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¿Cuál es la causa de los graves incendios en Australia?

Con más de mil edificios destruidos y 17 muertes desde octubre, además de los animales y la flora perdida o dañada, la temporada de incendios en Australia es una de las peores de toda su historia, y eso que el verano apenas acaba de comenzar en esta región planetaria.

Pero no es la única área afectada. En los últimos años hemos visto arder, lamentablemente, otras zonas de la Tierra con una agresividad y duración insospechadas. Uno de los casos más mediáticos e impactantes es el de la selva del Amazonas, afectada por el fuego, que en 2019 registró casi un 60% más de puntos calientes que el año anterior. En el caso de Australia, se han quemado unos diez millones de hectáreas durante el recién cerrado año 2019, un dato que se duplica respecto al de los últimos diez años (en 2009 se quemaron cuatro millones quinientas mil hectáreas).

En las últimas semanas, decenas de miles de australianos huyen de sus hogares mientras se desatan cientos de incendios en la costa sureste del continente. Miles de bomberos están luchando en estos momentos contra las llamas. Además, barcos militares y helicópteros trabajan para dejar suministros y rescatar a personas atrapadas a lo largo de las costas. Por otro lado, hay evacuaciones obligatorias programas para algunas áreas que, aunque no estén en riesgo, el Gobierno teme que pueda desatarse el fuego en estas zonas también.

Pero, ¿por qué arde Australia? Y, sobre todo: ¿por qué continúa ardiendo sin descanso pese a los esfuerzos de mitigación?

¿Qué factores están favoreciendo los incendios?
Los incendios forestales en verano son comunes en Australia, pero el cambio climático los está empeorando.

La literatura científica lo confirma, y lleva años alertando del problema. Este estudio de la revista Science del año 2006 recopiló una base de datos integral de grandes incendios forestales en los bosques del oeste de los Estados Unidos desde 1970 y la comparó con datos hidroclimáticos y de superficie terrestre. Los datos mostraron que la actividad de incendios forestales aumentó repentina y notablemente a mediados de la década de 1980, con una mayor frecuencia de incendios forestales grandes, duraciones de incendios forestales más largas y temporadas de incendios forestales más largas.

El pasado 2 de enero, la revista MIT Technology Review publicó un artículo en el que explicaba cuáles son los factores climáticos que pueden propiciar que los incendios en Australia sean más agresivos y duraderos.

Las conclusiones del MIT se apoyan en un informe de 2018 de la Oficina de Meteorología de Australia que alertó sobre el hecho de que ahora hay un mayor número de días con “peligros de incendio muy altos” en esta región del planeta: “Incluso a medida que aumentan las temperaturas, los eventos de calor extremo se vuelven más comunes y las sequías se vuelven más severas”, alertaba el informe.

Por otra parte, las precipitaciones: la lluvia ha disminuido en las últimas décadas, lo que ha ayudado a alargar la temporada de incendios hasta la primavera.

Otro factor es la superficie forestal. Australia posee 134 millones de hectáreas de bosque, lo que supone el 17% de la superficie terrestre de Australia. Este porcentaje es relativamente bajo, y convierte a esta isla-continente en un gran desierto (recordemos que la superficie forestal de España es del 36 %).

No obstante, Australia es tan grande que su superficie forestal, en términos absolutos, sigue siendo relevante. A nivel global, equivale a alrededor del 3% de la superficie forestal del mundo, y es la séptima área forestal más grande reportada en cualquier país.

Las consecuencias de los incendios de Australia están siendo devastadores para su fauna. Según el profesor Chris Dickman, de la Universidad de Sydney, la cifra de animales muertos en Nueva Gales del Sur asciende a 800 millones con un impacto total de mil millones en todo el país.

Según el profesor Dickman: “Esto significa que una gran variedad de vida silvestre, como reptiles, mamíferos y aves, han sido asesinados, heridos u obligados a huir”. Los koalas han sido especialmente afectados por los incendios, que ya habrían acabado con el 30 % de la población de koalas.

Como mencionábamos al comienzo del artículo, el caso de Australia no es aislado: el planeta entero está en una delicada situación, y las consecuencias de los cambios en el clima están en todos los rincones. Como recoge el portal The Conversation, otros ejemplos son los miles de incendios en Angola, en el Congo y en Brasil, los refugiados climáticos de Luisiana, las inundaciones en Florida y en el Medio Oeste estadounidense, la de calor en India que elevó las temperaturas hasta los 50 ⁰C, y las “navidades primaverales” que ha disfrutado buena parte de Europa.

¿La culpa es de los políticos?
Como apunta nuevamente The Conversation, Australia tiene una de las emisiones de dióxido de carbono per cápita más altas del mundo. Fue responsable del 1,1 % de todas las emisiones mundiales de CO2 entre 1850 y 2002.

En la actualidad, los australianos representan el 0,3 % de la población mundial pero liberan el 1,07 % de los gases de efecto invernadero del mundo (el triple de emisiones que los españoles).

Al igual que otros países, como Estados Unidos, Brasil, Rusia o Turquía, Australia está gobernado por dirigentes políticos que son negacionistas del cambio climático, y forman un bloque en contra de las medidas exigidas por la Congregación de Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC). Como Donald Trump, sus dirigentes también se han sumado a la ‘promesa’ de abandonar el Acuerdo de París.

No se comprometerán a llevar a cabo las reducciones drásticas necesarias de emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de las alertas de los científicos. A pesar de que vidas humanas y patrimonio natural y cultural se siga perdiendo.

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