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La ecuanimidad: la clave para ser feliz

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Si ahora mismo te preguntasen por qué no eres feliz, seguro tu respuesta involucraría a personas y circunstancias externas. Tal vez crees que tu infelicidad es culpa de las personas de tu entorno y sus comportamientos. Pero en realidad, la clave de tu bienestar se halla en ti y en tu actitud ante la vida. La clave es la ecuanimidad.

Hay personas que parecen imperturbables. Individuos que siempre tienen una disposición positiva, que afrontan las dificultades sin perder la calma y que permanecen en su centro. Sin saberlo, están poniendo en práctica la ecuanimidad en su día a día. Si tú aún no eres uno de ellos, has de saber que en tu mano está lograrlo.

¿Qué es la ecuanimidad?

Puede que este término no te resulte familiar en absoluto. Y es que es cierto que cada vez somos más conocedores de técnicas y prácticas orientales, como el mindfulness. Sin embargo, aún estamos lejos de aplicar estos principios en la vida cotidiana. No obstante, la ecuanimidad es un concepto sencillo de entender.

Podemos definir la ecuanimidad como una actitud de imparcialidad, estabilidad y equilibrio. La persona ecuánime es aquella que fluye con los acontecimientos internos y externos de su vida, sin juzgarlos y sin oponer resistencia. No lucha contra sus estados de ánimo ni contra las acciones de otros.

Sin embargo, la ecuanimidad en ningún caso implica indiferencia o pasividad. Por el contrario, se trata de comprender lo que ocurre y aceptarlo para, desde ahí, actuar en pos de nuestros objetivos. Ser ecuánime significa convertirse en un espectador objetivo de lo que acontece, sin permitir que las circunstancias nos secuestren y nos lleven a reaccionar en automático.

Claves para practicarla

Todo lo anterior puede parecerte utópico, inalcanzable e imposible de aplicar. Estamos acostumbrados a implicarnos con lo que nos rodea y nos parece imposible emanciparnos de esas emociones e impulsos primitivos.

Sin embargo, el profesor emérito de medicina Jon Kabat-Zinn, en su libro “Vivir con plenitud las crisis”, nos ofrece claves principales que pueden ayudarnos. Algunas de ellas son las siguientes:

Mantén una postura equilibrada, alejada tanto del apego como de la evitación. Es decir, no te aferres a los eventos y emociones positivas de tu vida ni luches contra aquellas que te desagradan. Fluye, permite que todo sea y acéptalo como es. Asume que el cambio es una parte esencial de la existencia y no te resistas a él. Todo final es también un principio y toda crisis esconde una oportunidad.

No reacciones. Acostúmbrate a ser un mero espectador de tus pensamientos y emociones, pero no te identifiques con ellos. De este modo serás capaz de adoptar una perspectiva más amplia y escoger tu respuesta ante los acontecimientos. Así dejarás de ser víctima de los automatismos e impulsos y podrás tomar el timón.

Ánclate al momento presente. No pierdas tu tiempo y energía en rememorar un pasado doloroso ni en angustiarte por un futuro incierto. Solo existe el ahora, así que involucra tus cinco sentidos en vivirlo. Todo lo que hagas (caminar, trabajar, bañarte o escuchar música) hazlo con conciencia plena.

¿Cómo ayuda la ecuanimidad a ser feliz?

En este momento te estarás preguntando por qué valdría la pena el gran esfuerzo que supone cambiar la actitud y los patrones que te vienen acompañando toda la vida. ¿Qué puede aportar la ecuanimidad que amerite tanto trabajo personal? La realidad es que sus beneficios son innumerables.

La ecuanimidad nos ayuda a experimentar con mucha más frecuencia emociones agradables como la satisfacción, la felicidad y la gratitud. Favorece estados de ánimo positivos también; pero no solo eso, sino que nos predispone a detectar con mayor facilidad las oportunidades y los aspectos más amables de la vida.

Además, nos hace más capaces de enfrentar los obstáculos y dificultades que puedan surgir, ya que gestionamos de mejor manera las emociones. Incluso, desarrollamos la capacidad de transformar los estados internos negativos en otros más placenteros.

La ecuanimidad cambia el cerebro

El alcance de dichos cambios es tan profundo que, incluso, se ha observado que tiene repercusiones a nivel cerebral. Así, una investigación comprobó que las personas que practican la ecuanimidad muestran mayor activación del hemisferio cerebral izquierdo, asociado a estados emocionales positivos.

No solo eso. Otros estudios científicos demostraron que la práctica de ejercicios de mindfulness, por ejemplo, aumentan el flujo de sangre hacia el cerebro. Eso se correlacionó con una reducción de la ansiedad y del estrés.

En suma, implementar la ecuanimidad como un estilo de vida requiere voluntad y perseverancia, pues supone un importante cambio de paradigma. Al hacerlo, habremos de deshacernos de los patrones de pensamiento y conducta que nos vienen acompañando desde hace años. No obstante, el aumento en los niveles de satisfacción, autonomía y felicidad será notable. Merece la pena intentarlo.

Fuente: Mejor con Salud

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