Madrid, 2 abr (EFE).- El Tour de Francia y el Abierto Británico de golf, las dos últimas grandes pruebas que se mantienen en el calendario deportivo internacional en los meses de junio y julio, han comenzado a asumir públicamente que el aplazamiento podría ser inevitable y que los efectos de la pandemia del coronavirus también alcanzará a sus muy centenarias trayectorias.
Del 29 de junio al 12 de julio estaba prevista la disputa del principal torneo de tenis sobre hierba, casi en las mismas fechas en que está programada la 107 edición del Tour, con salida en Niza.
El director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, ya ha reconocido que estudian nuevas fechas por si la pandemia no permite que se dispute en el periodo indicado.
“Por el momento, el Tour se mantiene en sus fechas. Naturalmente, todo dependerá de la evolución de la pandemia”, afirmó Prudhomme al diario “La Montagne”. Ya están sobre la mesa “otras hipótesis sobre las fechas”.
Lo que sí descartó el director fue que la ronda gala se dispute sin público, una opción que había sugerido hace unos días la ministra francesa de Deportes, Roxana Maracineanu.
“Sólo deseo una cosa: que el Tour se desarrolle este verano. Pero no por el Tour, sino porque si no se disputa será porque estemos en una situación catastrófica”, dijo Prudhomme.
El 15 de mayo es la fecha tope marcada como plazo para tomar una decisión definitiva.
El Royal and Ancient, grupo organizador del Abierto Británico de golf, también ha anunciado este jueves que el aplazamiento es una posibilidad.
El torneo debería disputarse en el Royal St. George’s de Sandwich (Inglaterra) del 16 al 19 de julio, en la 149 edición de su historia.
El presidente ejecutivo del Royal and Ancient, Martin Slumbers, indicó en un comunicado que siguen trabajando en distintas opciones para este año, “incluyendo el aplazamiento”.
“Debido a factores externos, el proceso lleva tiempo. Todos somos conscientes de la importancia de ser claros con los aficionados, los jugadores y todo el mundo involucrado en esto y solucionarlo lo más rápidamente posible”, aseguró.
Como en el resto de grandes pruebas deportivas afectadas por el coronavirus, en caso de que las competiciones no se puedan celebrar en sus fechas originales los organizadores deberán optar entre un aplazamiento, con la esperanza de que dentro de unos meses la pandemia esté controlada, y una suspensión definitiva. El primer camino es el que tomó Roland Garros, que reubicó el torneo en septiembre; el segundo, el que eligió Wimbledon, que se despidió hasta 2021.