Malas noticias en la carrera para encontrar una vacuna contra el coronavirus. La farmacéutica sueco-británica AstraZeneca ha anunciado la suspensión de las pruebas de su vacuna, que estaba siendo desarrollada conjuntamente con el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, contra el virus, debido a que uno de los voluntarios que ha sido vacunado ha sufrido “una enfermedad inesperada”.
Michelle Meixel, portavoz de la empresa, ha calificado en un comunicado la acción de “rutinaria” en este tipo de investigaciones. El hecho de que esa persona tenga esa dolencia no implica necesariamente que la responsable sea la vacuna.
El anuncio de AstraZeneca afecta a una de las tres investigaciones de vacunas que teóricamente están más desarrolladas. Eso explica que las acciones de la empresa cayeran hasta un 8,3% en Nueva York después de que se hiciera pública la decisión, tras el cierre del mercado. Los títulos de sus principales competidoras, la estadounidense Moderna y la alemana BioNTech, subieron levemente, mientras que los de las otras grandes empresas del sector que están en la carrera de la vacuna contra el Covid-19 – las estadounidenses Pfizer, Johnson & Johnson, Novavax y Merck, y la francesa Sanofi) se mantuvieron estables.
La vacuna de AstraZeneca, al igual que la de Moderna, está en la Fase 3, lo que significa que está siendo testada en miles de personas en varios continentes. Los resultados se comparan entonces con los de otras personas a las que se ha suministrado un placebo. Si la vacuna es efectiva, los que han recibido el placebo tendrán más casos de coronavirus que los de la vacuna.
La noticia ha llegado justo en el mismo día en la que los consejeros delegados de las nueve empresas que lideran en Occidente la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19 han publicado un comunicado conjunto comprometiéndose a no distribuir ninguna vacuna contra el virus hasta que hayan concluido satisfactoriamente todos los ensayos clínicos.
El comunicado es extremadamente inusual, y ha sido interpretado como la respuesta de esos gigantes que, en total, tienen una capitalización bursátil de un billón de euros (casi tanto como todo el PIB de España), a las presiones del Gobierno de Donald Trump para distribuir una vacuna antes de las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos. Las empresas temen también que, si la vacuna tiene efectos secundarios inesperados, disminuya todavía más su demanda entre la población y, de paso, agrave el rechazo de los ‘antivacunas’ a todo tipo de sistemas para desarrollar inmunidad a enfermedades.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud advirtió hace unos días a los diferentes ensayos en marcha que no se apresuren en sus resultados y recomendó a los países que aspiran a comprar las futuras vacunas mucho cuidado al otorgar la autorización de su uso de emergencia.
El Mundo