Montmeló, Barcelona.- La estampa es nostálgica, por las gradas vacías, las tiendas cerradas, las terrazas desocupadas y las pasarelas inertes. Sobran todas las onomatopeyas que remiten a los aficionados. Sus aplausos no resuenan; tampoco sus gritos, ni su pisar nervioso por los recovecos de Montmeló. En ninguna de las vías de acceso, ya sea la AP-7, la C-37, la C-17 o la BP-5002, se agolpan coches, ni caravanas, ni motocicletas.
Late la melancolía en este Gran Premio de España de Fórmula Uno, antaño primaveral, ahora acomodado en el ecuador del verano. Ocurre, sin embargo, que su clima es frío pese a los 30 grados que se respiran estos días.
El silencio es ominoso entre las 90.000 butacas que abrazan los 4,655 kilómetros de asfalto. Apenas unas 2.000 personas lo contemplan en esta edición, entre pilotos, equipos y organización. Todos expuestos a la nueva normativa que obliga al uso de mascarillas, la desinfección de manos y el control de temperatura, más allá de la presentación de dos PCR negativas en un margen de cinco días, antes y durante el desarrollo de la cita.
Aunque las cifras de contagios por coronavirus han vuelto a recrudecerse en Cataluña en las últimas 24 horas, con 1.197 nuevos casos y 28 fallecidos según los datos facilitados por el Departamento de Salud, el perímetro del circuito de Montmeló trata de blindarse con medidas excepcionales de la amenaza de la COVID-19.
El recinto está empleando un sistema pionero de reconocimiento facial y de cámaras térmicas en sus accesos en su empeño por detectar cuanto antes cualquier atisbo de la enfermedad.
El protocolo implantado por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y la Fórmula 1 divide, además, a todos los presentes por zonas. Los equipos humanos se clasifican y agrupan según su tarea para reducir el riesgo de contagio en esta singular ‘burbuja’ automovilística.
MÚSICA Y PARTIDAS EN LÍNEA
El gran circo continúa el camino emprendido en Austria el pasado 3 de julio, cuando arrancó esta atípica temporada, de duración indefinida. El Gran Premio de España es el sexto del curso, tras los de Austria, Estiria, Hungría, Gran Bretaña y el del 70 Aniversario.
De los dos últimos, celebrados en Silverstone, se ausentó el mexicano Sergio Pérez, el único piloto afectado por la COVID-19 desde el comienzo del campeonato. Tras un viaje exprés a México para visitar a su madre se reveló su positivo. De ahí que la vida en Barcelona se reduzca, prácticamente, al circuito.
Muchos han decidido prescindir de los lujos de los hoteles de la ciudad de Barcelona para dormir en el mismo ‘motor home’. En esos habitáculos, Lewis Hamilton, Charles Leclerc y Pierre Gasly comparten de cuando en cuando alguna partida en línea al ‘Call of Duty’.
A Hamilton, actual líder del Mundial, esta realidad le recuerda a aquellos tiempos en los que corría en karting y viajaba por el Reino Unido en autocaravana. Ahora, eso sí, con muchas más comodidades.
“Tengo mi propia habitación y una pequeña zona privada, en la que tengo un equipo de viaje para grabar música”, contó sobre su otra pasión. “También hay espacio para Roscoe (su bulldog) en la sala de estar”, explicó.
Sobre el comportamiento del perro, que ya se mueve como uno más de recinto en recinto, bromeó el otro piloto de Mercedes, Valtteri Bottas: “Hemos sido vecinos prácticamente en todas las carreras. Pero el sábado pasado Roscoe dejó caer una mierda bastante grande frente a mi puerta”.