Madrid (EFE).- El sector del aceite de oliva mira con inquietud en 2023 la reacción del mercado y la posible huida de los consumidores frente a los precios tan altos que registra el producto por el alza de los costes de producción y la sequía.
El precio del aceite de oliva se ha disparado en los últimos meses y se ha situado en origen en niveles máximos de más de cinco euros por litro en el virgen extra y de cerca de cinco euros en el virgen y el lampante.
La campaña 2022/2023 parte con unas previsiones de producción de 780.000 toneladas, la mitad que en la pasada, y eso se traduce en menor disponibilidad.
Por ahora los consumidores han seguido comprando aceite de oliva a pesar de su alta cotización, entre otros motivos porque el de girasol también se ha encarecido como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, importante productor mundial.
Sin embargo, existen dudas sobre cuánto tiempo durará esta situación, a medida que las existencias se vayan reduciendo.
Menos demanda
El presidente del sector del Aceite de Cooperativas Agro-alimentarias, Rafael Sánchez de Puerta, subraya a EFE que está habiendo una «importante subida de precios que hará que la demanda se comprima».
A su juicio, la única manera de ajustar la oferta y la demanda se realizará por la vía de los precios, si bien las elevadas cotizaciones que se observan no beneficiarán a muchos agricultores que «no va a tener cosecha o la van a tener muy corta».
Sánchez de Puerta advierte de que muchos consumidores se retirarán del mercado debido al encarecimiento del aceite de oliva y prevé una fuerte caída de las exportaciones, a pesar de los esfuerzos por ampliar el mercado.
«Mantener el consumo es imposible porque no hay disponibilidad. Si el año pasado salían al mercado unas 138.000 toneladas de media, este año difícilmente vamos a poder mantener unas 100.000 toneladas», apunta el responsable de Cooperativas.
Respecto a los daños por la sequía, los olivareros esperan que sean menores de lo previsto, después de que las últimas lluvias en otoño hayan mejorado las reservas hídricas.
El director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), Primitivo Fernández, insiste en que no se sabe cuál será el volumen de la cosecha actual.
«Con estas últimas lluvias estamos despejando el riesgo que había sobre la cosecha de 2023, pero todo depende del volumen que finalmente tenga la campaña y, en función de eso, de cómo sean los precios en origen y cómo se mueva el mercado», remarca Fernández.
El dirigente de la patronal muestra su preocupación por la evolución de los precios de la energía, las materias primas y los combustibles, que tanto afectan a la industria oleícola, y lamenta el sobrecoste que tienen medidas como el nuevo impuesto al plástico, en vigor desde este mes.
«Todo eso hace que los precios sean más elevados porque, además de lo que cueste el aceite, todo lo que acompaña a la botella hasta que llega al consumidor está subiendo», añade.
También está por ver el impacto de la rebaja temporal del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) del 10 al 5 % en el aceite de oliva y de semillas, pese a que el sector lo quería en el 0 % para incentivar más el consumo, como se ha hecho con otros productos básicos.
El mercado exterior
El director gerente de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva), Rafael Pico, señala que la campaña de ventas va a estar «muy justa con el poder de comercialización que tienen los aceites de oliva».
Según sus previsiones, habrá menos consumo interior y exportaciones españolas, lo que puede impulsar las ventas de otros países productores como Turquía o Grecia.
Las últimas estimaciones de la Comisión Europea muestran que la producción griega de aceite de oliva crecerá el 51 % en la campaña 2022/2023 respecto a la anterior, hasta las 350.000 toneladas, y la turca lo hará el 17 %, hasta las 285.000 toneladas.
Sin embargo, caerán las producciones de aceite de Italia (-29 %), Túnez (-25 %) y Marruecos (-22 %).
En cuanto a la influencia del fortalecimiento del dólar en las ventas a Estados Unidos, Pico afirma que «ese factor amortigua y crea una situación más favorable para los productores españoles», pero habrá que ver si es suficiente para compensar el aumento de precio y, sobre todo, la escasez de producto.