El republicano George Santos tomó este martes posesión de su cargo como congresista en la apertura del 118 Congreso de los Estados Unidos, pese a la investigación que están realizando las autoridades tras haber mentido sobre su experiencia laboral y estudios, entre otros asuntos.
Santos se negó a dar declaraciones a la prensa antes de entrar en la Cámara Baja estadounidense en su sesión inaugural que arrancó este mediodía, dos meses después de resultar elegido como congresista por el distrito 3 del estado de Nueva York en las elecciones de noviembre pasado.
El republicano tiene en su contra varias investigaciones por parte de fiscales federales y locales sobre posibles actividades delictivas durante sus dos campañas en el Congreso, si cometió delitos relacionados con sus finanzas o declaraciones engañosas.
Además, según el New York Times, las autoridades policiales brasileñas tienen la intención de revivir los cargos de fraude en su contra derivados de un incidente en 2008 con respecto a una chequera robada.
En las últimas semanas, los demócratas le han pedido que renuncie a su escaño tras el escándalo y los miembros de su propio partido le han exigido explicaciones más detalladas sobre su conducta.
Quien no ha hablado en su contra es el congresista californiano Kevin McCarthy, quien aspira a convertirse en el nuevo presidente de la Cámara Baja, pues no puede permitirse el lujo de perder apoyos, ya que no tiene garantizada la mayoría de los 218 votos que necesita.
Santos ha admitido haber “embellecido” su currículum y el hecho de que no se graduó de ninguna institución de educación superior.
Sin embargo, las mentiras descubiertas también se refieren a sus vínculos con firmas de Wall Street, sus esfuerzos caritativos o incluso su religión.
El primer republicano abiertamente gay en resultar electo para el Congreso de Estados Unidos afirmó ser judío y descendiente de supervivientes del Holocausto, pero en realidad es católico.
El latino, de 34 años, se ha mostrado en estas semanas empeñado en cumplir sus dos años de mandato como nuevo congresista estadounidense al considerar que no es un “delincuente” y que sus mentiras no tienen que ver con sus propuestas de campaña