Estados Unidos dejará de comprar petróleo a Rusia. Así lo anunciará el presidente, Joe Biden, en las próximas horas. Es un paso más en las medidas económicas contra la invasión rusa de Ucrania, y supone un salto cualitativo en la presión contra el país de Vladimir Putin, que hasta el inicio de las hostilidades obtenía más de un tercio de sus ingresos fiscales por la venta de gas y petróleo en el exterior.
La medida tiene un componente altamente simbólico. Estados Unidos solo obtiene de Rusia el 1% de su consumo y el 3% de sus importaciones de petróleo crudo. Cuando se suman también los derivados del petróleo, la cifra llega al 8% del consumo. Los datos preliminares del departamento de energía de EEUU revelan que, en la última semana del mes de febrero, ese país no compró petróleo ruso.
Sin embargo, la decisión de suspender las compras suponer un nuevo golpe a las exportaciones de petróleo de Rusia. La semana pasada el volumen de contratos de crudo cayó un 70% debido a las sanciones financieras impuestas a Rusia. La cancelación de compras por parte de Estados Unidos implica, así pues, que las presiones sobre Moscú van a continuar.
Se trata de una medida unilateral de Estados Unidos. Los países europeos, que son mucho más dependientes del petróleo y del gas rusos, no tienen previsto anunciar decisiones por el momento. La Unión Europea, sin embargo, quiere reducir su dependencia energética de Rusia en un 90% este año. Es un objetivo tremendamente ambicioso, que puede añadir más tensiones al mercado energético mundial.
Otra consecuencia de la decisión de Biden va a ser su impacto sobre el precio del petróleo, que, desde la invasión de Ucrania, ha subido más de un 40%. En Estados Unidos, el precio del galón de gasolina (alrededor de 3 litros y medio) ha roto la barrera psicológica de los cuatro dólares(unos 3,7 euros), y se espera que siga al alza. Las consecuencias van a ser muy negativas en el terreno de la lucha contra la inflación. La mayor parte de los expertos creen que el crecimiento económico estadounidense se ralentizará en 2022. Peor le puede ir a la Unión Europea, que podría fácilmente entrar en una recesión.
La cancelación de las compras de petróleo por Estados Unidos no es la única medida de presión lanzada este martes contra Rusia. La empresa angloholandesa Shell – la mayor petrolera privada del mundo – ha anunciado que se une a sus rivales la británica BP y la estadounidense Exxon y deja de comprar crudo ruso. Shell también ha tenido que disculparse por haber adquirido un cargamento de petróleo de su país durante el fin de semana.
Fuente: EL MUNDO