El gobierno británico decidió reconfinar Londres y el sureste de Inglaterra a partir del domingo, dando un duro golpe a los reencuentros navideños, para intentar frenar una subida de contagios atribuida a una nueva cepa del coronavirus.
“Parece que esta propagación está alimentada por una nueva variante del virus”, que se transmite “mucho más fácilmente”, declaró el primer ministro en una rueda de prensa. “Nada indica que sea más mortífero o que cause una forma más severa de la enfermedad” o que reduzca la eficacia de las vacunas, matizó no obstante.
Los habitantes de la capital y del sureste de Inglaterra, ya sometidos a importantes restricciones, quedarán sujetos a un nuevo nivel de alerta, el cuarto y más elevado. Tendrán que quedarse en casa y los comercios considerados “no esenciales” no podrán abrir. Las compras de Navidad de último minuto se tendrán que hacer, como muy tarde, este sábado.
Los pubs, restaurantes y museos de esas dos áreas están cerrados desde el fin de semana pasado.
Todos los desplazamientos fuera de esa zona, ya sean dentro del territorio nacional o para ir al extranjero, estarán prohibidos.
En las áreas regidas por la alerta máxima no podrán llevarse a cabo reuniones entre miembros de distintos hogares, y en el resto de zonas se tendrán que realizar en un único día.
“Con gran pesar tengo que decirles que no podemos dejar que la Navidad se desarrolle como estaba previsto”, explicó Boris Johnson, asegurando que no tenía “elección” y pidiendo a los británicos que “sacrifiquen una oportunidad de ver nuestros seres queridos esta Navidad para protegerlos mejor y así poderlos ver en las próximas fiestas de Navidad”.
Para el alcalde de Londres, Sadiq Khan, la capital enfrenta la “Navidad más dura desde la guerra”.
El Reino Unido informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la propagación más rápida de la nueva cepa, precisaron las autoridades sanitarias. Otras mutaciones del SARS-CoV-2 fueron detectadas en otras partes del mundo.
Hacia la aprobación de la segunda vacuna
El Reino Unido es el país de Europa más duramente castigado por la pandemia junto con Italia, con más de 67.000 fallecidos. El sábado se superó el umbral de 2 millones de casos.
En total, unos 38 millones de personas en Inglaterra –es decir, el 68% de la población– ya vivían bajo estrictas restricciones, como el cierre de pubs, restaurantes y museos, y sometidos a la prohibición de reunirse con personas no convivientes, salvo excepciones.
En el Reino Unido, donde cada nación define su propia estrategia frente a la crisis sanitaria, a partir del domingo también se instaurará un confinamiento en el País de Gales, un poco más de una semana antes de lo previsto.
Escocia también endureció las medidas y el sábado anunció un confinamiento a partir del día siguiente a Navidad, que será el único día en el que las familias podrán reunirse. Además, se prolongaron las vacaciones hasta el 11 de enero. Irlanda del Norte se reconfinará justo después de Navidad.
El Ejecutivo de Boris Johnson, muy criticado por su gestión de la crisis desde que estalló la pandemia, ha apostado por la vacunación, lanzando una campaña el 8 de diciembre que en su primera fase se centra en los ancianos y en el personal sanitario.
Tras haber aprobado la administración de la vacuna de Pfizer-BioNTech, la Agencia británica del medicamento (MHRA) debería aprobar, el 28 o el 29 de diciembre, una segunda vacuna, desarrollada por el laboratorio AstraZeneca con la Universidad de Oxford, según el diario The Telegraph.
AFP