(Square Feet)
Muchos estadounidenses están a semanas, si no es que meses de regresar a sus oficinas y recuperar un poco de su rutina de trabajo habitual. Dados los anuncios recientes de paros de actividades y permisos laborales, muchos se están preguntando si siquiera tendrán un trabajo una vez que se calmen las aguas.
No obstante, los propietarios de edificios y los líderes empresariales (y quienes les ayudan a administrar propiedades y diseñar espacios de trabajo) han comenzado a anticipar el momento en el que se suspendan las órdenes de quedarse en casa y las personas comiencen a regresar a la oficina. Aquellos que están en medio de la planeación sugieren que las oficinas “pospandemia” podrían verse radicalmente distintas.
Los trabajadores que estén de vuelta pueden esperar ver una limpieza más profunda y un reforzamiento del distanciamiento social. Es probable que se coloquen estaciones de gel antibacterial en los vestíbulos. El personal de mantenimiento limpiará las manijas de las puertas. Es probable que se establezcan límites en cuanto a la cantidad de personas que pueden ingresar a un elevador.
Podría haber algunos cambios significativos a largo plazo en los centros de trabajo, incluyendo un nuevo acomodo de asientos y el uso de materiales de construcción que no fomenten la propagación de los microbios. Nuevas tecnologías podrían dar acceso a espacios y elevadores sin que los trabajadores tengan que tocar una manija o apretar un botón.
Aunque al inicio esos cambios no sean del agrado de muchos trabajadores, es posible que su regreso a la oficina esté cuidadosamente coreografiado.
A corto plazo, tal vez se coloquen anuncios que le recuerden a todo el personal que se lave las manos (y quizá continuar saludando con el codo en lugar de un apretón de manos y un abrazo). Las toallitas desinfectantes estarán por todos lados.
Algunas empresas están considerando reintegrar a los trabajadores escalonadamente para limitar la cantidad de personas en las instalaciones y facilitarles el regreso a la vida de oficina después de un periodo prolongado de aislamiento en casa.
“El objetivo es generar confianza y una sensación de seguridad”, comentó Matthew Barlow, vicepresidente de Savills, una empresa de bienes raíces.
Es probable que las prácticas de trabajo a distancia que adoptaron muchas empresas en las semanas recientes continúen de alguna manera en el futuro próximo, lo cual dejará algunas oficinas ligeramente pobladas y facilitará que los trabajadores permanezcan separados.
También se está considerando alternar grupos de trabajo en la oficina.
“Podría haber equipos A y B que trabajen en días distintos”, aseguró Scott Rechler, director ejecutivo y presidente de RXR Realty.
Alejar los escritorios también podría darles a los trabajadores mayor espacio vital.
A lo largo de la década pasada, muchas empresas eliminaron las oficinas privadas para favorecer esquemas abiertos, pero la extensión del espacio por trabajador se redujo un 25 por ciento, comentó Janet Pogue McLaurin, arquitecta y directora de la firma de diseño Gensler, que ha llevado un registro de los cambios en los lugares de trabajo mediante encuestas anuales desde 2008.
La oficina clásica de hace diez años (el cubículo) medía 2,4 por 2,4 metros. Para 2015, el cubículo se redujo a 1,8 por 2,4 metros y, en años recientes, la reducción ha continuado.
La práctica del “benching” o mesas de trabajo (escritorios alineados uno junto al otro) ha sido otra manera de apretujar a los trabajadores.
Un escritorio de este tipo con un ancho de 2,4 metros cumpliría con las normas actuales de distanciamiento social de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, pero muchos escritorios no son tan anchos. Además, con frecuencia, las filas de escritorios se encuentran una frente a otra, de modo que los trabajadores están directamente frente a sus colegas.
De acuerdo con los expertos, para crear un radio de 2,4 metros alrededor de cada trabajador, las empresas tendrían que separar los escritorios o escalonar a los trabajadores para que no se encuentren uno frente a otro.
Las empresas están considerando otras maneras de respetar el espacio vital de los trabajadores.
Una sala de conferencias pensada para doce personas podría ser reacondicionada como una sala de juntas para seis. En las áreas de descanso, las sillas podrían estar más separadas. Las sillas con ruedas podrían permitirles a las personas alejar sus asientos a una distancia segura de sus colegas.
“El objetivo principal del mobiliario cinético era reunir a la gente”, afirmó Kelly Griffin, directora de NBBJ que lidera el grupo de estrategia en el lugar de trabajo de la firma de arquitectura. “Ahora tiene una función diferente: separar a las personas”.
El diez por ciento de los oficinistas estadounidenses ya no tienen asientos asignados, de acuerdo con Gensler. La práctica de compartir escritorios, llamada “hot-desking” o “hoteling” en inglés (en la que los trabajadores no tienen escritorios asignados, sino que entran y buscan un lugar para sentarse), podría entrar en pausa, al menos hasta que el temor al contagio se desvanezca.
“Tal vez no nos movamos tanto”, dijo McLaurin.
Quizá tampoco nos reunamos en grupos numerosos. Es probable que las reuniones de equipos completos no se reanuden de inmediato, comentó Michael Kleinberg, presidente y socio de MKDA, una empresa de diseño de interiores. “Nadie va a querer asistir”, añadió. “Creo que habrá una continuación de las reuniones en la plataforma de Zoom durante un tiempo”.
No obstante, la pandemia podría dar lugar a cambios fundamentales que estarán presentes en los años venideros, pues podría modificar la forma en que se diseñan los edificios de oficinas.
Así como los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 crearon medidas de seguridad más estrictas en los edificios de oficinas y las inundaciones provocadas por el huracán Sandy en 2012 motivaron la elevación de los sistemas mecánicos, el coronavirus podría centrar la atención en la circulación y la filtración del aire.
Los controles activados por sensores también podrían aumentar, reduciendo la cantidad de superficies que es necesario tocar en una oficina y permitiendo que los trabajadores utilicen los ascensores y abran las puertas con el movimiento de una mano.
La capacidad de trabajar desde casa al menos unos días a la semana, tan anhelada por muchos trabajadores estadounidenses, podría haber llegado para quedarse.
Incluso las empresas que anteriormente insistían en que todo el mundo estuviera en la oficina, ya fuera por la costumbre o por la sospecha de que los empleados iban a holgazanear si no estaban bajo el ojo vigilante de sus supervisores, han descubierto que el experimento de trabajar desde casa que ha impuesto la crisis a grandes sectores de la fuerza laboral estadounidense ha resultado mejor de lo esperado.
“Durante esta pandemia se apagó un foco enorme”, aseguró Anita Kamouri, vicepresidenta de Iometrics, una empresa de servicios para el lugar de trabajo.
Kate Lister, presidenta de Global Workplace Analytics, espera que más del 25 por ciento de los trabajadores continúen trabajando desde casa varios días a la semana, un aumento comparado con menos del 4 por ciento que lo hacía antes de la pandemia.
“Ya no hay marcha atrás”, dijo.
The Sandbox, un lugar de reunión informal, en la sede de Seattle de B+H Architects, el 1 de abril de 2020. (Ruth Fremson/The New York Times)
La práctica de las mesas de trabajo (escritorios alineados uno junto al otro) es evidente en la sede de Seattle de B+H Architects, el 1 de abril de 2020. (Ruth Fremson/The New York Times)
c.2020 The New York Times Company