Brasilia.- Cuando faltan hoy seis meses para las elecciones en Brasil, la polarización entre el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y el mandatario Jair Bolsonaro crece y hasta se acentúa con la confusión que impera en la llamada “tercera vía”.
Las encuestas difundidas en las últimas dos semanas repiten el escenario que se diseña desde hace meses y sitúan a Lula como claro favorito, con una intención de voto un poco superior al 40 %, aunque Bolsonaro ha pasado de un 25 % a arañar un 30 % de los apoyos.
Con esas proyecciones, las elecciones del 2 de octubre irían a una segunda vuelta que el líder progresista ganaría con una ventaja de entre 12 y 15 puntos porcentuales, según coinciden sondeos de las firmas Datafolha, PoderData y XP.
En las tres encuestas aparecen cerca de un 15 % de indecisos y un difuso universo “nini” dividido entre cuatro posibles candidatos que en conjunto suman otro 15 % e intentan una compleja negociación para definir un único abanderado.
Mientras la política ajusta piezas, el país enfrenta una difícil coyuntura, con una inflación del 10 % anual, un desempleo de casi el 12 % y las perspectivas de recuperación económica lastradas por la propia incertidumbre electoral y el impacto de la guerra en Ucrania.
BOLSONARO CON DIOS, LA FAMILIA, LA PROPIEDAD…Y LOS MILITARES
El libreto electoral del líder de la ultraderecha es similar al que lo llevó a ganar los comicios de 2018 y pasa por agitar los fantasmas del “comunismo” y la corrupción contra Lula.
Apuesta en su base ultraconservadora, que tiene entre sus pilares a las iglesias evangelistas y una agenda en la que “Dios, la familia, la propiedad y la libertad” están “por encima de todo”, como repite en cada pronunciamiento.
Así como en 2018, el capitán de la reserva del Ejército tendrá a un militar en su fórmula. No será el general Hamilton Mourao, su actual vicepresidente y de quien se ha distanciado, sino el general Walter Braga Netto, un oficial de línea mucho más dura y que ocupó el Ministerio de Defensa hasta el pasado jueves.
El factor moderador pudiera ser el Partido Liberal, al que Bolsonaro se afilió el año pasado y se alinea en la derecha, aunque ya estuvo con Lula en el Gobierno entre 2003 y 2010 y es mucho más pragmático que ideológico.
LULA Y UN PASO AL CENTRO QUE PREOCUPA A LA IZQUIERDA
Pragmatismo también pide Lula, quien aspira a reunir en torno a su candidatura a las fuerzas de izquierda y sumar además al “centro democrático” para constituir un gran frente contra el bolsonarismo.
Para eso, el líder progresista ha dado un paso que no termina de convencer a los más radicales y se plantea como compañero de fórmula al liberal Geraldo Alckmin, un político de centroderecha bien visto por los mercados, pero cuyo conservadurismo genera recelos en el Partido de los Trabajadores (PT).
En la formación liderada por Lula existen sectores que presionan por un candidato a vicepresidente más progresista y que defenderán esa posición en una reunión de la dirección nacional prevista para el próximo 24 de abril.
Sin embargo, a lo largo de los 42 años de historia que tiene el PT, Lula siempre ha impuesto su voluntad, que en el caso de Alckmin explica en la necesidad de sumar frente al “fascismo” de Bolsonaro, convencer a los indecisos y hasta pescar entre los “nini”.
LA ENCRUCIJADA DE LA “CALLE DEL MEDIO”
La llamada “tercera vía” pasó esta semana sumergida en una gran confusión, que la dejó en una encrucijada cada vez más difícil.
El exjuez Sergio Moro, tercero en las encuestas con un 8 %, dejó el partido Podemos, al que se había afiliado en noviembre pasado, para sumarse a Unión Brasil, que le impuso como condición olvidar su candidatura presidencial para aspirar a un escaño en el Congreso, lo cual dijo acatar “en este momento”.
Unión Brasil, resultado de la reciente fusión de dos partidos de centroderecha, baraja como abanderada a la senadora Simone Tebet, pero también negocia una aproximación al socialdemócrata Joao Doria, quien ha dejado bien claro que será candidato a la Presidencia.
Según las encuestas, Tebet y Doria tienen un 2 % de apoyo, cuatro puntos menos que el laborista Ciro Gomes, quien corre por fuera en la pista de los “nini” y ya ha avisado que tampoco renunciará a sus aspiraciones en favor de una hipotética “tercera vía”.