Washington (EFE).- El presidente de EE.UU., Donald Trump, reactiva este sábado su campaña electoral con un polémico mitin en Tulsa (Oklahoma) que contradice las recomendaciones de su Gobierno para contener la COVID-19, y en un contexto que le ha merecido nuevas acusaciones de racismo en plena ola de protestas en el país.
En un clima de fuerte tensión, Tulsa se prepara para acoger el mayor acto multitudinario en un espacio cerrado de EE.UU. desde que comenzó la pandemia- un mitin en un estadio con capacidad para 19.000 personas que la campaña de Trump planea llenar por completo.
“Ya se están formando largas filas y multitudes en Tulsa. Mi campaña no ha empezado todavía. ¡Empieza la noche del sábado en Oklahoma!”, escribió Trump este viernes en su cuenta de Twitter.
Mientras el mandatario empleaba ese tono festivo, el diario local “Tulsa World” comparaba con un “ciclón” los sucesos que se avecinan en la ciudad, donde las tensiones raciales se han mezclado con los temores de que el mitin de Trump empeore la situación sanitaria en un estado que está en pleno pico de contagios de la COVID-19.
Un “ciclón” en plenas tensiones raciales en EE.UU.
La fecha y el lugar elegidos por Trump para retomar su campaña de reelección han exacerbado las tensiones raciales que vive Estados Unidos desde el homicidio del afroamericano George Floyd a finales de mayo, que han generado una ola de protestas sin precedentes en todo el país.
Tulsa fue la sede de una de las peores masacres de afroamericanos de la historia de 1921, cuando murieron hasta 300 negros a manos de grupos blancos; y además, el mitin de Trump se programó originalmente para este viernes, una jornada conocida como “Juneteenth” que conmemora la abolición de la esclavitud en EE.UU.
Numerosos políticos y activistas afroamericanos consideraron esos factores como un guiño de Trump a los supremacistas blancos, y aunque la campaña del mandatario cambió luego la fecha hasta el sábado, no ha logrado borrar la sensación de muchos negros de que estaba insultándoles en plena ola de protestas.
El presidente se ha defendido con el argumento de que no conocía el significado de la fecha de “Juneteenth”, y en una entrevista esta semana con el diario The Wall Street Journal, afirmó que fue un agente negro del Servicio Secreto quien le explicó el significado de esa jornada cuando estalló la controversia por su mitin.
Amenaza a los manifestantes
Varios grupos han convocado protestas contra Trump este sábado en Tulsa, y el mandatario no ha dudado en amenazar a los manifestantes, a los que en las últimas semanas ha tachado de “terroristas” sin distinguir entre la mayoría que protesta pacíficamente y la minoría que ha protagonizado disturbios o saqueos.
“A cualquier manifestante, anarquista, agitador, saqueador o escoria que venga a Oklahoma, entiendan esto- no serán tratados como lo fueron en Nueva York, Seattle o Mineápolis. ¡Será una escena muy distinta!”, escribió Trump en Twitter la mañana del viernes.
Su advertencia llegó horas después de que el alcalde de Tulsa, el republicano George T. Bynum, anunciara que había recibido informes de que “personas de grupos organizados que han estado involucrados en comportamientos destructivos y violentos en otros estados” iban a “viajar a Tulsa para causar disturbios” cerca del mitin.
Como consecuencia, Bynum declaró un toque de queda nocturno en el centro de la ciudad desde el jueves hasta el sábado, pero este viernes decidió cancelarlo y afirmó que “ya no era necesario”, después de hablar por teléfono con Trump.
El mandatario presionó aparentemente a Bynum para que retirara el toque de queda porque esa medida habría obligado a la Policía local a desalojar del centro de la ciudad a las decenas de simpatizantes de Trump que acampan en la zona, en algunos casos desde el lunes, para asegurarse un buen espacio en el mitin.
Sin mascarilla obligatoria
La campaña de Trump asegura que ha recibido un millón de solicitudes para asistir al acto, y planea llenar al máximo el estadio de baloncesto donde se celebrará, llamado BOK Center.
Ese mitin en un espacio cerrado contradice las recomendaciones de los expertos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), que piden evitar grandes reuniones en persona donde sea difícil mantener al menos dos metros de separación y haya participantes que llegan desde fuera de la localidad.
Sin embargo, la campaña insiste en que esas directrices son “opcionales” y, aunque planea tomar la temperatura a los asistentes y repartirles mascarillas, no les obligará a ponérselas. Además, para acudir al mitin es necesario comprometerse a no demandar al equipo electoral de Trump si uno contrae la COVID-19 en el acto.
Según el diario The New York Times, la campaña programó el mitin en Oklahoma -un estado conservador que no es clave en las elecciones de noviembre- precisamente por su rápido ritmo de reapertura y sus pocas muertes por coronavirus, pero el acto llega en pleno repunte de los contagios, con un récord de 450 nuevos casos este jueves.
Miedo a una “superexpansión” del coronavirus
La preocupación de que el mitin resulte en un deterioro de la situación sanitaria llevó esta semana a un grupo de residentes y empresarios del barrio afroamericano de Greenwood, situado muy cerca del BOK Center, a demandar esta semana a los gestores del estadio, con el objetivo de evitar la celebración de ese acto multitudinario.
No obstante, el Tribunal Supremo de Oklahoma desestimó este viernes la demanda, lo que allana el camino para la celebración de un mitin que congregará a decenas de miles de personas durante al menos cinco horas -las puertas del estadio se abren mucho antes del discurso de Trump- en un espacio cubierto.
“Estamos en medio de una pandemia”, recordó esta semana el director del Departamento de Salud de Tulsa, Bruce Dart, al advertir en una rueda de prensa de que el mitin puede provocar una “superexpansión” del coronavirus en la ciudad.