Los cangrejos de río expuestos a la contaminación del agua con antidepresivos se comportan de manera más temeraria, emergen más rápido de sus escondites y pasan más tiempo buscando comida, según un estudio.
El artículo, publicado en la revista Ecosphere, destaca los impactos no deseados que las medicinas humanas pueden tener en el medio ambiente, ya que alteran la dinámica de la red alimentaria y los procesos de los ecosistemas.
Investigaciones anteriores sobre el tema implicaron inyectar antidepresivos a los animales, pero las dosis probablemente fueron más altas de lo que éstos habrían encontrado de forma natural en sus hábitats.
“Nuestro trabajo muestra que incluso en concentraciones ambientalmente realistas, un antidepresivo puede cambiar el comportamiento del cangrejo de río”, dijo a la AFP el autor principal del estudio, Alexander “AJ” Reisinger, del Instituto de Ciencias Agrícolas y Alimentarias de la Universidad de Florida.
Los antidepresivos que se eliminan directamente o se excretan en pequeñas cantidades eventualmente terminan en el medio ambiente, ya sea a través de fugas en los sistemas sépticos o a través de plantas de tratamiento de agua que no están diseñadas para filtrarlos.
El equipo de Reisinger examinó el impacto de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), un tipo de compuestos que aumentan los niveles del químico serotonina, fundamental en la regulación de los estados de ánimo.
Los ISRS comúnmente recetados incluyen la fluoxetina, que se conoce con el nombre comercial de Prozac, y el citalopram, también conocido como Celexa.
Las agencias estadounidenses desaconsejan tirar los medicamentos no utilizados por el inodoro o el lavabo debido a su impacto en el medio ambiente, y la Agencia de Control de Drogas (DEA) coordina los días nacionales de devolución de medicamentos para ayudar en la eliminación adecuada.
– Mayor riesgo de depredación –
Los investigadores recrearon el entorno natural de los crustáceos de agua dulce en un laboratorio donde algunos estuvieron expuestos a niveles ambientalmente realistas de antidepresivos durante dos semanas, mientras que un grupo de control no estuvo expuesto.
Los cangrejos de río fueron colocados en un escondite a la entrada de un laberinto en forma de Y. Un carril emitió señales químicas para comida, mientras que el otro señaló la presencia de otro cangrejo de río.
Los crustáceos que estuvieron expuestos a los antidepresivos salieron de sus escondites antes y pasaron más tiempo buscando comida, pero evitaron el lado del laberinto que indicaba otro cangrejo de río, lo que indica que no buscaban confrontación.
El comportamiento alterado podría exponer a los cangrejos de río a un mayor riesgo de depredadores, que incluyen anguilas y tortugas, así como mamíferos y aves.
También podría afectar a todo el ecosistema acuático, ya que los cangrejos de río comen algas y materia orgánica, pero este efecto probablemente sería posterior y requiere más estudios para confirmarlo, según los investigadores.
Reisinger dijo que aplicar los hallazgos al mundo natural es un desafío debido a la probable presencia de múltiples contaminantes en las vías fluviales, incluidos metales pesados, hidrocarburos y otros productos farmacéuticos.
“Para tener una mejor comprensión de lo que esto podría afectar a nuestros arroyos y ríos o cadenas alimenticias, se necesitan más trabajos para entender las interacciones entre mezclas de diferentes contaminantes”, dijo a la AFP.