al igual que los de las axilas.
- Hígado o bazo inflamados: es un síntoma que permite identificar la mononucleosis. En ocasiones, suele inflamarse solo el bazo.
- Sarpullido: sumado a los síntomas anteriores puede aparecer una erupción cutánea. No obstante, no siempre esto alerta de la presencia de mononucleosis ni, tampoco, tiene por qué aparecer cuando se manifiesta la enfermedad.
Los CDC añaden que esta sintomatología suele remitir a las dos semanas. Sin embargo, muchas personas pueden seguir experimentándolos durante seis meses. También, aunque los síntomas remitan es posible que el hígado o el bazo continúen inflamados durante un tiempo más prolongado.
Formas de transmisión de la enfermedad
Aunque la forma más frecuente de transmisión de esta enfermedad es por medio de los besos, en realidad, el virus Epstein Bar (VEB) se propaga por medio de los fluidos corporales, entre los que se encuentra la saliva.
Esto quiere decir que durante las relaciones sexuales, el semen puede convertirse en un medio para contagiar la mononucleosis. No obstante, una manera menos frecuente de contagio puede ser mediante una transfusión de sangre o trasplante de órganos.
Tratamiento de la mononucleosis
Una vez se ha diagnosticado la mononucleosis el tratamiento que recomiendan los médicos suele ser el reposo. Por eso, se deben evitar los deportes durante las semanas en las que la sintomatología esté presente. Asimismo, es posible tomar medicamentos genéricos, como el paracetamol, para bajar la fiebre.
En ningún caso se deben suministrar fármacos como la ampicilina o la amoxicilina. Estos pueden causar erupciones en la piel, uno de los posibles síntomas ya mencionados. El tratamiento debe ser reposo, beber mucha agua y tomar medicamentos genéricos que ayuden a aliviar el dolor o la fiebre.
¿Se puede prevenir ‘la enfermedad del beso’?
No existe ninguna vacuna que nos haga inmunes, sin embargo, sí existen algunas formas de evitar el contagio. Por ejemplo, según los CDC, es importante no compartir vasos, alimentos o artículos de uso personal como los cepillos de dientes.
Asimismo, es aconsejable no besarse con otras personas. Los besos que, por ejemplo, se pueden dar con los amigos pueden ser un riesgo para contraer esta enfermedad. Esto también se puede trasladar a los niños más pequeños. Pues, aunque el riesgo sea mayor entre adolescentes y jóvenes adultos, para la mononucleosis no hay edad.
Aunque ‘la enfermedad del beso’ es muy conocida, poco se sabe de su sintomatología que, cuanto menos, puede calificarse como grave e incapacitante. Por esta razón, los grupos de riesgos, jóvenes entre 15 y 24 años, como indica la Sociedad Española de Medicina Interna (FESEMI), deben tener en cuenta las maneras preventivas anteriormente mencionadas.
Fuente: 20Minutos.es