Las aulas de los colegios de Puerto Príncipe no han recobrado la normalidad dos días después del fin de la huelga de tres jornadas que se convocó a nivel nacional y muchos pupitres permanecen vacíos por el temor de los padres a llevar a sus hijos a la escuela en un contexto de inseguridad.
La carencia de combustible unida a la violencia de las bandas armadas pesan demasiado para algunas familias, que prefieren que sus hijos permanezcan en casa, especialmente en el caso de los más pequeños, según pudo comprobar Efe en la Academia Moderna de Pradieu de la capital.
En el centro hay matriculados 500 alumnos, pero este viernes sólo había acudido a clase alrededor de un centenar, principalmente de los cursos superiores, indicaron a Efe en el colegio, que mantiene varias aulas cerradas dada la asistencia limitada de estudiantes y la escasez de carburante que afecta al país.
El jueves, primer día lectivo tras el paro, el número era incluso inferior, por lo que los profesores esperan ir recuperando la normalidad poco a poco.
La maestra de matemáticas Judithe Chrismé estaba dando la lección a solo dos alumnos este viernes, de los 32 que tiene habitualmente en su clase.
“El miedo a la inseguridad es una de las razones por las que los padres no envían a sus hijos” a la escuela, dijo, aunque se mostró confiada en que “con el paso del tiempo, todo vaya bien” y, mientras tanto, en el centro se está “trabajando con normalidad”, apuntó.
En la guardería, una niña es la única que ocupa un pupitre mientras otro pequeño echa una siesta, aunque según va subiendo el grado escolar también se incrementa la presencia de alumnos que, según indican los profesores, están inquietos estos días.
Emilio Ambresel, profesor de español en la escuela, indicó que la situación actual afecta al rendimiento de los escolares y “hay que tener mucha paciencia para trabajar con ellos” en las circunstancias actuales.
El clima de inseguridad que se viene arrastrando en Haití desde hace meses se recrudeció el pasado septiembre, después de una breve tregua concedida por las bandas armadas tras el asesinato del presidente Moise, perpetrado el 7 de julio, y del terremoto del 14 de agosto.
En un mensaje difundido la pasada madrugada, el primer ministro de Haití, Ariel Henry, prometió enfrentarse a las bandas y a sus patrocinadores, a los que considera “enemigos del pueblo”, y a los que les dijo que su “única opción” es “la cárcel o la muerte, si no quieren cambiar de oficio”, aseveró.
Se trata de las primeras declaraciones que ofrece desde que se elevara el clima de violencia desencadenado por grupos armados, cuya actividad está directamente relacionada con la escasez de combustible que está condicionando el funcionamiento del país desde hace semanas.
EFE