El pasado 27 de octubre, al cumplirse diez años de la muerte del expresidente argentino Néstor Kirchner, y uno de la victoria del Frente de Todos en las elecciones de 2019, la vicepresidenta Cristina Fernández publicó una carta pública en la que expresó algunos de sus “sentimientos y certezas“.
La primera de ellas estuvo dirigida a la oposición y los medios antiperonistas, que en el último tiempo han levantado el alto el fuego contra el Gobierno por la pandemia, y atacan sin miramientos al mandatario Alberto Fernández y su Gabinete.
“Castigan al presidente como si tuviera las mismas formas que tanto me criticaron durante años“, se quejó la referente peronista, dando a entender que el tono moderado del jefe de Estado y su diálogo con amplios sectores, la cara opuesta de su siempre cuestionada retórica confrontativa, tampoco conforman.
Y agregó: “A esta altura ya resulta inocultable que, en realidad, el problema nunca fueron las formas. En realidad, lo que no aceptan es que el peronismo volvió al gobierno y que la apuesta política y mediática de un gobierno de empresarios con Mauricio Macri a la cabeza, fracasó”, señaló la vicepresidenta.
Una convocatoria al diálogo
En la carta, la exmandataria bregó por un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales para salir de la crisis. Y añadió que el “bimonetarismo”, es decir, la dependencia del dólar en la economía argentina, es el problema “mas grave” que tiene el país, y que ha afectado a todos los gobiernos.
Pero acaso lo más sorprendente de su mensaje tiene que ver con la parte de autocrítica a la gestión que ella misma integra. En un pasaje del texto, Cristina Fernández de Kirchner señala que actualmente “hay funcionarios que no funcionan“, dejando en claro que algo no marcha como ella quisiera en la Casa Rosada.
Esto provocó una ola de especulaciones dentro y fuera del espacio gobernante, acerca de un cortocircuito entre ambas figuras del peronismo y posibles cambios en el entorno presidencial. Pero, al mismo tiempo, derribó una idea muy reiterada entre quienes critican la gestión del Frente de Todos, que dice que en realidad no es Alberto Fernández quien lleva las riendas del país, sino la expresidenta.
“Un apoyo al presidente”
Para Victoria Volpe, licenciada en Ciencia Política de la Universidad de La Matanza (UNLaM), la misiva de Cristina Kirchner no debe ser entendida como una ruptura con el presidente, sino más bien, todo lo contrario. “Si bien dejó deslizar que existen ciertos funcionarios que no funcionan, como en todos los gobiernos, eso es un dato de color. La carta debe ser entendida como un apoyo al presidente y un llamado a entablar acuerdos con las élites dominantes en post de poder estabilizar la economía”, explica la especialista.
“Sin lugar a duda, Alberto es el presidente y el que toma las decisiones del país. No existe poder en los presidencialismos —y aún más en la Argentina— que no descanse en el titular del Poder Ejecutivo”, añade Volpe.
En su análisis, la politóloga afirma que, desde que Cristina Fernández de Kirchner, el 18 de mayo de 2019, anunció cual sería la fórmula de la coalición gobernante, la oposición “mediatiza y antagoniza con afirmaciones trilladas: Que Alberto Fernández es un títere, sin autonomía, ni decisión personal. O que Cristina es el símbolo de todo mal que aqueja a la Argentina”.
Y considera que el poder de liderazgo y de apoyo popular lo sigue concentrando la figura de ella. “Cristina es la líder carismática del movimiento, y eso es intransferible. Por tal motivo, ella debe y se mantiene al margen, en su rol de legisladora, y solo se pronuncia cuando debe salir, si se me permite el termino, dando señales de rescate al gobierno“.
El impacto político y económico del mensaje
De hecho, Volpe refiere a los efectos concretos que tuvo su comunicado en la economía local. “Por ejemplo, hizo que en cinco días el dólar ‘blue’ o ilegal, baje de 195 a 171 pesos. ¿Es casualidad? Hasta ahora el mercado demuestra lo contrario. Me animaría a contestar que no”, sostiene la licenciada.
Adicionalmente, remarca que el mensaje cosechó una serie de respaldos de empresarios de la talla de Daniel Funes de Rioja, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), y referentes políticos muy antagónicos con el Gobierno, como la exdiputada Elisa Carrió o el senador Miguel Ángel Pichetto, excompañero de fórmula de Macri.
En suma, dice Volpe, la carta de Cristina Kirchner fue “un éxito” si se consideran los efectos inmediatos que tuvo en el devenir económico, y en la búsqueda de ampliar el diálogo a amplios sectores para “consolidar la gobernabilidad”, en momentos en que el país atraviesa serias dificultades económicas que se vieron agravadas por la pandemia de coronavirus. Habrá que ver si el llamado a ese gran acuerdo político prospera.
RT