Según Frutales en Venezuela de Jesús Hoyos, el cacaotero, Theobroma Cacao, es uno de los árboles americanos de mayor cultivo en las regiones tropicales húmedas. “Durante la colonización del Nuevo Mundo fue riqueza de los pueblos, monopolio de los gobiernos y contrabando de los enemigos de la corona”. Fue riqueza económica por su delicioso sabor y propiedades energizantes, y aún hoy sigue siéndolo.
Aunque hasta hace poco se desconocía el país americano de su origen, algunos afirmaban que pudo haber sido Venezuela, Brasil, Colombia o cualquiera de Centroamérica, según publicó un reportaje de Forbes México, un reciente descubrimiento confirmó que esta planta fue “domesticada” inicialmente al norte del Amazonas, en la región sudamericana hace más de 5,300 años.
Se dice que el emperador azteca Moctezuma agasajó a Hernán Cortés y a sus soldados con “xocolatl”, bebida amarga y energética utilizada por los Olmecas (1500- 400 A.C.), por los Aztecas (1400 A.C.), y posteriormente por los Mayas (600 A. C.). Cortés identificó el potencial económico del cacao como alimento y llevó los primeros frutos de cacao a Europa.
Explica Hoyos en su libro que durante la conquista del Nuevo Mundo, los españoles encontraron ya en México el cacaotero bajo cultivo y que no solo se usaba para la ingesta, sino también como especie de monedas. De hecho, se menciona que el historiador Fernández de Oviedo señala que en Nicaragua un esclavo se compraba con 100 semillas y un conejo con 10. Y es que en América las semillas de cacao fueron la base del sistema monetario para los indígenas y aún en el siglo XIX se seguían usando como trueque en zonas recónditas de Yucatán, México.
Pero más allá de los placeres del paladar, y sus virtudes económicas, el cacao posee propiedades que lo hace un auténtico tesoro -también- para nuestra salud.
“El árbol más precioso de las Indias”, así lo describió el historiador Fernández de Oviedo, porque además de su valor económico, era reconocido como una maravilla para el paladar y el bienestar del organismo.
Gran cantidad de estudios han demostrado a lo largo de los años que el cacao es fuente poderosísima de antioxidantes, lo que significa que actúa protegiendo al organismo y previniendo el desarrollo de patologías vinculadas con el estrés oxidativo, como algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y cerebro, Alzheimer y cataratas, entre otras, con lo cual se recomienda el consumo de antioxidantes naturales, como los contenidos en frutas, verduras y en el protagonista de esta nota, cuyos flavonoles favorecen el colesterol bueno y sus efectos vasodilatadores contribuyen a la disminución de la presión arterial alta.
De hecho, un estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, publicado en la Revista chilena de nutrición, asegura que el chocolate negro -producto del cacao, por supuesto- contiene una alta cantidad de flavanoides, por lo cual su consumo se asocia a una protección de la salud cardiovascular y a otras patologías.
Si bien los indígenas americanos ya apreciaban las propiedades estimulantes del cacao, no deja de sorprender la cantidad de beneficios que se le atribuyen.
Además de ser más rico en antioxidantes que el té verde y el vino tinto, el cacao es rico en calcio con lo cual es un aliado en el fortalecimiento de los huesos, facilitando su renovación celular. Incluso, la tradición en cuanto a remedios naturales recomienda tomar cacao puro mezclado con yogur diariamente para mejorar fracturas y otras dolencias óseas, según revela el naturópata Txumari Alfaro, en su libro Cuidados naturales para la edad de oro.
Además, según la revista especializada CuerpoMente, los flavonoides del cacao funcionan como neuroprotectores, interviniendo positivamente en la capacidad de aprendizaje y la memoria. Asimismo, estos componentes influyen también en la elasticidad, hidratación y densidad de la piel, y otra sustancia llamada la epicatequina eleva la saturación de oxígeno en la hemoglobina, lo cual incide en la buena circulación de la piel y contribuye con su fotoprotección.
En cuanto a la salud emocional, hay que mencionar que el cacao contribuye a mejorar el humor y combate la depresión. Sara Martínez, profesora del departamento de Farmacia, Biotecnología y Nutrición en la Universidad Europea, consultada por la reconocida publicación deportiva As, asegura que la ingesta de chocolate negro podría aumentar los niveles de serotonina, lo cual influye en combatir el estrés y favorece la relajación, pero advierte que debemos evitar su consumo en exceso, mencionando que mientras mayor el porcentaje de cacao, más saludable es el chocolate.
Aunque la grasa contenida en el chocolate proviene de la manteca de cacao, con alto porcentaje de grasas saturadas, el cacao puro contribuye con la aceleración del metabolismo de lípidos e incrementa la producción de calor en el tejido adiposo. Con lo cual, podría ayudar a la pérdida de peso excesivo.
Por su elevado grado de grasas, el cacao es una fuente de energía. De hecho, Alfonso Valenzuela B., quien firma el estudio de la universidad chilena mencionado anteriormente, asegura que constituye un excelente suplemento nutricional para atletas, o para personas con altos requerimientos de actividad física que necesitan reservas energéticas adicionales.
Pero aunque es un manjar de salud, tampoco es recomendable pasarnos de la cuenta en su consumo, ni tampoco pretender que todas las formas de chocolate aportarán los beneficios del cacao puro. La nutricionista Blanca García-Orea consultada en un artículo del diario El Español señala que la cantidad máxima de chocolate que podemos tomar al día, siendo negro con porcentaje igual o superior al 85% de cacao, sería entre unos 10 y 15 gramos.
Sin embargo, hay que decir que los ácidos fenólicos de uno de los derivados del cacao ha resultado un aliado en la lucha contra la obesidad, según una investigación reciente desarrollada por la Universidad de Illinois, Estados Unidos, publicada por la revista Molecular Nutrition and Food Research. Las epicatequinas, el ácido protocatéquico y la procianidina B2.
Lamentablemente no es en las deliciosas tabletas de chocolate donde encontramos estos componentes, sino en las cáscaras de los granos, una parte que hasta ahora se desechaba en el proceso de producción, generando innumerables residuos.
La investigación, realizada en roedores, demostró que estos componentes tienen un efecto importante en la restauración de la función metabólica de las células de la grasa, facilitando el gasto de calorías. Además, también influyeron en revertir la inflamación crónica y evitar el desarrollo de resistencia a la insulina, lo que se considera un preámbulo de la diabetes.
Habrá que esperar a que estas investigaciones avancen mucho más no solo para obtener beneficios en nuestro organismo, sino para celebrar que se reduce una buena cantidad de compuestos contaminantes resultantes del procesamiento del cacao para hacer chocolate y otros productos.