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Cómo evitar la sequedad en las manos por el lavado frecuente

manos

Un constante lavado es la principal recomendación que nos hacen para evitar el contagio y la propagación de virus y enfermedades. Sin embargo, el exceso puede traer consecuencias y es bueno saber cómo evitar sequedad en las manos.

Pero los problemas pueden no terminar allí, ya que la piel reseca llega a agrietarse y romperse, abriéndose heridas que son puerta de entrada a infecciones. De modo que estamos ante un dilema.

En el presente artículo conoceremos las diversas causas por las que se pueden resecar las manos, explicaremos los riesgos del lavado frecuente y brindaremos algunas recomendaciones para evitar que la piel pierda su hidratación y suavidad naturales.

Causas de la sequedad en las manos

La sequedad de las manos se puede manifestar con una sensación de aspereza, irritación y enrojecimiento, comezón y descamación, sobre todo en las palmas y los dedos. Una de las razones por las que se presenta es el jabón.

Según las investigaciones, en los profesionales de la salud que deben lavarse muchas veces los productos de higiene provocan irritaciones. Por otra parte, entre los efectos secundarios del gel antibacterial, cuyo uso se ha incrementado, se puede mencionar la resequedad, particularmente aquellos con alto contenido de alcohol.

El frío también se suele asociar con la resequedad. En un estudio clínico se observó que las bajas temperaturas aumentan el riesgo de afecciones en la piel.

Otro factor importante en cuanto a la sequedad de las manos es la falta de hidratación. Sin embargo, esto no debe confundirse con el lavado, ya que su práctica no necesariamente hidrata más.

Asimismo, algunas enfermedades de la piel promueven la sequedad y el agrietamiento. Es lo que ocurre con las dermatitis.

Riesgos de lavarse demasiado las manos

Lavarse las manos en demasía es algo que suele asociarse con comportamientos rituales repetitivos de las personas con trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Por otra parte, en determinadas circunstancias, el lavado frecuente se convierte en un imperativo para prevenir enfermedades. Sin embargo, extremar la higiene tiene sus riesgos y puede ser contraproducente.

En diversos estudios se han determinado los efectos perjudiciales en la piel que produce el lavado frecuente de manos. Se observan daños en la membrana externa y el estrato córneo, con cambios significativos en cuanto a la cantidad de agua (deshidratación) y a la descamación.

Los investigadores han encontrado una alta prevalencia de daño en la piel por resequedad en las manos del personal de salud, sobre todo enfermeras. Dichos trastornos se correlacionaron con variables como el número de lavadas y el tipo de jabón utilizado.

Otras consecuencias del exceso al lavarse de manos son las siguientes:

Se incrementa el riesgo de desarrollar erupciones en la piel.

Elimina los aceites naturales, perdiendo protección contra las infecciones.

Al resecarse la piel somos más susceptibles a la proliferación de patógenos en las grietas o heridas.

Hay empobrecimiento de la flora bacteriana cutánea normal.

Al estar reseca, la piel pierde brillo y elasticidad.

Aumentan las posibilidades de sufrir dermatitis.

¿Cómo evitar la sequedad en las manos por el lavado frecuente?

Si bien dejar de lavarnos no es una opción, sí es posible tomar algunas precauciones para evitar la sequedad en las manos. Veamos.

1. Lavadas necesarias

La primera precaución es la más obvia: debemos lavarnos solo cuando sea necesario. Es decir, tenemos que evitar los excesos en cuanto a la frecuencia y duración del proceso.

Ahora, si consideramos que nos lavamos las manos el mínimo de veces y por el tiempo justo, pero aún así notamos alguna irritación, entonces podemos pasar a los siguientes puntos.

2. Agua tibia

Sobre todo en los meses más fríos del año, es recomendable usar agua tibia para evitar la sequedad al lavarnos las manos. Hay que ser precavidos, no obstante, ya que la piel del dorso es sensible.

3. Jabón suave

Debemos buscar un jabón que no solo mantenga las manos limpias, sino que también cuide la piel. Esto se refiere tanto al de bañarse y lavarse, como al detergente para la ropa y los trastos. De preferencia, se deben usar guantes para lavar y fregar.

Una opción son los jabones artesanales, a base de aloe vera, avena, coco o aceite de oliva. Algunos de estos, incluso, no contienen sosa cáustica, pero sí son humectantes y ayudan a mantener las manos suaves.

3. Secarse las manos

Por paradójico que parezca, dejar las manos mojadas después de lavarlas no es beneficioso para prevenir la resequedad, sino todo lo contrario. Las manos húmedas, además, favorecen la proliferación de gérmenes.

Por tanto, hay que lavar y enjuagar bien las manos para eliminar todo resto de jabón y luego usar una toalla limpia que esté completamente seca.

4. Gel antibacterial

Es posible sustituir algunos lavados por gel antibacterial. En la actualidad, muchas personas toman esta opción si se encuentran en la calle y no pueden usar agua.

No obstante, para quien ya tiene las manos resecas, esto puede ser nocivo, a menos que se trate de un gel antibacterial elaborado con ingredientes naturales.

Si se va a comprar uno comercial, es importante seleccionar aquel que tenga baja cantidad de alcohol. Los expertos recomiendan que la concentración de esta sustancia sea menos de 60 % para evitar sequedad en las manos.

5. Cremas humectantes

Tanto para tratar la sequedad en las manos cuando ya se ha producido, como para evitarla, es recomendable usar cremas humectantes que contengan aceites sin alcohol. En términos ideales, que tampoco posean colorantes ni perfumes.

Con las cremas humectantes también hay que evitar los excesos, en cuanto a la cantidad que se aplica en las manos como en el número de veces. Lo ideal es un punto del tamaño de un guisante después de haberse lavado y secado bien.

6. Hidratación

Cuando se habla de hidratar, es importante recordar que esto se puede hacer de dos formas: desde el exterior, con cremas humectantes, y desde el interior, bebiendo suficiente líquido.

Evitar la sequedad de las manos lavando el tiempo adecuado

Utilizamos las manos para muchas cosas. Cuando estamos en la calle tocamos pasamanos, picaportes, dinero, puertas. Hay que lavarlas en toda su extensión, desde el dorso hasta las uñas, antes de comer, antes y después de ir al baño, al llegar a casa, al manipular alimentos, luego de realizar alguna tarea manual.

Por otra parte, a menos que seamos personal médico a punto de operar, el proceso de mojar las manos, enjabonar, frotar, enjuagar y secar no debe sobrepasar 1 minuto y 20 segundos es lo mínimo.

Cualquier exceso en el número de veces y en la duración puede acarrear consecuencias indeseables, tales como la sequedad.

Fuente: Mejor con salud

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