Seis presos de la cárcel de Módena (norte de Italia) han muerto en medio de una revuelta surgida como protesta por las restricciones por la crisis del coronavirus, mientras se extienden los motines en otras prisiones del país, como Milán.
La magistratura investiga ya la causa de las muertes aunque no se cree que estén vinculadas a la violencia del motín en sí, sino al abuso se estupefacientes durante el desconcierto de las protestas.
Al menos tres de los reclusos murieron tras saquear la enfermería de la cárcel de Módena ayer domingo, mientras quede los otros tres aún debe esclarecerse la causa, explican a Efe fuentes del sindicato Coordinación Nacional de la Policía Penitenciaria (CNPP).
Desde el ministerio de Justicia confirman también esta tesis, pues dos cadáveres no presentaban “señales de lesiones físicas” y el otro de cianosis, coloración negruzca de la piel por problemas circulatorios.
La cárcel ha sido hoy vaciada para las pesquisas y los presos han sido trasladados a otras instalaciones.
El motín en Módena comenzó contra las restricciones en el régimen de visitas impuestas por el Gobierno italiano para tratar de contener la propagación del coronavirus, que ya suma en Italia 366 muertos y 6.387 contagiados, sobre todo en el norte del país.
Las protestas siguen actualmente activas en otras partes del país como en Milán (norte), donde algunos reclusos se han subido al tejado de la penitenciaría de San Vittore; pero también en Prato (Centro) y Foggia, Bari y Palermo (sur), indicaron las mismas fuentes.
Una de las más importantes fue anoche en Pavia (norte), sofocada a última hora del domingo, donde los presos del centro de Torre del Gallo tomaron a dos policías como rehenes y liberaron a varios reos.
También hubo ayer protestas en las penitenciarías de Nápoles, Salerno o Frosinone, en el sur, y en las de Alessandria y Vercelli, ambas ciudades en las nuevas zonas aisladas por el Ejecutivo, en la región norteña de Piamonte.
Para el secretario general del Sindicato Autónomo de la Policía Penitenciaria (SEPPE), Donato Capece, se trata de “intentos para instrumentalizar las decisiones del Gobierno” para “destruir celdas y prisiones”.
En la cárcel napolitana de Poggioreale unos mil reclusos se amotinaron y causaron destrozos hasta inhabilitar por completo el ala derecho del edificio, animados desde fuera por sus parientes, denuncia la Organización Sindical Autónoma OSAPP en un comunicado.
Los desperfectos suman “cientos de miles de euros” y la revuelta fue sofocada gracias a la intervención de cientos de agentes llegados incluso de otros lugares, explica el secretario del OSAPP, Leo Beneducci.
El ministro de Justicia italiano, Alfonso Bonafede, aseguró que comprende “las tensiones” dentro de una cárcel derivadas de una “emergencia” como la del coronavirus pero afirmó que su voluntad es “proteger la salud de quien trabaja y habita las cárceles”.
En este sentido trató de tranquilizar a los presos al decir que las medidas del decreto, como el límite a las visitas o la suspensión de los permisos de semilibertad, solo estarán vigentes durante los próximos 15 días para garantizar el bienestar de los recluidos.
“Pero debe quedar claro que toda protesta a través de la violencia es solo digna de condena y no conllevará a ningún buen resultado”, advirtió en un comunicado.