Este lunes se han estrenado los dos primeros capítulos del pódcast ‘Corinna y el rey’, en el que la empresaria alemana y examante del rey emérito da su versión sobre la relación que les unía. Estas son sus revelaciones más destacadas.
Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, más conocida en España por su nombre de soltera, Corinna Larsen, y por su relación sentimental con el rey emérito Juan Carlos I, participa en los dos primeros capítulos de un pódcast titulado Corinna y el rey, en el que se cuenta cómo fue su relación con don Juan Carlos. En él desecha las etiquetas de que lo suyo fue una ‘aventura’ y que ella fue su ‘amante’, porque “nunca me había sentido con nadie tan vinculada como con el rey de España. En mi corazón era mi marido”.
En estos dos primeros episodios, titulados La Casita: Juan Carlos I y la velada de caza y Vivir del cuento: muerte, democracia y bolsas de dinero, Corinna Larsen relata –con la ayuda de la narradora, Mishel Prada (doblada al español por Laura Gómez), y el apoyo de entrevistas al historiador Paul Preston y la periodista Laurence Debray, que han escrito sobre don Juan Carlos.
Además, de Pilar Eyre y el exdirector del diario El Mundo, David Jiménez– los primeros días de su noviazgo, sus encuentros en el antiguo pabellón de caza de Franco, situado en la finca de El Pardo, a 20 minutos de la Zarzuela —y de doña Sofía—, y hace un repaso sobre cómo la infancia y educación del rey emérito configuraron su carácter y motivaron su ambición por el dinero.
Los inicios: desde Sierra Morena a Londres
En febrero de 2004, Corinna y el rey Juan Carlos se conocieron durante la cena previa a una cacería en la finca del duque de Westminster en Sierra Morena. Al día siguiente, mientras don Juan Carlos no tuvo mucha fortuna cazando, su compañera, la experta en armas alemana, triunfó. “Choca esos cinco”, asegura que le decía el ahora rey emérito para celebrar sus aciertos disparando.
Eso dio pie al inicio de una relación telefónica que, en un primer momento, no pasó del asesoramiento por parte de Corinna durante el proceso de renovación de la colección de armas del rey. Don Juan Carlos comenzó sin embargo a llamarla con asiduidad a las oficinas de Londres de Apollonia Associates, la consultora de ella.
Las charlas sobre armas empezaron a derivar hacia asuntos personales y, cuando ella no estaba en la oficina, él dejaba el recado con el nombre de “Señor Sumer” (acrónimo de Su Majestad el Rey), supuestamente un nombre en clave, aunque por “esa voz tan retumbante y distintiva”, las asistentes de Corinna siempre sabían de quién se trataba realmente
El Señor Sumer y una luna de miel muy especial
Corinna cuenta que fue “todo un poco surrealista”. Él “era divertido y bastante persistente, pero de manera graciosa. Es claramente conocido por ser uno de los mayores seductores en la realeza. Muy bueno cuando coquetea con mujeres”, continúa, para luego asegurar tiene “una especie de don” para “detectar la personalidad del otro y saber qué es lo que le interesa”.
Tras horas de conversaciones telefónica, quedaron en verse. Larsen viajó a Madrid, se hospedó en el Ritz y aceptó su invitación para ir a comer. Un coche le fue a buscar al hotel y le llevó al antiguo pabellón de caza de Franco, “muy deteriorado, no lo habían tocado desde finales de los 60 o los 80”, según ella. Antes del primer plato, el rey ya le había contado a Corinna que su matrimonio con doña Sofía era solo una “imagen”, que “hacía mucho que habían dejado de pasar tiempo juntos cuando no estaban en público”.
El monarca también le cuenta otro dilema: su hijo, el entonces príncipe de Asturias, estaba a punto de casarse con la que había sido presentadora de los informativos de TVE, la periodista Letizia Ortiz, y quería prepararles una luna de miel muy especial y a salvo del posible escrutinio de la prensa.
“El rey me preguntó: tienes una gran experiencia en la organización de este tipo de eventos de muy alto perfil y pareces extremadamente discreta. ¿Hay alguna posibilidad de que me puedas ayudar?”. Corinna aceptó y a su regreso a Londres “pone Apollonia Associates a toda marcha organizando un itinerario para Felipe.
La luna de miel con la que habían soñado”. Ese viaje privado, “exótico y lujoso”, que poco tuvo que ver con el oficial de tres semanas por España, llevó a los recién casados a Jordania, Camboya, Tailandia, Samoa, California, México y Fiji.
Describe Corinna Larsen las dificultades que aquello le supuso: “Implicó tener que alquilar un avión, acordar un itinerario, llevarlos del punto ‘a’, al ‘b’, al ‘c’, al ‘d’ sin ser descubiertos…. Lo que normalmente haces es presentar un plan de vuelo para después cambiarlo, una vez el avión ha despegado nadie en la torre que conozca la identidad de los pasajeros puede pegar el chivatazo. En mi oficina solo dos de nosotros conocíamos este itinerario y es un trabajo de 24 horas al día y 7 días a la semana. El rey me consultaba a diario para saber qué estaba pasando”.
No se escatimaron gastos y, cuando comenzaron a llegar las facturas, Corinna preguntó a don Juan Carlos dónde enviarlas. El rey le dice que facture la mitad de los gastos a palacio y la otra mitad a una empresa llamada Navilot, con sede en Barcelona. “Pidió el favor y lo hizo de manera muy sutil. Por mi parte no despertó ninguna sospecha al respecto.
Te encuentras con un jefe de Estado muy respetado. Solo había dos reyes con ese nivel de respeto y veneración: la reina Isabel y el rey Juan Carlos. Estás codeándote con una especie de héroes globales. Esto no despierta ninguna alarma, por qué debería hacerlo”. Navilot es la empresa de Josep Cusí, uno de los amigos más cercanos del rey, que quiso hacer este regalo a los ahora reyes de España. Pagó 269.000 dólares, reveló The Telegraph.
FuenteThe Telegraph.