Madrid,(EFE).-Un proceso del organismo conocido como tormenta de citoquinas puede afectar a la gravedad del COVID-19 al reducir el recuento de células T (un tipo de glóbulos blancos), lo que ofrece pistas de hacia dónde dirigir el tratamiento de esta enfermedad, según un estudio que publica hoy Frontiers in Immunology.
Cuando un agente extraño entra en el organismo, se liberan citoquinas para que el sistema inmune reaccione. Pero cuando se produce un tormenta de estas moléculas, el sistema inmune se descontrola y no solo lucha contra el virus, sino que también ataca al organismo.
Esta excesiva respuesta del sistema inmune puede causar el “agotamiento” de las células T, un tipo de glóbulos blancos que juega un papel crucial en la repuesta inmune.
Los autores del estudio de la Universidad de Medicina Militar de China descubrieron que los enfermos de COVID-19 tenían un “número significativamente bajo de células T”, cuya cantidad estaba “relacionada con la gravedad de los casos”, y una “alta concentración de citoquinas”.
El estudio sugiere que el coronavirus no ataca directamente a las células T, sino que desencadena la liberación de citoquinas, lo que, a su vez, causa el descenso del número de estos glóbulos blancos.
Este descubrimiento “ofrece claves de hacia dónde dirigir el tratamiento de la COVID-19″, que se ha convertido en una pandemia mundial.
“Deberíamos prestar más atención al recuento de células T y su función”, señala uno de los autores del estudio Yongwen Chen.
El equipo se interesó por examinar las células T cuando se dio cuenta de que muchos pacientes tenían unos niveles “anormalmente bajo de linfocitos”, un tipo de glóbulos blancos que incluye las células T.
“Considerando el papel central” de estas células en la respuesta contra las infecciones virales, especialmente en la fase inicial”, los investigadores se centraron en estas.
El equipo examinó a 522 pacientes de coronavirus, de entre cinco días y 97 años, en dos hospitales de Wuhan (China) durante diciembre y enero pasados.
De los 499 pacientes a los que se hizo un recuento de linfocitos, el 76 % tenía un total de células T “significativamente bajo”.
Para los pacientes ingresados en la UCI el recuento era “significativamente más bajo” que el de aquellos que no revestían esa gravedad; el estudio también destaca que el menor número de células T se daba entre los mayores de 60 años.
Además, la células T que sobrevivían estaban “agotadas y no podían funcionar en toda su capacidad, lo que no solo tiene implicaciones para superar la enfermedad”, sino que los pacientes quedan “más vulnerables” ante una infección secundaria.
Chen considera que futuras investigaciones deberían centrarse en encontrar subpoblaciones de células T para descubrir su vulnerabilidad y su efecto en la enfermedad, así como en identificar medicamentos que recuperen su número y potencien la función.
Los autores señalan que existen medicamentos que pueden ser eficaces en este sentido, pero que deben ser investigados en el contexto del coronavirus.