Dos ejemplos. El Real Madrid maneja ingresos de 161 millones de euros en la campaña 19-20 por venta de entradas. Un 19,5 por ciento del total. Y el FC Barcelona suma 173 millones de euros, que representa un 19,7 del total de ingresos. En márketing, el FC Barcelona alcanza 420 millones -48 por ciento- y el Real Madrid 371 millones -45,13 por ciento-.
Son cifras notables, que se resienten en la nueva normalidad que se vislumbra a corto plazo. Y en un marco global de restricción de movilidad que resta consumo, con un menor gasto de las familias debido a la crisis económica que atraviesa la sociedad, y una bajada de las aportaciones de los patrocinadores, afectados por la atmósfera financiera post-coronavirus.
Este es el mejor escenario posible. El peor es que no se disputen las competiciones y se den por suspendidas o acabadas, como ya ha sucedido en Francia. En este escenario hablamos de pérdidas en alguna liga de miles de millones, como por ejemplo la Premier League con estimaciones que rondan los 1.000millones de libras de pérdidas; 750 millones la Bundesliga, LaLiga española con cerca de 700 millones o la liga italiana con 250 millones.
Un entorno, difícil de valorar pero que podría suceder, es empezar y suspender por motivos de salud. Este escenario sería frustrante. A nadie de la familia del fútbol le gustaría encontrarse una medida así. El retroceso en la imagen de la competición y el descenso en las partidas de márketing y patrocinadores podría ser descomunal. Alguno diría si eso ocurriera que se prefirió primar el negocio por encima de la salud, incluso jugando sin público.
Pero el fútbol siempre está asociado a la energía positiva. Es conveniente observar detalles que engrandecen nuestro deporte. Y ponderar como los clubes cuidan el lado social en plena pandemia.
Hay múltiples apuntes interesantes que poner de relieve. Entre ellos, que la final de la Copa del Rey que deben jugar Athletic y Real Sociedad se quiera jugar con público. Todas las partes, de acuerdo. Más tarde o más temprano, habrá final con gente en la grada. El ganador tiene asegurada plaza en la Europa League, con todos lo beneficios que el título conlleva. Y los clubes renuncian, poniendo por delante la ilusión de sus aficionados. Merece la pena la espera. No todo es negocio. Este es un ejemplo. El fútbol ya ha cambiado, pero no para todos.