Los efectos de la pandemia actual por el COVID-19, afectan de manera desigual a la población y aquellas personas que se encuentran en las intersecciones de diferentes desigualdades (género, pobreza, etnia u orientación sexual) son las que se están viendo más perjudicadas.
Tal y como ha ocurrido en momentos de crisis a lo largo de la historia, están creciendo los casos de violencia de género, la incidencia de enfermedades de transmisión sexual, los embarazos en adolescentes y los matrimonios infantiles, aumentando así la discriminación de género.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, durante períodos de confinamiento la violencia de género aumenta mundialmente de media un 20%. Esto significa que después de seis meses de confinamiento han tenido lugar 31 millones de casos adicionales de violencia de género.
En Uganda y Kenia, los expertos se han hecho eco de los embarazos de adolescentes derivados de la convivencia de las niñas con personas que han abusado de ellas o han utilizado las relaciones sexuales como moneda de cambio para cubrir sus necesidades básicas. En el caso de Uganda, para aminorar esta situación, se ha creado un Comité de Protección Infantil con la colaboración de organismos internacionales como World Visionen áreas con una mayor incidencia.
Según la ONU, debido a la pandemia se espera que en la próxima década haya 13 millones de matrimonios infantiles adicionales, de los cuales 4 millones se producirán en los próximos dos años. Este número se suma a las 12 millones de niñas que son casadas anualmente.
“Esta práctica está arraigada en la desigualdad de género y las estructuras patriarcales, así como a factores de pobreza, falta de nivel educativo e inseguridades económicas que se exacerban durante periodos de crisis -advierte Maria Celeste Ruiz, también de la Universitat Politècnica de Catalunya y coautora del documento-. Además, cabe mencionar que en muchas zonas de África aún se practica la mutilación genital a las niñas antes de casarlas.
Etiopía es el decimoquinto país del mundo con el índice de matrimonios infantiles más elevado. Aunque su Código Penal criminaliza el matrimonio infantil, el país cuenta con un total de 15 millones de niñas casadas. Aunque en las últimas dos décadas había disminuido el número de matrimonios infantiles del 60% al 40%, actualmente estos avances se están perdiendo debido al confinamiento y al cierre de las escuelas. Los centros educativos realizaban rastreos de casos y mediaban con la legalidad nacional.
En Kenia, el cierre de las escuelas significó para muchas niñas la clausura de sus espacios seguros donde habían escapado de la ablación o de matrimonios forzados. Varios centros escolares han expresado su inquietud por el posible no retorno de muchas niñas y adolescentes a la escuela cuando estas reabran.
Hablar como modo de que exista
Con el fin de revertir esta situación, varios grupos de mujeres activistas han estado haciendo campañas de sensibilización durante el confinamiento en diferentes zonas con alta incidencia de matrimonios infantiles y embarazos en adolescentes.
En estas campañas han recalcado la importancia de la educación para las niñas y han desmitificado rumores de ciertos sectores de la población que dicen que estas se deben casar antes de que termine la pandemia. Se han dado situaciones donde las niñas se han visto obligadas a casarse por falta de sostén económico en casa y a la espera que el marido pague los gastos escolares.
“Es necesario, sobre todo en épocas de crisis como la actual, proteger los derechos de las niñas asegurando un espacio seguro para su buen desarrollo. Esto implica, necesariamente, disfrutar de la educación primaria y secundaria completa y no ser forzadas directa o indirectamente a tener relaciones sexuales o a casarse. Hay que acabar con el ciclo de pobreza que la maternidad infantil implica y asegurar a estas niñas sus derechos fundamentales”, concluyen las especialistas en su documento.