Los órganos impresos en 3D son la puerta al sueño de conseguir algo similar a la inmortalidad; tener órganos creados con una impresora 3D que no se estropeen o que, en su defecto, alarguen sobremanera nuestro tiempo de vida. Pero los órganos de esta clase pueden servir para otras tareas, como el estudio de estos o para realizar una inspección de un órgano en específico sin necesidad de intervenir al paciente.
En esta situación entran en juego los órganos sintéticos. Estos órganos pueden servir para capacitar y formar a los estudiantes de medicina o para replicar un órgano dañado de una persona y así examinarlo, como hemos dicho antes, sin intervenir al paciente afectado. El problema de estos órganos es que necesitan ser muy precisos y fieles a la realidad.
La empresa Stratasys lo ha hecho posible con la impresora 3D J750 Digital Anatomy, que promete poder crear órganos sintéticos casi idénticos a los reales, incluso en tacto. Tanto es así que incluso en la caja de demostración que ha recibido TechRepublic viene un corazón hecho con dicha impresora junto a una advertencia: “No para transplantes”.
Los órganos sintéticos que crea esta impresora 3D son fieles a los reales
Corazon sintético. Veronica Combs Tech Republic
Stratasys ha desarrollado esta impresora junto a 3 materiales nuevos de impresión. El plan de la firma es impulsar toda esta plataforma y así avanzar en la creación de órganos sintéticos que no difieran en exceso de órganos humanos reales. En la misma foto que descansa sobre estas líneas podemos ver un ejemplo; un corazón humano impreso con la J750.
Según Stratasys, estos órganos (y en especial el corazón que vemos en pantalla) tiene casi las mismas propiedades que un corazón humano estándar, incluso tiene sus mismas características biomecánicas. Gracias a esta nueva plataforma los médicos podrán imprimir modelos en 3D muy cercanos al órgano real. Según Scott Drikakis, líder del segmento médico en Stratasys:
“Si hay un defecto en el corazón, una anomalía estructural, con esta solución, podemos imprimir en 3D un gemelo digital sintético de ese paciente”.
Uno de los usos más interesantes de estos órganos sintéticos puede ser replicar características físicas de órganos reales. Por ejemplo, un cirujano podría replicar las características físicas provocadas por la enfermedad de un paciente (como calcificaciones en venas) en un modelo 3D.
En concreto los 3 materiales que Stratasys ha lanzado junto a la impresora son el TissueMatrix, GelMatrix y BoneMatrix. El TissueMatrix es, según la firma, el más blando disponible en impresión 3D; según el mismo Drikakis, “el avance en la ciencia de los materiales para nosotros es hacerlos más suaves y flexibles y tener más control para mezclar los materiales según el resultado deseado. Ahora estamos haciendo modelos funcionales con las mismas propiedades biomecánicas que un corazón humano”.
Para entender el por qué este material es tan flexible, debemos comprender su medida. La flexibilidad de estos materiales de impresión se mide en la escala Shore; cuanto mayor sea el número más rígido será el material. El TissueMatrix tiene un valor Shore de 00, un número muy bajo teniendo en cuenta que la mayoría de los materiales del mercado tienen un valor que suele comprender entre 28 y 30.
El software también juega una parte muy importante. “Tenemos un equipo de seis personas cuyo único trabajo es capacitar a los clientes sobre cómo crear modelos e incorporar la impresión 3D en su trabajo”, asegura Drikakis.
El proceso consiste en realizar una tomografía computarizada o una resonancia magnética. A continuación se segmenta la imagen, marcando las secciones de la imagen del órgano que la impresora debe imprimir. Se descartan secciones de la exploración que muestren tejido o hueso circundante. Una vez hecho todo esto, se carga esta segmentación en dicho software y empieza la impresión.
El tiempo promedio de impresión de un corazón estándar es de entre 6 y 8 horas. El objetivo, según Stratasys, es cambiar la manera en la que se forman los cirujanos, prescindiendo de cadáveres para su estudio.
Actualmente se usan cadáveres para estudiar diversos procedimientos. Estos cadáveres suelen costar entre 1.300 y 5.000 dólares, y además del prohibitivo precio de estos se le añade una disminución de la demanda debido al creciente auge de las donaciones de órganos. En definitiva, cuanta más gente donen órganos como corazones o pulmones habrá menos demanda de cadáveres destinados a la formación.
Se le suma un problema: estos cadáveres pueden no servir para el estudio de un procedimiento en particular. El cadáver puede no tener un problema en particular que un estudiante necesite abordar mediante un proceso en especial.
Drikakis cuenta a TechRepublic que más de 100 hospitales de Estados Unidos ya están usando la impresora 3D además de 85 de las 100 compañías más grandes a nivel internacional dedicadas a dispositivos médicos. Gracias a este avance podríamos agilizar el proceso de formación de estos cirujanos, o en su defecto hacerlo más accesible. Falta comprobar cuánto se instaurará este método en el panorama actual.
Fuente El Español