En el acuerdo preliminar entre Elon Musk y Twitter por la compra de la red social hay una cláusula que establece que deshacer el contrato conlleva una multa de mil millones de dólares. Pero la cuestión no es tan sencilla como simplemente pagar esa multa.
Cada detalle será analizado letra por letra luego de que Musk comunicara este viernes al regulador busátil de EEUU que cancela la compra (que había sido acordada en abril por 44.000 millones de dólares) debido a una supuesta “ruptura” en el acuerdo por parte de compañía tecnológica. Según argumentó, la empresa hizo declaraciones “falsas y engañosas” al firmar el precontrato y no le ha facilitado la información que necesita.
Sin embargo, todo apunta a que Twitter ejecutará la cláusula de los mil millones, y eso no excluye una posible demanda adicional, teniendo en cuenta la fuerte caída que viene teniendo la empresa en la bolsa tras las acusaciones, y que no hubo razones externas para justificar el retiro.
Pero en caso de que prospere la postura de la red social y los tribunales le den la razón, Musk no necesariamente pagaría la totalidad de ese monto.
Según apuntó el abogado tributarista neoyorquino Robert Willens, el dueño de Tesla sólo desembolsaría a la larga poco más de la mitad, ahorrándose hasta 400 millones de dólares, debido a beneficios impositivos.
Willens explicó a MarketWatch que el hombre más rico del mundo e impulsor de los beneficios fiscales podría declarar que se trata de una pérdida de capital, por lo que se descontaría el monto que debe pagar como impuesto por las ganancias de capital que obtiene durante el último año fiscal.
“Si esa pérdida de capital puede compensar las ganancias de capital a corto plazo, el coste real de la comisión de rescisión se reduciría en aproximadamente un 40% de su importe nominal”, destacó.
Pugna en marcha
Según varios medios de comunicación estadounidenses, Twitter ha contratado al destacado bufete de abogados neoyorquino Wachtell, Lipton, Rosen & Katz. Twitter declinó hacer comentarios a la AFP.
Los expertos no ven cómo Musk y Twitter pueden acordar un precio diferente a estas alturas, dado que las acciones de la plataforma han perdido más de un cuarto de su valor desde finales de abril.
En el peor escenario, Musk podría ser obligado a honrar su compromiso y comprar Twitter a un precio que se ha vuelto exorbitante, mientras su fortuna viene derritiéndose a razón de decenas de miles de millones de dólares en los meses recientes.
Aunque eso sería una victoria para los accionistas, la compañía quedaría en manos de Musk y de su visión libertaria de la libertad de expresión absoluta, una postura con la que no comulgan muchos de los empleados, usuarios y anunciantes de los que depende el modelo de negocio la plataforma.
“Twitter es peor ahora que hace seis meses, pero a la larga, estará mejor sin él”, dice Carolina Milanesi, analista de Creative Strategies.
“Es como un juguete que quiere un niño malcriado, pero que realmente no sabe qué hacer con él, entonces se aburre y no le da la atención que merece, y lo olvida en un rincón (…) Twitter moriría lenta y dolorosamente”, predice Milanesi.
Si Musk decidiera que el precio que está pagando por Twitter es excesivo, Twitter pudiera seguir los pasos de lo realizado en 2020 por la marca de joyas Tiffany cuando demandó a la empresa líder del mercado del lujo, el conglomerado LVMH, que intentó salirse del acuerdo de compra de la gigante de las joyas. En última instancia LVMH terminó comprando Tiffany, pero por un precio menor al originalmente acordado. Pagaron 15.800 millones de dólares, en lugar de los 16.200 millones de dólares del acuerdo inicial.
Justamente este es el ejemplo que está haciendo a muchos pensar que la jugada de Musk no pasa por no querer comprar Twitter, sino que puede estar intentando pagar un mejor precio. Cuando en mayo Musk dejó en suspenso el acuerdo, las acciones de Twitter cayeron un 8%.
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