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Macron vuelve a mirar a la derecha para afrontar el final de su mandato

París.- El presidente francés, Emmanuel Macron, optó por la continuidad al designar este viernes como nuevo primer ministro a Jean Castex, un tecnócrata conservador que guarda evidentes similitudes con su antecesor, Édouard Philippe.

Macron ha insistido mucho en que desea “un nuevo camino” para los últimos dos años de su mandato, una senda que pase por acercarse al ecologismo y por combatir los efectos sociales que traerá la crisis del coronavirus, pero el nombramiento de Castex abunda en su búsqueda de referentes ente la derecha moderada.

“No hay un cambio de rumbo, sino nuevos métodos y nuevas prioridades. Castex tiene un perfil polivalente, que corresponde a la necesidad de comenzar un diálogo tranquilo”, explicaron a Efe fuentes del Elíseo para justificar el nombramiento.

El nombre de este alto funcionario de 55 años, que cobró relevancia tras haber sido elegido para pilotar la desescalada (por lo que se le conoce en Francia como “Monsieur Desconfinamiento”), había ganado enteros en las últimas horas para relevar a Philippe.

ORÍGENES MUNICIPALES

Al igual que hizo su predecesor en la ciudad de Le Havre, Castex se ha curtido en la política local como alcalde de un pequeño pueblo pirenaico en la Cataluña francesa, Prades, un activo que no ha pasado desapercibido para Macron.

Uno de los ejes de la parte final del quinquenio presidencial será la descentralización, y Macron pretende que ese conocimiento de la política territorial le ayude en el cometido.

Las fuentes del Elíseo bromean al ensalzar “el fuerte acento del suroeste” de Castex (es originario de Gers, cerca de Toulouse): es un guiño a la capacidad del nuevo jefe de Gobierno para hacerse oír fuera de París, asignatura pendiente del “macronismo”.

Pero el relevo de Philippe es una maniobra arriesgada para el presidente. Su hasta ahora primer ministro gozaba de altos índices de popularidad, y mucha gente no entiende por qué reemplazarlo. Sobre todo, por alguien de trazos tan similares.

Se trata, defiende el Elíseo, de una “una elección muy ‘macronista’, dentro de su espíritu de superar las líneas tradicionales. Es un hombre de derechas, pero al mismo tiempo es un ‘gaullista’ social, que ha pasado por carteras sociales y sanitarias”.

Aunque Castex se dio de baja del partido conservador Los Republicanos justo antes de ser nombrado primer ministro, una de las primeras personas a las que llamó fue al expresidente Nicolás Sarkozy, gran patrono de la derecha gala y uno de sus padrinos políticos.

Desde la Presidencia se pide esperar a que se complete el Ejecutivo para valorar su orientación, ya que es previsible que incluya a personalidades fuertes del mundo ecologista y social. Pero la decepción en el ala izquierda del “macronismo” y entre quienes esperaban un giro verde es patente.

EL VACÍO TRAS PHILIPPE

El bajo perfil de Castex ha llevado a la oposición a ver detrás del cambio una maniobra de Macron para controlar directamente el Ejecutivo.

“En el momento en que los franceses tenían derecho a esperar un mensaje político fuerte, el cambio de primer ministro marca un giro tecnocrático para gestionar los asuntos corrientes del final de quinquenio”, criticó en Twitter el presidente de Los Republicanos, Christian Jacob.

El primer ministro saliente también era casi un desconocido cuando llegó al cargo, pero ya había adquirido gran notoriedad y no faltaban quienes en el entorno presidencial veían con recelo la sombra que proyectaba.

El vacío político que deja Philippe es grande. Si en los principios no hay grandes diferencias con su sucesor, los estilos de ambos divergen, como demostraron sus intervenciones tras realizar el traspaso en el Palacio de Matignon, en un ambiente de gran complicidad.

Para Castex, “la crisis económica y social ya está aquí, y las prioridades y los métodos deben evolucionar”.

En la misma línea que esgrimieron las fuentes del Elíseo para justificar su elección, el nuevo jefe del Gobierno insistió en la necesidad “más que nunca de reunir a la nación para luchar contra esta crisis que se instala”.

Su discurso fue recibido con aplausos por los trabajadores y funcionarios reunidos en el patio de Matignon. Pero todas las miradas se dirigían al ya “ex” inquilino, que abandonaba la sede en medio de una ovación estruendosa.

Fuente EFE

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