EFE).- Los problemas de acceso a los tratamientos contra la malaria derivados de la pandemia de COVID podrían suponer decenas de miles de muertes adicionales por esta enfermedad, que mató a 409.000 personas en 2019, advierte hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el informe anual presentado por el director del Programa Global contra la Malaria de la OMS, el español Pedro Alonso, se alerta de que podría haber entre 19.000 y 100.000 muertes más, dependiendo de si la crisis de la COVID ha producido entre un 10 % y un 50 % de interrupción de los tratamientos.
“Hay que intentar evitar la falsa dicotomía de que o bien hay que luchar contra la malaria o contra la COVID”, señaló el experto, con una carrera de cuatro décadas consagrada a la lucha contra la malaria.
DOS DÉCADAS DE PROGRESOS QUE SE FRENAN
El informe refleja un enorme retroceso de la incidencia de la malaria en el mundo en los últimos 20 años, especialmente en África, el continente más golpeado por la enfermedad, pero también evidencia que el progreso se ha frenado en el último lustro y se espera que lo haga aún más en 2020.
Desde que en 2000 los países africanos firmaran la Declaración de Abuja, en la que se comprometían a reducir a la mitad las muertes por malaria en una década, se han evitado unos 1.500 millones de contagios y 7,6 millones de muertes, señaló Alonso.
A principios de siglo unas 736.000 personas morían de malaria, así que el número de fallecidos ha descendido un 45 %, incluso pese a que la población en el África Subsahariana casi se ha doblado en estos últimos 20 años.
En 2019 los casos de malaria ascendieron a 229 millones, una cifra casi idéntica a la del año anterior, y las 409.000 muertes supusieron apenas un descenso del 0,5 % respecto a las 411.000 registradas en 2018.
“En 20 años se ha conseguido pasar de 24,7 muertes por cada 100.000 habitantes a 10,1, un descenso del 60 %, pero en los últimos cinco años se ha frenado la tasa al 15 %”, explicó el experto.
En dos décadas se ha conseguido eliminar completamente la malaria en 21 países, entre ellos naciones de Latinoamérica como Paraguay y Argentina, que en 2018 y 2019 obtuvieron respectivamente el certificado de países libres de esta enfermedad que emite la OMS (El Salvador también está a punto de conseguirlo).
ÁFRICA, EPICENTRO DE LA LUCHA
El 90 % de los casos y muertes en 2019 se registraron, un año más, en África, y la mitad de los contagios globales se concentran en sólo seis países del continente: Nigeria (un 23 % del total), República Democrática del Congo (11 %), Tanzania (5 %), Níger, Mozambique y Burkina Faso (4 % cada uno).
En los países donde la malaria aún es endémica, muchos de ellos en el África Subsahariana, a la carga que supone esa enfermedad se ha unido la incidencia de la COVID, que en esos territorios ha causado 22 millones de infecciones y 600.000 muertes.
“La malaria causa cada año en África una caída del crecimiento económico del 1,3 %, y con la pandemia de COVID se teme que la región sufra su primera recesión en 25 años”, advirtió el director regional de la OMS en el continente, Matshidiso Moeti, también durante la presentación del informe.
“La difícil situación exige compromisos renovados para sostener y acelerar los progresos que se hicieron en la lucha contra la malaria, una enfermedad que mata a muchos más africanos (384.000 en 2019) que otras de las que se habla mucho más, como el Ébola o la COVID”, subrayó.
La OMS advierte sobre la insuficiente financiación de los programas de lucha contra la malaria, un problema anterior a la pandemia de COVID (en 2019 sólo se recaudaron 3.000 de los 5.600 millones de dólares presupuestados para esta causa).
La malaria o paludismo es causada por un parásito del género plasmodium que se hospeda primero en un mosquito, del tipo anopheles, y finalmente, a través de la picadura del insecto, en el ser humano. Antonio Broto