(EFE).– Algunas aves no parecen dispuestas a criar a sus polluelos, por lo que falsifican sus huevos, engañando así a otras especies para que lo hagan por ellas. Un rompecabezas evolutivo al que los científicos han puesto orden para determinar el origen genético de esta habilidad.
La práctica de la falsificación se produce desde hace dos millones de años y es una característica genética que se hereda por vía materna, aunque las medidas que ponen en marcha las aves engañadas desafían, cada vez más, esa capacidad de fraude, señala un estudio que publica hoy Pnas.
Esta característica se llama “parasitismo de cría” y los expertos se preguntan desde hace tempo cómo puede una sola especie de ave imitar los patrones de forma y color de los huevos de otras varias y cómo transmiten esta capacidad a las crías, a pesar del mestizaje entre aves criadas por distintos huéspedes.
Un equipo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) estudió en Zambia la genética del mimetismo de los huevos del pinzón de cuco, una especie que explota a muchas especies de currucas en África.
Las hembras de los pinzones de cuco heredan de sus madres la capacidad de imitar la apariencia de los huevos de sus anfitriones, a través del cromosoma W, específico de la hembra (análogo al cromosoma Y específico del macho en los humanos).
Esta “herencia materna” les permite evitar el riesgo de heredar los genes de mimetismo equivocados de un padre criado por un huésped diferente y hace posible que distintos linajes de hembras desarrollen un mimetismo especializado en varias especies de huéspedes.
Sin embargo, en esta lucha evolutiva, la selección natural “ha creado un arma de doble filo”, según la autora principal de la investigación, Claire Spottiswoode, de la Universidad de Cambridge.
Aunque la herencia materna ha permitido a los pinzones de cuco explotar a múltiples especies de hospedadores, “es probable que ralentice su capacidad para evolucionar contra las adaptaciones” a medida que estas desarrollan nuevas defensas