El uso generalizado de las tecnologías digitales por parte de los jóvenes ha estimulado la creencia general sobre cómo este tiene un impacto negativo en el bienestar psicológico de los adolescentes. La evidencia empírica actual que respalda esta idea se basa en gran medida en análisis secundarios de conjuntos de datos sociales a gran escala.
Si bien estos conjuntos de datos proporcionan un recurso valioso para la realización de investigaciones profundas, sus muchas variables, así como la significación de los resultados estadísticos y el sesgo de los investigadores hacen que se obtengan resultados contradictorios y no concluyentes. Por tanto las afirmaciones que relacionan de forma directa con el uso de pantallas en adolescentes y su bienestar psicológico podrían estar equivocados.
Investigadores de la Universidad de Oxford han realizado el estudio más concluyente hasta la fecha sobre la relación entre el uso de la tecnología y la salud mental de los adolescentes, examinando datos de más de 300.000 adolescentes y padres del Reino Unido y Estados Unidos. Las conclusiones de la investigación muestran que solo el 0,4% del bienestar de los adolescentes está relacionado con el uso de pantallas, que supera ligeramente al efecto negativo de comer patatas regularmente.
En comparación se encontró que fumar marihuana y sufrir bullying tenía en promedio de 2,7 a 4,3 veces más de asociación negativa con la salud mental de los adolescentes que el uso de pantallas. Actividades como dormir lo suficiente o un buen desayuno, a menudo pasadas por alto, tienen un asociación mucho más fuerte con el bienestar que con el uso de la tecnología.
Indagando en lo desconocido
La idea de que los dispositivos digitales e internet tienen una influencia duradera en cómo los humanos se desarrollan, socializan y se desarrollan es convincente. A medida que el tiempo que pasan los jóvenes online se ha duplicado en la última década, el debate sobre si este cambio tiene un impacto negativo en niños y adolescentes se está volviendo cada vez más intenso. Esto ha hecho que varias organizaciones profesionales y gubernamentales desarrollaran más investigación sobre el tiempo que se pasa frente a pantallas digitales, incluyendo en sus encuestas y sus conjuntos de datos sociales que evalúan el bienestar psicológico, medidas sobre el uso de la tecnología digital.
El método utilizado por los investigadores, denominado como “Análisis de Curva de Especificación”, consiguió revelar la razón por la que no parece haber un consenso científico firma sobre el uso de pantallas y la salud mental: “Incluso cuando se usan los mismos conjuntos de datos, cada investigador trae diferentes sesgos y analiza los datos de manera ligeramente diferente -explica Amy Orben, profesora universitaria en el Queen’s College de la Universidad de Oxford, y autora del estudio-.
De los tres conjuntos de datos que analizamos para este estudio, encontramos más de 600 millones de formas posibles de analizar los datos. Calculamos una gran muestra de estos y descubrimos que, si lo deseas, puedes generar una gran variedad de datos tanto positivos como negativos en la asociación entre tecnología y bienestar, o ningún efecto en absoluto. Es necesario llevar la cuestión más allá de los resultados seleccionados, por lo desarrollamos un enfoque que nos ayuda a tratar de forma conjunto con todos los datos”.
“La información sesgada y selectiva de los resultados es endémica en la investigación social y biológica influyendo en el debate sobre el tiempo que pasan los adolescentes frente a pantallas. Necesitamos poner los hallazgos científicos en contexto para los padres, responsables políticos y el público en general”, concluye Przybylski.