Miles de personas se manifestaron este lunes en varias ciudades de Sudáfrica para exigir la dimisión del presidente del país, Cyril Ramaphosa, como parte de la protesta nacional convocada por el partido opositor Luchadores por la Libertad Económica (EFF).
Con pancartas en las que podían leerse consignas como «Ramaphosa dimite», los manifestantes acudieron a la llamada de EFF, un partido de izquierda radical y tercera fuerza política sudafricana, ataviados con las camisetas rojas que caracterizan a esa formación.
«Hoy estamos aquí para protestar. Pero hoy tenemos una cita con las calles. No vamos a correr. No vamos a hacer nada. Vamos a caminar muy bien para plantear nuestras inquietudes», afirmó el líder de EFF, Julius Malema.
«Ramaphosa debe irse», exigió Malema en una marcha hacia los Union Buildings, la sede del Gobierno sudafricano en Pretoria, donde denunció la «dictadura» que atribuyó al jefe del Estado.
En su carta semanal, el presidente admitió hoy que la Constitución garantiza el derecho a manifestarse pero advirtió de que «el derecho a protestar no le da a nadie el derecho de hostigar, intimidar o amenazar a nadie más. No le da a nadie el derecho de dañar la propiedad o causar daño a cualquier persona».
Al menos 87 personas fueron detenidas por actos de violencia entre el domingo y el lunes en Sudáfrica, en relación a la protesta nacional convocada por EFF, declaró hoy en una rueda de prensa el ministro de Policía, Bheki Cele, en Johannesburgo, al afirmar que presentarían cargos contra los detenidos.
Sudáfrica se levantó este lunes en estado de alerta frente a la convocatoria de paro nacional lanzada para este 20 de marzo por el partido de Malema junto con la Federación Sudafricana de Sindicatos (Saftu), una de las principales organizaciones obreras del país.
Los organizadores piden la dimisión del presidente sudafricano y protestan contra la alta tasa de desempleo que sufre el país que, si bien cayó a finales de 2022 por cuarto trimestre consecutivo, se sitúa todavía en el 32,7 %.
Asimismo, los opositores y activistas se quejan por la grave crisis energética que atraviesa Sudáfrica, cuya economía se ha visto golpeada por constantes apagones rotativos durante el último año, un fenómeno conocido como «loadshedding» («quitarse carga) y causado por el mal estado de su red eléctrica, dependiente casi totalmente de la endeudada compañía estatal Eskom.
La corrupción, la deficiente planificación frente al aumento de la demanda energética, las averías y el impacto de la delincuencia (por ejemplo, por robo de equipamiento y cables) son algunos de los factores que explican esa crisis, que llevó a Ramaphosa a declarar el «estado de desastre nacional» y a crear un nuevo Ministerio de la Electricidad.
Desde el pasado viernes y hasta el próximo 17 de abril, efectivos de la Fuerza de Defensa Nacional de Sudáfrica (SANDF) están desplegados para apoyar a la Policía en el dispositivo de seguridad frente a las protestas, según medios locales.
La tensión por las movilizaciones de este lunes evoca las convulsas protestas desatadas en julio de 2021 tras el ingreso en la cárcel por desacato del expresidente Jacob Zuma (2009-2018), después de que se negara repetidamente a declarar en la gran investigación conocida como «Captura del Estado» sobre la presunta corrupción en el aparato público sudafricano bajo su mandato.
Días después de su entrada en prisión a principios de ese mes, estallaron en el país disturbios y saqueos masivos que, si bien empezaron como protestas de apoyo al exmandatario, degeneraron en una violencia general, espoleada por los graves problemas socioeconómicos del país, que causó 354 muertos.
EFE
