En la naturaleza existen varios ejemplos de sexo mortal, como la mantis religiosa o la araña viuda negra, especies conocidas porque las hembras se comen, literalmente, al macho después de procrear.
Ahora, los científicos capturaron en video otra especie que practica el canibalismo sexual, la araña Philoponella prominens, cuyos machos han desarrollado una curiosa técnica de escape para lograr salvar sus vidas después de un encuentro sexual con una hembra.
Después de terminar el acto, las arañas macho huyen despavoridas. Sin exagerar, se retiran tan rápida y abruptamente de sus parejas que la mayoría de las cámaras no pueden captar el momento.
Esta práctica, que en otra especie convertiría al macho en un individuo distante o cruel, para estas arañas es su única chance de sobrevivir, y de que en el futuro puedan volver por un poco más de sexo sin morir en el intento.
Si el macho de P. prominens no se separa inmediatamente después de fornicar con una hembra, corre el riesgo de convertirse en un bocadillo post-sexo.
Cuando los investigadores estudiaron 155 apareamientos exitosos de arañas en el laboratorio, encontraron que solo tres machos no lograron catapultarse después.
Todas estas desafortunadas criaturas se encontraron con el mismo destino despiadado. Fueron capturados, asesinados y consumidos por la hembra.
Cuando los investigadores intervinieron en los apareamientos de arañas y físicamente impidieron que otras 30 arañas macho saltaran después de la cópula, ellas también cayeron presa de sus parejas.
“Estos resultados indican claramente que el comportamiento de catapultación es un componente obligatorio del repertorio de apareamiento de los machos y una estrategia para evitar los intentos de las hembras de canibalismo sexual posterior al apareamiento”, escriben los autores.
Filmando a las arañas con cámaras de alta resolución y alta velocidad, los investigadores han descubierto cómo los machos de esta especie escapan de las garras de sus parejas sexuales.
Después de acercarse con cautela y copular con una hembra, las arañas tejedoras de orbes macho parecen usar sus patas delanteras para patear a la hembra, lanzándose por el aire a una velocidad de hasta 88 centímetros por segundo (cm/s).
Por cada segundo de su vuelo, los investigadores descubrieron que la araña gira alrededor de 175 veces.
Este impresionante escape acrobático se logra con el primer par de patas delanteras del macho, que se doblan contra la hembra antes de abrirse rápidamente para empujar a la araña.
Los investigadores dicen que la presión hidráulica de la acumulación de líquido en las extremidades anteriores es lo que finalmente permite que el macho salte con una velocidad tan increíble.
Este es un mecanismo ligeramente diferente a lo que se ve en otras arañas saltadoras, que tienden a extender su cuarto par de patas para volar por el aire. Sin embargo, la articulación entre las arañas tejedoras de orbes carece de músculos extensores en sus extremidades anteriores.
En la naturaleza, una araña tejedora de orbes macho a veces se aparea seis veces con la misma hembra, trepando hasta la pareja, copulando y luego rebotando en su cuerpo para escapar de sus garras. A veces, incluso perderá algunas piernas en el proceso.
Para seguir regresando, el macho mantiene una línea de seguridad atada continuamente a la red de la hembra. En caso de que quiera desafiar otra ronda.
Cuando los investigadores cortaron esta línea de seguridad en el laboratorio, las arañas macho cayeron del aire en medio de la catapulta y no pudieron volver a subir hasta la hembra.
Los investigadores sospechan que la técnica del rappel evolucionó como una estrategia para que las arañas macho burlaran al malhumorado sexo opuesto y tomaran su esperma.
“Las hembras pueden usar este comportamiento para juzgar la calidad de un macho durante el apareamiento”, explica el conductista animal Shichang Zhang de la Universidad de Hubei en Wuhan, China.
“Si un macho no se puede catapultar, entonces mátalo, y si un macho puede realizarlo varias veces, entonces acepta su esperma”, concluyó.
Por: Infobae