Un estudio genómico de 66 individuos sepultados en el siglo VII en la cuenca panónica, entre los montes Cárpatos y el cauce medio del río Danubio, arroja luz sobre la que probablemente haya sido la migración a larga distancia más rápida en la historia de la humanidad.
Todos estos restos humanos, desenterrados en distintos años de ocho sitios arqueológicos ubicados en Hungría, pertenecían a la élite del pueblo ávaro, el mismo que introdujo el estribo en Europa y sucedió a los hunos en poblar la antigua provincia romana de Panonia y las tierras aledañas.
Se sabía que este pueblo nómada se asentó al norte de los Balcanes en la década de 560, a comienzos de la época medieval, y su monarquía, llamada ‘jaganato’, existió desde entonces durante más de dos siglos, recuerda un comunicado del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, con sede en Leipzig, Alemania.
Los propios ávaros no dejaron registros escritos sobre su pasado y, por tanto, sus orígenes son objeto de debate académico. Hubo contradicciones al respecto ya en las obras de algunos historiadores y geógrafos bizantinos, testigos de la época cuando esta horda apenas había migrado desde el este asiático.
El coautor principal del nuevo estudio, publicado en la revista Cell, Choongwon Jeong, dijo que la contextualización histórica de los resultados del análisis genético permitió al equipo investigador establecer el momento exacto de la migración. Los ávaros recorrieron más de 5.000 kilómetros en unos pocos años desde Mongolia hasta el Cáucaso y una década después retomaron su camino hasta establecerse en lo que hoy es Hungría. Fue la “migración a larga distancia más rápida en la historia humana que podemos reconstruir hasta este momento”, sintetizó Jeong.
La caída del estado de Rouran, uno de los más tempranos en las estepas de Mongolia y que tenía conflictos con tribus turcas, se establece como el principal motivo que habría motivado el éxodo de las tierras de origen a mediados del siglo VI, que menciona el primer autor del estudio, Guido Gnecchi-Ruscone.
Huellas genéticas del origen y el mestizaje
Además de las raíces genéticas atribuibles a esta horda mongólica, entre el 20 y el 30 % de las élites ávaras del siglo VII tenían la ascendencia euroasiática occidental. Se la podría asociar con la población del norte del Cáucaso y la estepa de Asia occidental, y el flujo migratorio desde estas regiones sería posterior a la llegada de los ávaros a Europa.
La ascendencia de Asia oriental es predominante en aquellos individuos que vivían en el núcleo del jaganato, entre los ríos Danubio y Tisza (la actual Hungría central). Más allá de la región de asentamiento primario se encontró una mayor variabilidad en los niveles de mestizaje entre individuos, especialmente en el sur de Hungría (sitio de Kölked), destacan los autores.
La percepción de la horda ávara a su llegada a Europa puede variar entre un “grupo de inmigrantes bien organizado” y una “banda mixta de fugitivos”, según el comunicado. No solo los genes, sino los múltiples hallazgos arqueológicos, como son armas, vasijas y arneses para caballos, señalan paralelismos entre los habitantes de la cuenca de los Cárpatos y la población nómada euroasiática. Un ejemplo destacado de este paralelismo es el uso de los pectorales de oro en forma de medialuna como símbolo de poder.
RT