Si se ha preguntado alguna vez cómo las frágiles mariposas sobreviven a fuertes lluvias que deben golpear sus alas sin piedad, ahora algunos investigadores de la Universidad Cornell (EE.UU.) tienen una respuesta detallada. Estos científicos han descubierto que sus alas repelen el agua, reduciendo su impacto demoledor.
Su estudio sobre el impacto de las gotas de lluvia en distintas superficies biológicas fue publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. La investigación mostró que esas frágiles superficies cuentan con una capa de cera a nanoescala y que las gotas se rompen y se esparcen tras golpes a microescala, con lo cual se evita el daño físico y riesgo de hipotermia.
Este mecanismo de protección lo ha adaptado también la humanidad, que se ha dotado con sprays impermeabilizantes para zapatos y ropa y descongelantes para aviones.
Las gotas de lluvia pueden caer con intensidad en 10 metros cuadrados por segundo, y su impacto en las alas de las mariposas podría compararse al de la caída de una bola de bowling desde el cielo sobre una persona.
Los científicos de la Universidad Cornell grabaron a cámara lenta cómo afectan las gotas de agua a las muestras de distintas superficies, como hojas, plumas e insectos, cuando caen desde unos dos metros de altura, y así vieron que se extienden en ondas, ya que la capa de cera las repele y los golpes a microescala crean agujeros en la gota, que se extiende por la superficie.
Asimismo, se minimiza el tiempo en el que la gota está en contacto con la superficie, con lo que se reduce la fuerza del impacto, sea sobre una hoja o un ala delicada. Así también disminuye la transmisión térmica de una gota fría, lo cual es importante para cualquier insecto, puesto que necesiten estar lo suficientemente calientes para volar.
Fuente: RT