El abuso sexual a menores en Honduras es una “emergencia invisible” que requiere medidas para prevenir el problema y “romper” con patrones sociales de conducta, según especialistas.
El abuso sexual “viene desde una situación muy arraigada de violencia basada en género, por lo que realmente tenemos que empezar a romper con esos patrones de conducta que están afectando, principalmente, a las niñas y adolescentes”, dijo a Efe la gerente de programas del Plan Internacional, Laura Rey.
Señaló que las agresiones sexuales a menores “es una problemática que, además de invisibilizada, también se ha normalizado”, por lo que se considera “normal que un adulto tenga una relación con una menor de edad”.
Unas 927 menores, de 0 a 19 años, sufrieron abuso sexual en Honduras entre enero y octubre de 2020, según cifras del no gubernamental Centro de Derechos de Mujeres (CDM).
Todo tipo de agresión contra los menores “es otra pandemia” que ha venido “siendo parte de una normalización de la violencia de género”, una situación que “marca su desarrollo y vida”, enfatizó Rey.
Señaló, como ejemplo, que tres niñas daban a luz cada hora en 2019 en Honduras, país donde la mayoría de esas gestaciones tienen su origen en violaciones, muchas de ellas por parte de familiares.
Estas menores enfrentan “dificultades para seguir adelante con su desarrollo en educación y sufren alguna situación en los espacios de salud, donde se les culpabiliza” por estar embarazadas a temprana edad, subrayó la experta del Plan Internacional.
MEDIDAS FUERTES PARA PREVENIR EL ABUSO
Ian Quiroz, especialista en protección de la niñez de la ONG Visión Mundial, dijo a Efe que el maltrato físico, psicológico y sexual ha aumentado en Honduras durante la pandemia de coronavirus.
El abuso sexual es “una problemática en la que el Estado tiene que tomar medidas bastantes fuertes para no solo atacar el efecto, las consecuencias, sino también para prevenir este tipo de maltrato”, subrayó.
Afirmó que en algunas regiones de Honduras los abusos a menores en el ámbito familiar y el incesto “son parte del diario vivir, eso es normal y es parte de su misma cultura”.
Destacó además la importancia de “visibilizar” la problemática, que no reconoce raza, origen étnico o género y poner en la palestra política la protección de la niñez.
UNA EMERGENCIA INVISIBLE
“Todo abuso infantil es una emergencia”, enfatizó Rey, quien lamentó que las denuncias de delitos sexuales contra menores en el país han disminuido por las restricciones de movilidad debido a la pandemia.
Dijo que la falta de denuncias ante la “invisibilización y la normalidad” del problema impide actuar a las autoridades, lo que alimenta la impunidad de los casos.
Los agresores suelen ser personas del círculo familiar de la víctima o muy cercanas al mismo, señaló Quiroz, quien indicó que el hogar y las escuelas son los lugares donde los niños están más propensos a sufrir algún tipo de abuso.
La organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) considera la violencia sexual “una emergencia invisible” en Honduras, donde al mes atiende a una media de 13 menores de 14 años víctimas de este tipo de abuso.
El miedo, la estigmatización, la revictimización y un sistema de salud “colapsado” aumentan el sufrimiento de las víctimas de violencia sexual en Honduras, según MSF.
Las menores de 18 años de edad representan, según datos de MSF, un tercio de las 135 mujeres embarazadas producto de una violación.
MSF lamentó que Honduras no haya aprobado el Protocolo Nacional de Atención Integral a víctimas de violencia sexual, presentado en 2017, lo cual repercute en que miles de menores y mujeres continúen “sin acceso a atención médica prioritaria”.
Fuente: EFE